Es la decisión que debería tomar la MUD-AN, si la obligamos con el pueblo en la calle para que abandone su conducta pusilánime
Jesús Petit Da Costa
Estamos en el justo momento de la conjunción de las tres causas extremas del estallido social con el cual irrumpe la rebelión popular: colapso total de la economía, hambre y crisis humanitaria. La gente está pasando hambre y muriendo de mengua, sin medicinas ni hospitales, sin trabajo y sin esperanza. Esta situación excede a un estado de emergencia. Es una hecatombe, que genera juntos descontento, desencanto y rabia, los cuales vienen manifestándose en brotes espontáneos y sucesivos como si fuera una erupción que se extiende por el cuerpo social.
En estas circunstancias hay que actuar de inmediato. Se trata de la salvación nacional. La de Venezuela y de todos los venezolanos. No hay tiempo para revocatorio ni para diálogos. Es la hora de la acción, más aún cuando tenemos la justificación constitucional perfecta. El 11-05-16 la AN declaró roto el orden constitucional por el gobierno títere de Maduro, pero no actuó en consecuencia como estaba obligada. Transfirió la decisión a la OEA solicitando la aplicación de la Carta Democrática. El 30-05-16 el Secretario General de la OEA, doctor Luis Almagro, informó a la organización que efectivamente en Venezuela se ha producido “una grave alteración del orden constitucional”, exponiendo los hechos que sustentan su afirmación y recomendando la aplicación de la Carta Democrática.
El informe de Almagro, junto con el pronunciamiento previo de la AN, obligan ahora a ésta, sin excusa ni demora alguna, a la aplicación del Art. 333 de la Constitución que en tal eventualidad (la ruptura del orden constitucional) impone a todo ciudadano investido de autoridad, civil o militar, el deber de proceder al restablecimiento de su efectiva vigencia y a los demás, los que no estamos investidos de autoridad, a colaborar en este sentido. Si la AN, única investida de autoridad civil para hacerlo, no lo hace, será responsable del estallido de una rebelión popular que se la llevará junto con Maduro.
Declarada la ruptura del orden constitucional, Maduro pasa a ser un gobernante ilegítimo que ejerce un gobierno de facto. Con un gobernante así no se dialoga, sino se le depone (=privar a una persona de su empleo o degradarla). Como acertadamente ha dicho Almagro, que aplica la lógica jurídica y política de la cual parecen carecer los señores de la MUD-AN, lo que procede es cumplir con la Constitución. Resulta ilógico también el revocatorio de un gobierno ilegítimo o de facto, porque es un mecanismo previsto para revocar el mandato de uno legítimo. Al que es ilegítimo no se le revoca el mandato puesto que carece del mismo precisamente por su ilegitimidad. A estas incoherencias conduce la conducta pusilánime de la MUD-AN. No es la OEA la pusilánime. Es la MUD-AN. No podemos pedirle a la OEA que haga el trabajo que la MUD-AN no se atreve a hacer a pesar de haber recibido el mandato imperativo para ello, que le fue dado para evitar que lleguemos a la hecatombe. La prudencia de la OEA se debe a la conducta pusilánime de la MUD-AN, francamente desleal y colaboracionista en el caso de la reunión secreta de Santo Domingo. No se puede pretender que los diplomáticos sean más decididos que los diputados, los cuales no se atreven a dar los pasos decisivos.
Ha llegado, pues, el momento de que la MUD-AN actúe para restablecer la vigencia de la Constitución, paso previo a evitar la hecatombe socio-económica, exigiendo la renuncia inmediata de Maduro por su ilegitimidad al haber roto el orden constitucional, bajo la amenaza de su deposición en cumplimiento del Art. 333 con fundamento en el pronunciamiento previo de la AN junto con el informe Almagro. Pero sobre todo en una razón de fondo omitida en ambos: la violación del Art. 1º de la Constitución al ser Maduro títere de Cuba, de cuyo gobierno es persona interpuesta. Al ser Maduro títere de Cuba ha violado toda la Constitución. Todavía más, nos ha dejado sin Constitución porque sin soberanía no hay Constitución. En consecuencia, para restablecer la Constitución hay que recuperar la soberanía. Y para recuperar la soberanía hay que salir o deponer a Maduro por ser títere de Cuba.
No es a la OEA que debemos reclamar acción. Es a la MUD-AN, porque sólo si actúa salva al país de la hecatombe e impulsa la participación de la OEA en el restablecimiento de la democracia.