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Hipocresía ideológica

Resulta irónico e indignante que detrás de este falso discurso antiimperialista y soberano se gesta una política genuflexa y antinacional


José Rafael López Padrino

El ungido de Maduro y banda de estafadores ideológicos han proseguido con su perorata sobre el carácter socialista y antiimperialista de su proyecto político.

Sin embargo, su “socialismo del siglo XXI” apunta más bien hacia un vulgar y perverso capitalismo de Estado explotador y entreguista, el cual fomenta la profundización de las relaciones de producción capitalista. Ello no sorprende dado los visos bonapartistas y populistas que alimentan al fachochavismo.

El antiimperialismo del régimen no pasa de ser “declarativo”. Se reduce a críticas a Mr. Obama y otros personeros del gobierno de la Casa Blanca.

Pero al mismo establece alianzas privatizadoras con el capital transnacional dedicado al extractivismo gaso-minero-petrolero mediante la conformación de empresas mixtas (transnacionales-Estado)comprometiendo nuestra soberanía.

El proyecto bolivariano ha impulsado desde la llegada al poder un modelo primario exportador (extractivista), lo que ha venido acompañado de una sistemática desindustrialización, la penetración renovada del capital extranjero, principalmente de las multinacionales imperialistas, así como la depredación criminal del medio ambiente.

Con la profundización del extractivismo hemos retornado a la economía de enclave -un concepto que se creía enterrado en la y que hace unas décadas sonaba como un anacronismo-, en donde las inversiones extranjeras que se implantan en el territorio nacional operan con la mirada puesta no en el mercado interno sino en el mercado mundial.

Para los desmemoriados, vale recordar que durante el gobierno del ya fallecido teniente coronel se entregó la exploración y la explotación del gas de la Plataforma Deltana a las empresas: Chevron-Texaco, British Petroleum (BP), Exxon-Mobil, Statoil por el lapso de 30 años (Palacio de Miraflores, 2004).

Igualmente adjudicó tiempo después a la Chevron-Texaco y a la Gazprom, los derechos de exploración y explotación de gas natural en el Golfo de Venezuela por un período de 30 años (2005).

Y más recientemente la activación del Arco Minero del Orinoco, una “zona franca minera” creada durante el mandato del tte coronel y contemplada en la Plan de la Patria (aunque algunos fanatizados lo olvidan o lo desmienten).

Espacio territorial que se le ha cedido a más de 130 empresas, entre ellas a la canadiense Gold Reserve. Estas empresas gozarán de la exención de pago del impuesto sobre el valor agregado, de timbres fiscales, y municipales.

Además, estarán autorizadas para exportar y vender su concentrado y barras que contengan oro, cobre, plata y otros minerales estratégicos fuera de Venezuela y mantener los ingresos de tales ventas en cuentas fuera del país en moneda norteamericana.

Esto aunado a la creación de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) (13/11/2001), paraísos de explotación capitalista salvaje en el territorio nacional, cuya soberanía será cedida al control del inversionista extranjero. Ejemplar antiimperialismo.

Resulta irónico e indignante que detrás de este falso discurso antiimperialista y soberano se gesta una política genuflexa y antinacional que persigue la entrega de nuestros recursos al capital extranjero.

Estamos en presencia de un malévolo proceso de desnacionalización neoliberal de las actividades medulares de la industria petrolera y de minería iniciado por el tte coronel y continuado por el ungido de Maduro.

La creación de estos enclaves de extracción de minerales e hidrocarburos ha venido acompañada de la militarización de esos territorios, desmejorando la garantía de los derechos humanos, así como la expulsión de los residentes genuinos de la zona (pueblos originarios) como ha venido ocurriendo en el Arco Minero del Orinoco.

Es decepcionante ver a comprometidos militantes de la utopía y de la soberanía nacional terminar reptando frente a esta farsa ideológica.

Desencanta constatar como soñadores del ideal revolucionario hayan terminado en vulgares aduladores de la bota militar y cómplices de la desnacionalización del país.

Este es el auténtico rostro del “antiimperialismo del siglo XXI”. Más allá de ondear falazmente las banderas del socialismo el iletrado Maduro al igual que comandante insepulto son los continuadores del proyecto de dominación explotador y excluyente.

El anti-imperialismo bolivariano es quizás el mejor ejemplo de la hipocresía y falacia ideológica.