El Gobierno se desdice de su lema de todos estos años: “Dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada”
Luis Fuenmayor Toro
No firmé el revocatorio. No impulsé su aplicación. No le hice propaganda. No considero que el problema de Venezuela se resuelva con la salida del poder del presidente Maduro ni del chavecismo, independientemente de que pensemos que éste ha sido el peor gobierno de Venezuela desde 1948. En el pasado se pensó que la grave crisis que se vivía a finales del siglo pasado se resolvía con la destitución de Carlos Andrés Pérez, a pesar de que ésta había sido planificada por los mismos actores responsables del caos de aquella época, como fórmula última de salvación. La crisis aquélla no se resolvió ni pudieron salvarse con la ilegal destitución de sus autores. De nuevo se pensó que con la derrota de los adecos y copeyanos por Caldera se daba inicio a un período diferente, en el que el modelo económico y político cambiaría para mejorar la situación de la nación y enrumbarla definitivamente por la vía del desarrollo. Tampoco ocurrió el cambio esperado.
El último fracaso de este tipo de concepciones lo estamos viendo y sintiendo en una forma muy cruda y desesperanzadora. Salimos del pasado que se generó a partir del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, con un líder que aparentemente no estaba contaminado con las lacras de ese pasado y que venía conspirando para sustituirlo. Triunfó Chávez y su legado lo estamos viviendo. La crisis del segundo gobierno de Caldera tampoco se resolvió, simplemente se pospuso por un breve período, al igual que ocurrió durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando los gigantescos ingresos productos del rentismo petrolero le hicieron construir una “ilusión de armonía”, muy parecida a la construida por Chávez internamente e incluso en el ámbito internacional.
CAP dirigió sus esfuerzos hacia la unidad del Sur frente al norte desarrollado, estableció con Cuba y con Fidel relaciones de colaboración especiales, le extendió el Convenio Petrolero de Costa Rica, y utilizó el petróleo en la construcción de relaciones internacionales amplias y fuertes de nuestro país. Chávez imita ese proceder muchos años después. Fue el Presidente de la nacionalización petrolera, al adelantar en una década la reversión de las concesiones extranjeras y al crear nada menos que a Pdvsa. Estas cosas disgustan a quienes hoy pretenden construir una historia distinta, a quienes inventan que ellos son los nacionalizadores del petróleo, cuando realmente han instrumentado un perverso mecanismo de desnacionalización, que no ha sido combatido por la oposición adscrita a la MUD.
Las situaciones descritas tampoco le gustan mucho a quienes dentro de la MUD se oponen al Gobierno, pues muchos de ellos participaron en “la salida” de Pérez y son por lo tanto responsables también del actual desastre, situación de la que quieren desprenderse u olvidarse. No sirvieron entonces ni las salidas de Pérez, ni la de la llamada democracia representativa, para resolver la situación de crisis recurrente del país. Podríamos irnos más atrás y no estaríamos pecando de exagerados, como algunos podrían pensar. Tampoco sirvió la salida de Pérez Jiménez, para que se cambiara el modelo económico adoptado por nuestros gobernantes desde hace casi cien años. Modelo basado en la venta de combustible fósil, el mantenimiento en la ignorancia de la mayoría de los venezolanos y la ausencia de desarrollo de las ciencias y la tecnología. Las iniciativas puestas en esa dirección por el régimen perezjimenista fueron yuguladas totalmente por Rómulo Betancourt y Acción Democrática.
Pero el hecho de no considerar al referendo revocatorio como una medida que nos conduzca a la superación del subdesarrollo no significa que me oponga a su realización, ni que permanezca callado ante los abusos cometidos contra los venezolanos firmantes. Se trata de un derecho constitucional con el cual se han llenado la boca incluso quienes ahora lo critican y boicotean. La nuestra supuestamente es la mejor constitución del mundo, entre otras cosas, porque le da el derecho al pueblo de revocar a sus mandatarios. Y ese derecho tiene que ser respetado y garantizado por el Gobierno y no lo está siendo. Por el contrario, todo el proceso hasta ahora impuesto por el CNE para la validación de las firmas es una demostración clara de la calaña de nuestros gobernantes; nada que ver con la democracia ni con la participación ciudadana ni con los derechos constitucionales de la gente. Constituyen un ventajismo increíble, un abuso de poder inimaginable y totalmente censurable, pues insisto es un derecho establecido en nuestra Carta Magna.
El Gobierno se desdice de su lema de todos estos años: “Dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada”. Pero no sólo se desdice y se niega a sí mismo, sino que comete graves delitos, uno de ellos el utilizar a la Guardia Nacional para interferir con los legítimos procesos asumidos por la población. No se puede invocar que quienes han efectuado la propuesta de referéndum revocatorio tienen en mente planes golpistas, pues independientemente de que sea verdad, nadie puede ser descalificado ni perseguido por lo que supuestamente esté pensando, ni mucho menos se puede descalificar un instrumento constitucional por lo que creamos tienen en mente sus propulsores. Los argumentos absurdos utilizados por el Gobierno son totalmente inválidos.
La política venezolana, sin embargo, no se puede restringir a hacer o no el revocatorio. Son gigantescas las calamidades existentes y muy graves los sufrimientos de la gente, el hambre y la desnutrición creciente que afectará a los venezolanos del futuro. Esto es necesario abordarlo y salirle al paso.