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El Animal Nacional

La hormiga, por laboriosa, el perro, por fiel, y el caballo, por noble, fueron rechazados


O.E

“Come como un animal, habla como un animal, ese sujeto es un animal”.

La Sociedad Protectora de la Fauna Bolivariana –en vías de extinción- convocó un cónclave.

Protesto. No es justo que los humanos cada vez que quieren despotricar de sus congéneres, los equiparan con nosotros –abrió la deliberación, un roedor, de malas pulgas, sarnoso, de albañal, de esos que cuando el barco comienza a irse a pique, son los primeros en saltar por la borda.

La lista de oradores se multiplicó. Un supuesto símil con la hiena de cierto diputado que conduce un programa de TV, provocó los alaridos de la susodicha. El cuervo siguió en el orden de la palabra para confesarse capaz de sacarles los ojos a sus benefactores, pero minimizó semejante atavismo: “Peor es arrasar un país. Así que cuando piensen en un traidor, zapateen para otro lado”. La perra, los hijos de esta última, el gusano, el chacal, la gallina, el sapo, sobre todo este último, por haber sido comparado con patriotas cooperantes, se adhirieron a la protesta.

Hasta el pargo emergió de las profundidades de un closet –o del mar-, algo que el acta de la reunión, no aclara muy bien: “Deshonra, sobremanera, que mi nombre se emplee como remoquete de cierto alcalde”, reclamó, muy circunspecto.

“Para desagraviarnos –resolvieron por unanimidad- elijamos, Animal Nacional, al más animal de nosotros ¿No tiene, acaso, el país, al araguaney y a la orquídea como árbol y flor nacional? Procedamos, en consecuencia, de manera participativa, protagónica, pero sobre todo, animal, a seleccionar a quien resulte más representativo”.

La hormiga, por laboriosa, el perro, por fiel, y el caballo, por noble, fueron rechazados: “Encarnan los peores valores pequeño-burgueses”, dictaminó la zorra, árbitro electoral. Y por planas, anuló las firmas de sus postulaciones.

Vinieron las votaciones nada limpias, como se verá, porque por aclamación resultó electo el cochino, “Animal Nacional”. Y no hubo queja entre las bestias, por su talante Presidencial.