Los daños que el chavismo le ha producido a nuestra sociedad son inconmensurables
Oscar Battaglini
En estos momentos en Venezuela existe un conflicto político que enfrenta directamente al Estado chavista con los sectores mayoritarios de la sociedad, incluyendo un amplio sector democrático del estamento militar que por motivos obvios no expresa su malestar abiertamente. Se está ante una confrontación provocada por la acción política general impuesta, primero por Chávez y después por su designado en la presidencia de la República. Se trata -para ser más concreto- de la reproducción en nuestro país del modelo político implantado por el stalinismo en Rusia y los países del llamado “socialismo real”, incluida la Cuba castrista.
Según ese modelo la sociedad se hace socialista con sólo considerarla como tal, y mediante decretos de estatización que terminan convirtiendo al Estado en el único propietario y en el centro dirigente (universal) de la economía. Como puede advertirse muy claramente, con la puesta en práctica de ese modelo la sociedad viene funcionando del mismo modo como lo venía haciendo, es decir, sin cambios sustantivos, beneficiosos, significativos, reales y efectivos, pero con las adherencias aberrantes que este “socialismo” le incorpora y entre las que destacan no sólo las ya señaladas, sino sobre todo:
1.- La ruina de la economía y el empobrecimiento progresivo de la población. Una muestra evidente de esto fue el hecho de que Rusia, en su enfrentamiento con los Estados Unidos en el desarrollo del conflicto este-oeste, poseía armas atómicas pero internamente no producía los bienes de primera necesidad (de uso corriente) y de otra índole, que esa sociedad necesitaba para su normal funcionamiento. Así fue siempre en materia de su producción agrícola, lo que la obligó a importar, con mucha frecuencia, trigo de los Estados Unidos para cubrir el déficit y la demanda interna de ese y otros productos agrícolas. Demás está decir que una situación similar a esa fue la que se vivió en los países satélites de Europa del Este; y es también la situación que se sigue viviendo en la Cuba castrista, lo cual explicaría el empobrecimiento extremo al que ha sido sometido ese pueblo.
2.- La creciente militarización de la sociedad; cuestión a la que esta se ve forzada, en parte por la propensión de la burocracia a revestirse del componente y el simbolismo militar para fortalecer su posición, y en parte, por la tendencia de esa burocracia a mantener un conflicto artificial con los factores externos que se le oponen, en particular con el Imperio Norteamericano. Esto explica porqué el Estado chavista, en medio de las graves dificultades financieras debidas a la caída de los precios del petróleo, continúa comprándole armas a Rusia y a China.
3.- El control totalitario (policial-fascista) de la sociedad. Lo que significa que se tenga que vivir con miedo bajo el cepo de las restricciones impuestas por el Estado de manera no sólo arbitraria sino autoritaria.
4.- La tendencia de la burocracia a perpetuarse en el ejercicio del poder. Para lo cual suprimen todas las formas o mecanismos de designación de los poderes públicos mediante el sufragio universal o simplemente los convierte en instrumentos dedicados a la preservación de los intereses políticos de esa burocracia y su reelección indefinida.
5.- La prohibición de salida del país, lo cual llegó a considerarse un delito grave en los países del llamado “socialismo real”. El Muro de Berlín y la figura del balsero cubano ilustran muy bien lo que ello significó.
6.- La propensión a endilgarle a algún factor político externo la causa de sus desgracias o dificultades internas. Así lo hizo en Rusia la burocracia stalinista, la cual se pasó todos los años de su existencia, responsabilizando a los Estados Unidos de ser los causantes de su problemática interna. De igual modo lo ha hecho la burocracia cubana, que lleva más de cincuenta años responsabilizando al imperio norteamericano de lo mismo; cosa que ahora no hace con el desarrollo de las negociaciones que adelanta con éste en un intento desesperado por salvarse de su derrumbe definitivo. Otro tanto es lo que, en la actualidad practica la burocracia chavista-madurista que lleva 17 años acusando a los Estados Unidos de ser los causantes del desastre que ella, y sólo ella, ha generado a lo interno de la sociedad venezolana.
Con todo y todo, los venezolanos aún no hemos llegado a los extremos señalados, sin embargo los daños que el chavismo le ha producido a nuestra sociedad son inconmensurables. No se exagera si se afirma que el Estado chavista le ha declarado una guerra permanente a la sociedad venezolana, cuyas consecuencias se han dejado sentir particularmente en el plano de la economía nacional. En este ámbito, los daños van desde un descalabro mayúsculo de nuestra producción en general (en especial de la agricultura y la industria manufacturera) hasta los efectos que ese hecho tiene en la gravísima escasez de bienes y en la inflación desatada que a diario se observa en los precios de esos bienes en el mercado. La pérdida de la capacidad adquisitiva que esto ha generado en el seno de la familia venezolana, ha determinado que más del 87% de nuestra población, no esté en capacidad de adquirir los productos que requiere para su alimentación diaria. Demás está decir que esto ha incrementado con gran fuerza el fenómeno del hambre en nuestro medio.
El descontento que esto, y el resto de los problemas que gravitan sobre la sociedad venezolana (inseguridad personal, manejo instrumental de los poderes nacionales, crisis de los servicios públicos, electricidad, improductividad, etcétera) han cubierto una brecha entre el Estado y la sociedad civil, que sólo podrá cerrarse con la salida de Maduro y de toda la anomia chavista del poder. Eso es lo que está en el contenido más profundo de los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, y en el espíritu que expresa esa voluntad de cambio. Eso es igualmente, lo que expresa la dualidad de poder que se ha creado en el país entre lo que representa el ejecutivo madurista y lo que representa la nueva Asamblea Nacional.
Está suficientemente claro que una situación como esa, no se puede, ni se debe mantener por tiempo indefinido, así lo reclama el interés de la nación. De ahí la necesidad de hallarle una solución constitucional perentoria a este impasse político.