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Se hunde el fachochavismo

Se hunde el fachochavismo

El inquilino de Miraflores recurre de nuevo a la política del odio y desprecio por el contrario con la esperanza de recomponer sus diezmadas filas


José Rafael López Padrino

Es obvio que ninguno de los candidatos derrotados del régimen y sus acólitos pretendían adelantar un proyecto socialista como Maduro publicitó y muchos opinadores de oficio irresponsablemente lo han afirmado.

No se puede hablar de la derrota del socialismo el pasado 6D, pues nunca ha existido. El gran derrotado ha sido el fachochavismo y la caterva de eunucos ideológicos representantes de un proyecto bonapartista inspirado en una concepción autoritaria y vertical del poder en torno a un liderazgo mesiánico necrófilo.

No olvidemos que el fachochavismo no nació como expresión política en las fábricas, ni en las barriadas populares, ni en el campo, surgió en los predios cuartelarios con una irreversible impronta autoritaria.

El fachochavismo del siglo XXI ha resultado ser un gran fiasco, pues lejos de propiciar una sociedad más justa y equitativa, ha profundizado la pobreza y la exclusión, ha incrementado el desempleo y el subempleo, los trabajadores han sido despojados de su seguridad social y la inflación y la especulación carcomen sus bajos salarios.

«A todas éstas nos preguntamos ¿De cuál socialismo hablan? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Cuáles son los actores sociales? ¿Es el PUSV una organización revolucionaria?»

Además, como proyecto de dominación ha promovido un capitalismo de Estado militarizado, acentuando la precarización laboral propia del neoliberalismo, auspiciando una corrupción depredadora y la imposición de un pensamiento único excluyente.

Ello sin olvidar las calamidades que deben confrontar los venezolanos en su diario quehacer: un masivo desabastecimiento de productos básicos y medicamentos, la inseguridad personal, la criminalización de la protesta social, la intimidación y la represión permanente, la exclusión política, el uso de la violencia como método para dirimir las diferencias ideológicas, entre muchos otros.

Sin embargo, los cínicos voceros de este proyecto depredador siguen repitiendo hasta el cansancio que están construyendo el socialismo del siglo XXI. Pero a todas éstas nos preguntamos ¿De cuál socialismo hablan? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Cuáles son los actores sociales? ¿Es el PUSV una organización revolucionaria?

Naturalmente, estas interrogantes no tienen respuestas, primeramente porque el proyecto carece de principios ideológicos socialistas, y segundo porque los castrados políticos que lo integran solo saben aplaudir como focas y repetir como cacatúas los dislates y el lenguaje escatológico de su fallecido líder y comandante eterno.

Esta estafa social no ha pasado de unas cuantas nacionalizaciones o re-estatizaciones nada extraordinarias y del establecimiento de diversos programas sociales gracias a la bonanza petrolera, que lejos de romper con el nudo de la exclusión social lo perpetúan en el tiempo.

Su relativo éxito político, económico y social en sus primeros años de “desgobierno” estuvo relacionado con los altos precios del petróleo y la creación de un Estado asistencialista, y no con la aplicación de políticas orientadas a superar la pobreza y el hambre como suelen afirmar sus publicistas.

«Su relativo éxito político, económico y social en sus primeros años de “desgobierno” estuvo relacionado con los altos precios del petróleo y la creación de un Estado asistencialista»

Obviamente, ninguna de las políticas adoptadas por fachochavismo, al margen de su etiquetamiento como socialistas, representan verdaderas amenazas que afectan las relaciones de producción capitalistas existentes en el país y muchos menos apuntan hacia las transformaciones económicas necesarias para llevar al país hacia un sistema socialista.

Ante la aplastante derrota del pasado 6D, Maduro y su barbarie lejos de aceptar su histórico descalabro, continúan con su agenda de miedo y terror, así como profundizando la confrontación política. El iletrado enciclopédico ha retomado el discurso maniqueo de los patriotas y antipatriotas, de los buenos y los malos.

Apela a una retórica falaz (privatizaciones de la Cantv y Pdvsa, eliminación de las pensiones de la tercera edad, ocupación de las instalaciones de la Unefa, y UBV, etcétera) como herramientas movilizadoras de sus pocos seguidores.

Lanza acusaciones de fraude electoral, después de haber repetido una y mil veces de que nuestro sistema electoral es el más moderno y blindado del mundo. Inventa engendros como el parlamento comunal a fin de desconocer la voluntad popular expresada el pasado 6D. La derrota los ha sumido en un mal incoherencias y acciones erráticas.

El inquilino de Miraflores recurre de nuevo a la política del odio y desprecio por el contrario con la esperanza de recomponer sus diezmadas filas, que ya no muestran el mismo entusiasmo del pasado.

El fachochavismo constituye un proyecto sin anclaje histórico y sin sujeto social definido que avanza sin mayores sobresaltos hacia el totalitarismo dentro de una visión facho-militarista. El primitivismo y mediocridad ideológica de sus proponentes explica la orfandad de su armazón conceptual y lo limitado de sus propuestas las cuales no han traspasado del umbral de la copia barata de viejas consignas, cuyo sello de originalidad proviene de otras latitudes.

«La magnitud de esta derrota ha dejado al fachochavismo como juguete mecánico al cual se le rompe la cuerda que los opera: inservible y disfuncional»

Estamos ante una mezcolanza de ideas inconexas, de un histrionismo agobiante, de una adoración caudillesca necrófilica repugnante, de un populismo militarista manipulador y de un control comunicacional asfixiante.

Hemos vivido un engaño colectivo, una ilusión de revolución que en vez de ayudar a los más desposeídos los ha hundido cada vez más en la miseria, frente a una súbita y obscena riqueza de nuevos y poderosos corruptos, la nomenclatura bolivariana, surgidos a la sombra del poder.

El descalabro electoral del pasado 6D ha derrotado 3 mitos del fachochavismo: su invencibilidad electoral, la imagen del tte coronel como sinónimo de victoria, y su blindado e inamovible apoyo popular. La magnitud de esta derrota ha dejado al fachochavismo como juguete mecánico al cual se le rompe la cuerda que los opera: inservible y disfuncional.

El fachochavismo como proyecto político hegemónico agoniza y se hunde sumido en sus propias contradicciones, nepotismo, corrupción, narcotráfico, incoherencias y carencias ideológicas. Lamentablemente nos deja como legado un país inmerso en una de las peores crisis de nuestra historia republicana.