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A confesión de partes…

Revocatorio

No hay forma de evitar la derrota en el revocatorio, razón por la cual el gobierno tomó la decisión de impedirlo a toda costa


Rubén Osorio Canales

Nunca pensé que una simple firma de ciudadanos pidiendo un revocatorio haya podido desquiciar al régimen como lo ha hecho.

Tampoco pensé que una AN en manos ahora de la oposición y haciendo lo que tiene que hacer una Asamblea electa por el pueblo, que es legislar y pedir cuentas al ejecutivo, haya sido un foco de perturbación mental tan grande para las más visibles cabezas de la llamada “alianza cívico militar” que ha llevado a este país al borde del precipicio en el que se encuentra.

Pero mire usted, así es. Que la actuación del TSJ y del CNE haya sorprendido a alguien tendría que aparecer en los cuadernos de Ripley. Eso estaba sentenciado desde el momento mismo en que la saliente AN decidió violar la Constitución y ratificar en sus cargos a las chicas del CNE que tan buenos servicios han prestado al régimen, y llenar el TSJ de gente que si bien no cumplen los requisitos para el cargo, tienen la dosis de obediencia necesaria para sentenciar como bien lo disponga la cúpula de un régimen cada vez más dictatorial.

A pesar de esa característica línea de conducta que lleva siempre al régimen a revertir la realidad y a sacarse debajo de la manga la letra más chiquita del abuso de poder, nunca creí que gente que suele utilizar el lenguaje de quien tiene el látigo en la mano y lo agita continuamente para que se oiga su chasquido, pudiera dar tanta muestra de debilidad como la que exhibe el régimen todos los días ante la presencia parlante de una oposición que solo se ha limitado a marcar la ruta constitucional para llegar al cambio y digo presencia parlante, porque hasta ahora no se ha hecho otra cosa que hablar.

las palabras diálogo y elecciones para el régimen quedaron prohibidas y en su lugar quedaron los colectivos violentos, la GNB, y las agresiones a la Constitución por parte del CNE y del TSJ

Y uno se pregunta qué está pasando, por qué Maduro dice que nunca entregará a la oposición así su poder sea revocado, por qué Diosdado ha recurrido al más furibundo látigo que puede exhibir un dictador para silenciar las voces de la protesta, por qué Jorge Rodríguez ha desempacado sus fórmulas para dar al traste con el llamado a revocatorio, por qué han abierto una nueva lista de Tascón y exigen públicamente el despido de todo funcionario que haya firmado las planillas y hable, como es su costumbre, de unas pruebas que por supuesto no tiene porque no existen, según las cuales las casi dos millones de firmas obtenidas son producto de una diabólica manipulación opositora y por qué Padrino habla como habla y Rodríguez Chacín, un hombre especialista en formar colectivos paramilitares, dice lo que dice.

La razón de todo esto no es otra que sembrar el caos y profundizar la confrontación, toda vez que la sala situacional del régimen, que a diario se reúne para diseñar los pasos a dar, ha descubierto que no hay forma de evitar la derrota en el revocatorio, razón por la cual tomaron la decisión de impedirlo a toda costa.

Pelea muy desigual porque mientras la oposición sigue los pasos establecidos en la Constitución, el régimen prefiere la trocha de la conspiración permanente, burlarse a diario del pueblo y del estado de derecho, y recurrir a los bajos instintos del peor y más salvaje populismo.

Desde luego un régimen así no puede querer ni diálogo, ni mediciones electorales. Un gobierno militar que se instauró por el voto popular, que en poquísimo tiempo se transformó en una intolerable autocracia con culto a la personalidad incluida, para luego convertirse en un estado forajido que apunta sin piedad a la desintegración de un país, no puede querer un escenario distinto a la confrontación y el abuso de poder.

Desde aquel breve ensayo de diálogo en el que los voceros del régimen salieron con las tablas en la cabeza, y después de la derrota del 6D, las palabras diálogo y elecciones para el régimen quedaron prohibidas y en su lugar quedaron los colectivos violentos, la GNB, y las agresiones a la Constitución por parte del CNE y del TSJ, formado en su totalidad por jueces, militantes unos y mercenarios otros, convertidos en un vil instrumento para desconocer la voluntad popular.

El miedo reverencial del régimen en este momento estriba en que la agenda del pueblo y de la oposición son las mismas y están en el revocatorio, solo nos queda una pregunta, por demás incómoda, ¿qué hará la oposición frente a semejante avalancha? ¿Con cuales acciones cuenta para hacer creíble su discurso sin desengañar a ese pueblo que votó el 6D?