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El debate es con la multitud, no entre charleros de la TV

Lamentablemente la plata se la llevaron. Se la bailaron los contratistas, incluyendo adecos y ultraderechistas


Julián Rivas

La crisis que azota al capitalismo mundial tiene expresiones de las viejas crisis. Estados Unidos, la potencia emblema del capitalismo, recurre a salidas previas, pisando el acelerador bélico, desestabilizando gobiernos de países grandes o pequeños y pretendiendo darle piso al dólar. Estados Unidos trata de reanimar su economía a cuenta de la explotación de hombres y pueblos.

Las migraciones por la guerra y por las dificultades económicas curiosamente elevan la presión sobre las fronteras. Los gobiernos de Estados Unidos y Europa toman previsiones. Con barreras fascistoides como las propuestas por Trump, o con un parlamento estadounidense opuesto incluso a las reformas migratorias de Obama, que es del sistema imperial. Ya a Obama se le acaba el tiempo. Esta política tiene doble expresión. Los gringos ven la migración como una amenaza y al mismo tiempo como una posibilidad para reanimar la producción agrícola y de otros bienes y servicios.

En Venezuela los políticos charleros, los analistas charleros, no discuten estos asuntos. Juegan con las emociones. O simplemente mienten. Son charleros. La televisión los ayuda. El caso es sencillo y claro, como diría el vendedor ambulante del terminal de Maracay: “Yo no lo les vengo a decir que somos un grupo de estudiantes, que mi mamá está enferma o que estamos en promoción; la verdad es que estoy vendiendo para llevar el sustento para la casa. Nada de charlero”. Y por ahí se iba.

En Venezuela cuesta conseguir un político o economista que diga en televisión que buena parte de la crisis estriba en la torrencial fuga de capitales que silenciosamente, como un cáncer, sufrió Venezuela en los últimos doce-quince años. Que el asunto es estructural, que hay lucha de clases, o que la representación es una impostura.

Los programas de las televisoras privadas, Televen, Globovisión o Venevisión, tanto en política como en economía son editoriales encubiertos con el eufemismo de noticias. Noticias económicas las llaman. Vea a diario al señor Penzini, a los bodrios de Carlos Croes o a la que se parece a Petunia en los mañaneros de Globovisión: Es necesario volver al progreso, ya no abundan los productos importados, antes era mejor, sueltan a cada momento. Esta gente supuestamente estudio periodismo, o aprendió una ciencia social. Con razón C. Wright Mills sostiene que la ciencia social y la filosofía política son ideologías, en las cuales se justifican ciertas instituciones y prácticas y se atacan otras. Así de sencillito.

Entonces ojos pelado. Desde los diputados José Guerra y Henry Ramos hasta el doctor Escarrá predominan los valores y preferencias burgueses, liberales en el último, y ultraderechistas en los dos primeros charleros. Por eso es que en Venezuela la salida es revolucionaria. No hay otra. Con la multitud en la calle. Que interesante sería el debate revolucionario, sobre temas revolucionarios en una cola. A fin de cuentas, no hay afinidad entre mayoría y monoría. Las élites burguesas solo manipulan a los pueblos, no los liberan.

Este José Guerra es incorregible. El propio loco de Río Caribe. Eso sí, escolástico, cree a pie juntillas en los postulados neoliberales. El mismo sujeto que sin el comedor de la Universidad Central nunca se hubiera graduado. Hubiera tenido que devolverse a Río Caribe a comer arepa con tajalí frito. Pero así es el mundo, lleno de malagradecidos, donde abundan los intelectuales rajaos. Esos esconden el meollo del asunto.

A Venezuela se le secó el ahorro nacional. La fuga de capitales fue inmensa. En el fondo todo esto tiene un sustrato corrupto. Si alguien lleva cuarenta años sacando al menos 5 bolívares de diez que vende, para ir a abonar al crecimiento de Europa y Estados Unidos. Eso tiene sus explicaciones, de lo cual no hablan los economistas burgueses. En parte la responsabilidad recae en un Estado burgués, donde funcionarios obsecuentes con la burguesía financiera han ocupado altos cargos. Por eso no tiene ninguna gracia que Guerra diga que paso 22 años en el Banco Central. Recuerda al viejo que llegó a Irapa diciendo: “Yo comí en el Tamanaco, aquí nadie ha comido en el Tamanaco”.

Solamente una alianza de revolucionarios, que establezca firmes principios éticos en la conducción del Estado, puede salvar a Venezuela. Quien ha estado medrando del desmadre nunca va a dar viabilidad a los objetivos de soberanía e independencia nacional y de democracia, que es gobierno de las mayorías. Por lo demás, la multitud tiene en Venezuela la oportunidad histórica de hacerse presente, lo que es un excelente salto revolucionario. Chávez creía, o al menos instruía, que la multitud es motor de la historia.

Porque el caso es que estos adecos quieren regresar para seguir robando. Los partidos burgueses quieren establecer un estado policiaco y neocolonial. Las mayorías populares no lo pueden permitir jamás. Poner a nuestro país al servicio de Estados Unidos, de la oligarquía colombiana, el anglosionismo, es la pretensión de los derechistas. Esta gente quiere ceder las competencias del Estado venezolano, incluso en asuntos internos, a las grandes potencias, Estados Unidos y Europa. Es decir, el anglosionismo y su aparato armado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Más nada.

La situación es grave. La burguesía no tiene programa soberano para Venezuela. Los falsos rojos son vacilantes. La derecha hemisférica quiere intervenir directamente en Venezuela, aplicar la Carta Democrática del 11 de septiembre, qué casualidad. Ojalá nuestro gobierno comprenda que sin una alianza de revolucionarios, sin limpieza y relevo de los falsos rojos, no hay posibilidades de transformación. Incluso, los congresillos no garantizan mucho. Un muchacho de Los Teques, en días pasados, advertía sobre los pobres resultados de estos eventos, saludos a la bandera, con cientos de delegados, sin debate crítico. “Muchos vienen a estos eventos nacionales y regresan a sus pueblos con selfies junto a dirigentes”. En efecto, solo queda la foto, el recuerdo.

Aquí lo que se trata es de transformar. La economía tiene grandes posibilidades. Ahora el sistema financiero como funciona no es garantía de crecimiento, de expansión. Mire, razones estrictamente ideológicas, burguesas, son las que han llevado al fracaso de los experimentos de cooperativas y empresas de producción social en Venezuela. Hasta países capitalistas, con programas de superación de la pobreza firmes y permanentes, tienen ministerios de cooperativas y empresas asociativas, familiares, que incluso recurren a novedosas formas de propiedad intelectual, de ahorro.

Países como Indonesia, Bangladesh, Myanmar o Pakistán tienen ministerio de cooperativas. En India se habla de bienestar y cooperativas. Cuanta variedad de productos con la madera y los textiles se ven en Asia. Kenia ofrece avances agrícolas a partir de la asociación cooperativa, exporta mangos y aguacates. Indonesia es el mayor productor mundial de contraenchapados. Tailandia, que es un monstruo en investigación y desarrollo agrícola, tiene el Ministerio de Agricultura y Cooperativas. Cosas sencillas, que curiosamente no nombra ni el charlero de Guerra, ni los periodistas de la prensa burguesa, ni el cejón. Aquí los canales de televisión pierden su tiempo con el individualismo de prebostes de las cámaras agrícolas y ganaderas vinculadas a Fedecámaras. Lo mismo el señor Hiram Gaviria, un burgués.

Venezuela requiere un giro revolucionario. Producir a partir de la creatividad del pueblo, sembrar valores, combatir los vicios y delitos en el campo. No las babosadas de José Guerra o Julio Borges. No pierda tiempo con José Guerra. Mire, prefiero ir al Café de Sabana Grande. De repente me encuentro al profesor Malavé Mata y aprendo algo nuevo.

La economía venezolana tiene un potencial extraordinario, estratégica ubicación geográfica, energía y agua, entre otros. Lamentablemente la plata se la llevaron. Se la bailaron los contratistas, incluyendo adecos y ultraderechistas, que tanto gozaron de contratos de poca o nula ejecución, anticipos, reconsideración de precios. Todo eso fue a parar a Panamá, Andorra, Suiza, y Estados Unidos. (El sujeto que se hizo las nalgas es prueba de ello. Huyo a Estados Unidos, se volvió colaborador de la CIA y la DEA y ahora goza de la protección de los gringos. Triste).

Ah, pero el Burro Martínez regresa a Venezuela. Henry Ramos dijo que ese es su candidato a la gobernación de Monagas. Los adecos ya acumularon plata. El italiano que recibe los contratos les dio parte de la ganancia. El miquilenismo todavía ofrece resultados. De esos polvos vienen estos lodos. Quieren seguir con la sangría de dinero hacia Estados Unidos y sus estados satélites. Viva la multitud, viva la revolución.