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No hay razones para estar contento

Hicimos un cambio de Diosdado Cabello por Ramos Allup, a quien si vemos en las últimas fotos publicadas, durante su celebración del triunfo electoral de la MUD, nos daremos cuenta que no hemos realmente avanzado nada


 

Luis Fuenmayor Toro

Independientemente del “(..) pero me entra un fresquito”, no hay verdaderas razones para contentarse cuando se analiza lo sucedido en forma desprejuiciada y se percata realmente de lo sucedido. Hicimos un cambio de Diosdado Cabello por Ramos Allup, a quien si vemos en las últimas fotos publicadas, durante su celebración del triunfo electoral de la MUD, nos daremos cuenta que no hemos realmente avanzado nada. Hay motivos para sonreír, por supuesto. Que Ernesto Villegas, lamentablemente transformado en una persona detestable luego de su ingreso al Gobierno, no fuera electo en el circuito 1, creo que le alegra hasta a sus familiares y correligionarios. Que el adeco Amoroso, devenido en chavecista por obra y gracia del poder y del dinero, haya quedado fuera de la Asamblea, le agrada hasta a sus ex compañeros del partido blanco. Y si vamos al caso de William Ojeda, a quien no hay que presentar, pues la sonrisa a lo mejor se transforma en carcajada burlona.

Así le debe ocurrir a un gentío pero estas son cuestiones afectivas, muy importantes en la salud mental de cada quien, pero en sí mismas insuficientes para sentenciar que el país avanzó en forma significativa, como ha estado la MUD y los conservadores diciendo a través de todos los medios de opinión. Que muchos parlamentarios de la MUD lo van a hacer mejor que los parlamentarios del Gobierno es algo que no significa mucho para la Mesa. Hacerlo mejor que quienes hacen mal casi todo no amerita especiales destrezas, ni inteligencias particularmente brillantes ni conocimientos mucho más allá de los ordinarios. Que José Guerra como economista sea muy superior a Jesús Faría es algo que cualquiera esperaría y con creces; quienes hayan seguido las opiniones económicas del hijo del viejo dirigente comunista, a los largo de distintos momentos de la realidad venezolana, sabe perfectamente que si fuera cirujano nadie se dejaría abrir ni la bragueta por este señor.

Que la costosa aseadora del Guaire haya perdido alegró a las legiones de venezolanos, que consideraron una burla que les dijera que las largas filas a la intemperie, que diariamente se hacen en búsqueda de mercaderías, eran una gozadera. Muchos ancianos, mujeres embarazadas o con niños pequeños, posiblemente recordaron a su progenitora. Otros, principalmente militantes de la oposición conservadora, también habrán disfrutado con las derrotas de los candidatos bautizados como “independientes”, agrupados en alianzas lideradas por el MAS: Cermeño en Falcón, Gómez Sigala en Lara, el cura Calderón en Táchira, para mencionar a los más conocidos. En algunos de estos casos la alegría de la MUD es todavía mayor pues fueron apoyados por María Corina. Allí el liderazgo mudeco mata dos pájaros de un tiro: a unos disidentes y a la disidente mayor, que tiene una voluntad férrea para combatir.

Otros opositores, menos políticos y más viscerales, se habrán reído de candidaturas como la mía por los pocos votos obtenidos, aquí se reúnen en la burla la propia gente del PSUV y del resto de partidos del Polo Patriótico, que para no llorar buscan consuelo en la derrota de algún otro, nosotros por ejemplo, pero es una “alegría de tísico” como dice el refrán, porque los verdaderos derrotados son ellos que perdieron las elecciones, que quedaron reducidos a menos de un tercio de la Asamblea, que ahora andan por allí pensando incrementar el número de viceministerios para recoger a tanto político desempleado que tienen en este momento.

Pero aparte de las satisfacciones anteriores, un país, que tiene como escenario futuro, pasar de las manos de unos fracasados a otros también fracasados, es como para ponerse a llorar. Continuaremos vendiendo combustible fósil, materia prima, como hacíamos hace casi un siglo; seguiremos teniendo pocos años promedio de educación formal y exonerándoles a nuestros niños y adolescentes las asignaturas no vistas por la carencia de decenas de miles de profesores, nuestros trabajadores seguirán siendo incapaces de desempeñar empleo calificado, sustentable y bien remunerado; las ciencias y la tecnología permanecerán en el mismo subdesarrollo de la patria, seguiremos como país no industrializado, el hampa continuará matando a nuestros jóvenes y seguirá tomando extensiones territoriales pobladas en barrios, pueblos y ciudades; los corruptos continuarán floreciendo, nuestra extensión territorial disminuyendo a manos de nuestros vecinos, a quienes en gratitud consideraremos como hermanos. Nada halagador el panorama.