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Venezuela: intervención de fuerzas globales, solución sandinista o golpe militar

Venezuela: intervención de fuerzas globales, solución sandinista o golpe militar

Si la oposición no acepta el acuerdo fundacional, la situación terminará muy pronto en un estallido social que provocará un régimen militar


Heinz Dieterich

  1. Almagro y la Guerra tropical de las Rosas

Diecisiete años de batalla por el control del Estado han dejado exhaustas a las fuerzas en guerra y dejado a Venezuela como la Inglaterra en la “Guerra de las Rosas” (1455-85). Ni la trifásica MUD ni el bipolar PSUV-Gobierno pueden destruir al enemigo, para quedarse con el máximo premio de la contienda: la renta petrolera. Ante la imposibilidad endógena de liquidar al enemigo, tanto la facción neoliberal-monroeísta como la socialdemócrata-populista de los mantuanos del Siglo 21, han acudido a la intervención externa. Washington, el Vaticano, la Internacional Socialista, la UNASUR y el neo-fascismo falangista han sido convocados por las fuerzas indígenas, para participar en el jaque mate final del drama tropical. Cuatro grandes bloques de poder entre las fuerzas autóctonas y los redentores extra muros pueden distinguirse en el campo de batalla.

  1. Washington y la Carta Democrática

El show del Departamento Colonial de Estados Unidos, que extrañamente es llamado Organización de Estados Americanos (OEA), fue montado por su última adquisición mercantil, el cipayo Diego Almagro. La investidura de Almagro como Secretario General de la OEA, dicho sea de paso, fue propuesta de Pepe Mujica, apoyada por Venezuela. Una infeliz operación que demostró una vez más —como los casos de Maduro, Dilma y Scioli— que los socialdemócratas-desarrollistas de América Latina están en extrema urgencia de tomar un curso básico de psicología aplicada y política revolucionaria, cuando se trata de nombrar sucesores para cargos importantes. Mientras, en el teatro de operaciones del cipayo charrúa, Henry Ramos Allup y su combo parlamentaria se mordieron las uñas de ansiedad nerviosa, esperando poder unirse al Tio Sam en el reality show de “Big Brother Productions”. Pero, a Allup le sigue fallando Cronos. No logró “sacar” a Maduro en seis meses, como había prometido en la Asamblea Nacional, y tampoco recibió la tan anhelada llamada para dar cátedra en Washington.

El resultado del show, sin embargo, no es, como dice la propaganda de poca monta del Palacio de Miraflores, un triunfo para Maduro o “los pueblos de América Latina”. Washington sabía, por supuesto, que no iba a lograr una condena a Venezuela, es decir, que la plaza no iba a caer con el primer cañonazo. Pero, con su “táctica de salami” avanzó otro paso hacia el golpe final. Hizo política y públicamente más admisible el coup d´etat de Brasil, institucionalizando de facto una nueva forma jurídica de golpe de Estado monroeista en el hemisferio. Se trata, nada menos, de un nuevo instrumento intervencionista subcontinental, funcional para la implementación del Cóndor II. Y la participación de los gobiernos latinoamericanos en la ilegal reunión de la OEA   —pese a la flagrante violación de la normatividad hemisférica vigente respectiva, por Almagro — contribuyó ipso facto a la legitimación de este nuevo instrumento monroeista de Washington y sus lacayos. De la misma manera, la reunión estableció una plataforma política-discursiva de seudo legalidad importante, que, como referente, le permite a los medios de manipulación globales potenciar aún más la campaña subversiva contra Venezuela.

  1. La Internacional Socialista

Donde galopan los jinetes apocalípticos del capital gringo, no puede faltar la competencia europea. Al fin y al cabo, la camarilla de Cabello y Maduro y su fracasado desarrollismo socialdemócrata populista, se encuentran ideológicamente más cerca de los ex vicepresidentes de la Internacional Socialista de Willy Brandt, el español Zapatero y el dominicano Leonel Fernández, que de la neocon Hillary Clinton o el troglodita Uribe. Zapatero y Fernández, acompañados por el ex Presidente del paraíso fiscal Panamá (Martín Torrijos), se encontraron en la República Dominicana con delegados de Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular. El objetivo, urgido por el Papa y UNASUR, era dialogar sobre una solución pacífica al conflicto nacional. Sin embargo, el pretendido diálogo de concertación se acabó, cuando chocó con la cruda voluntad de poder de los actores y la verdad de lo concreto. La oposición exigió el revocatorio, la amnistía, el regreso de los exiliados y la reforma económica. El gobierno, a su vez, demandó parar la iniciativa en la OEA. Ahí terminó el romance de la negociación pacífica.

  1. El Papa y Henrique Capriles

Mientras tanto, cual araña silenciosa y diligente, Capriles está tejiendo la alternativa del Centro para sustituir a Maduro y ganarle la carrera a sus competidores Allup, López y Borges. Vía su operador político Henry Falcón —que como Gobernador de Lara capitaliza a la Divina Pastora de Barquisimeto, que genera la mayor procesión mariana del mundo, lo que le abrió a Falcón la puerta para poder charlar con el “Dulce Guerrero” en la Ciudad Eterna— está tejiendo la red urbi et orbi con el progresista Papa Francisco y algunos de sus altos ejecutivos subalternos en Venezuela. La UNASUR, con el experimentado neogranadino Ernesto Samper a la cabeza y apoyada por los países que quedan del bloque progresista criollo, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba, es la tercera variable en esta ecuación entre el Vaticano, el gobierno de Maduro y las fuerzas de Capriles. Capriles se enfureció con la estratagema de diálogo a lo oscurito en la República Dominicana y la intervención estadounidense vía la OEA, instrumentada por Ramos Allup. Por supuesto, tiene toda la razón. Porque si sale exitosa, la vieja vedette socialdemócrata podría estar en condiciones de mostrarle al joven hijo de la oligarquía —con fuertes resabios del software clerical-fascista de Plinio Correa de Oliveira, desde sus tiempos en la TFP— la tarjeta roja del campeonato por el petróleo venezolano.

  1. López, el Franquismo trasnochado y el Centro

El último bloque de poder está mirando al mundo en forma de cuadrícula. Leopoldo López sigue en la cárcel, esperando que el apoyo del quijotesco franquismo del Partido Popular (PP), con sus peligrosos líderes Aznar y Rajoy y sus aliados de la diáspora latinoamericana (Uribe, Temer, Macri, Miami), puedan cambiar la correlación de fuerzas a su favor. Sin embargo, con la creciente popularidad de Obama, el caos en el Partido Republicano, la corrupción en el PP y el progresivo debilitamiento de los corrompidos Temer y Macri, las posibilidades de triunfo de López son escasas. Es más probable, que la convergencia del bloque de Capriles con el de la Internacional Socialista será el Centro victorioso del conflicto.

  1. La Revolución de las Colas y la cabeza de Maduro

Toda rebelión social comienza por el hambre y Venezuela no será la excepción. Tomando el incremento de los saqueos como parámetro sistémico de la situación actual, es evidente, que el momento del estallido generalizado se acerca rápidamente. Como la absoluta mayoría de la población está convencida, que la camarilla de Maduro es responsable causalmente del hambre y de la situación insostenible de las masas, no hay forma de salvar la cabeza de Maduro y el proyecto de desgobierno que encarna. El fracaso de todas las negociaciones hasta el día de hoy demuestra que no hay nada que hablar, mientras el gobierno no acepta prescindir de Maduro y Cabello. La pregunta real en Venezuela, por lo tanto, es, como llegar a un arreglo que salve la cara al “Chavismo” y permita una concertación que evite la violencia. La única respuesta posible a esa pregunta es: la solución sandinista de 1990.

  1. Solución sandinista fundacional o violencia masiva

En la diplomacia y, muchas veces, en la política, la forma es sustancia; y la única forma para que ambos adversarios puedan salvar la cara, es la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales para el año 2017. Esta solución le permite al gobierno evitar la estrepitosa derrota del revocatorio; pregonar que es democrático; cambiar su equipo para tratar de rescatar lo poco rescatable del PSUV para las elecciones del 2017 y llegar a un acuerdo económico con el bloque de Capriles, con apoyo del Papa, la IS, UNASUR y, eventualmente, Washington. Maduro renunciaría antes de fin de año por razones de salud. Es evidente, que el “Chavismo” perderá esas elecciones holgadamente. Por lo tanto, tiene que negociar que durante unos seis años no se cambie la oficialidad de las Fuerzas Armadas ni el control de determinados sectores de la policía. Esto es necesario para evitar un revanchismo y una represión generalizada. Sobre este acuerdo fundacional, se puede entonces negociar todas las demás demandas de ambas partes. Las razones para que los dos adversarios acepten tal arreglo, son poderosas.

  1. La última oportunidad antes de la catástrofe

Si la oposición no acepta el acuerdo fundacional, la situación terminará muy pronto en un estallido social que provocará un régimen militar. Y, la vieja clase política pre-Chávez no puede estar seguro, de que les vaya a ir muy bien en tal régimen de facto. Por otra parte, si la camarilla de Maduro-Cabello no acepta el acuerdo fundacional, le espera, más temprano que tarde, un levantamiento social generalizado, seguido por un golpe militar. Y ahí, tampoco pueden estar seguros, que sus antiguos aliados les tratarán con guante de seda. De ahí, que para ambos lados ésta es la última oportunidad de negociar que tienen. Si no la aprovechan, la bota militar los sustituirá.