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Club Forajido, A.C.

¿No hay golf clubs, tenis clubs y bolas criollas clubs? Nada de particular, entonces, que republiquetas bananeras creasen un sitio para el solaz y el desmadre


O.E

Los países forajidos decidieron constituir su propio club. Una A.C. o asociación civil para comer, beber, pasarlo gordo, incluida licencia para consumir carburante de alto octanaje lejos de las miradas indiscretas de fiscales acusadores, escuadrones de la DEA, comités de ética o tribunales, por muy de injusticia, venales o indisciplinarios que fuesen.

¿No hay golf clubs, tenis clubs y bolas criollas clubs? Nada de particular, entonces, que republiquetas bananeras, republiquetas del llamado continente negro, republiquetas ex integrantes de la vieja y poco noble URSS, igual que cierta republiqueta bolivariana, desalineada de la moral, las buenas costumbres y el orden de la familia, creasen un sitio para el solaz y el desmadre.

El primer escollo fue la construcción de la sede. Millón de dólares, euros, yenes, ruanes, rupias y hasta pesos macuquinos invertidos para un simple ladrillo, millón que se robaban.

Después de dilapidar 1.000 o 2.000 veces más que el presupuesto inicial; de pagar y cobrar, entre los mismos camarados y camaradas, comisiones, sobornos, coimas y bajadas de la mula, llegó el festejo de inauguración.

El desorden del día incluyó develación de la “estuatua” de cierta momia con el brazo enhiesto como pidiendo real, cuyo nombre no mencionamos, porque no queremos ofender.

Y por supuesto, mucha caña y bailoteo, rucaneao, frotahebilla, al son de la “Pillo’s Caracas Boys” importada, directamente, desde cierta republiqueta forajida y desvergonzada.

— Con el permiso, “señorita” ¿Echamos un pie? ¡Pero qué bien bailas, picarona! Antes de hacerte la correspondiente proposición deshonesta, dime, ¿cómo te llamas? ¡La Republiqueta Bolivariana! ¡Qué alegría, conocerte! Déjame presentarme, soy la Republiqueta de Zimbabwe. ¡Estamos muy orgullosos de ti, porque eres nuestra edición más descorregida, aumentada y depravada!

La inauguración terminó, como terminan las cosas entre la canalla: tronas, hurtos, reyertas, lesionados, bacanales, orgías a calzón quitao.

¡Y pa’ gozá!