El sociólogo y también presidente de Paz Activa asegura que Venezuela no es un narcoestado sino una mezcla de varias cosas: cleptocracia, corrupción y narcotráfico. Además considera que el Gobierno busca llevar al pueblo venezolano a un estadio de debilidad moral, donde no puedan reclamarle a sus líderes sus faltas morales porque ellos también las han cometido
Patricia Marcano
Luis Cedeño es director ejecutivo del Observatorio del Delito Organizado, que desde 2012 se dedica a estudiar el crimen organizado transnacional en Venezuela, y de la asociación civil Paz Activa, paraguas del observatorio, con trabajo en el campo de la seguridad ciudadana y de los problemas de convivencia desde su fundación, hace 17 años.
Pero Cedeño también es sociólogo, y bajo esa visión analiza cómo la sociedad venezolana ha sido corrompida y golpeada en su moral y ética por un Gobierno que actúa como un Estado mafioso, explica el especialista.
Además, para comprender lo que nos pasa como país, Cedeño habla de cleptocracia, narcoestado y corrupción, de cómo la crisis ha hecho surgir un nuevo tipo de delito y del papel de las OLP (Operación para la Liberación del Pueblo), que este mes han vuelto a tener el foco de las críticas y el rechazo por las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo con ellas, tras lo ocurrido en Barlovento: la tortura y asesinato de 12 personas, cometido por militares, tras ser detenidos en una OLP.
Un hecho que se sumó a la masacre de Cariaco, otra ejecución extrajudicial registrada en noviembre (contra nueve pescadores), cometida según determinaran las investigaciones de la Fiscalía por el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional Bolivariana (Conas); hay cinco funcionarios detenidos. En el caso de la masacre de Barlovento, 10 uniformados del Ejército fueron imputados por este caso y trasladados a la cárcel de Yare.
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SOMETIMIENTO Y CONTROL SOCIAL
¿Qué papel están teniendo las OLP? ¿Qué se puede concluir tras el último hecho ocurrido en Barlovento?
Las OLP se han desviado en estas ejecuciones extrajudiciales que son claramente violatorias de los derechos humanos. Al Estado se le ha trancado el juego en el tema de la inseguridad; no olvidemos los incontables planes y programas.
La OLP viene del fracaso de otro plan que era el de zonas de paz, que escondían un modelo de seguridad ciudadana alineado con la visión de izquierda. El Gobierno vio en unos grupos delincuenciales a aliados para ciertos momentos y esto les permitió crecer, evolucionar y se consolidaron en lo que hoy llamamos megabandas, en esos espacios de distensión donde el Gobierno cedió el monopolio de la violencia a estos grupos.
Paralelamente hay otras cosas de contexto nacional que han llevado no solamente a la militarización de la seguridad ciudadana sino también a que ya se asuma la lucha contra la delincuencia desde un plano bélico, de guerra.
«las ejecuciones extrajudiciales son como una bola de nieve. El primer muerto de la noche no es el último»
¿Por qué?
Porque los militares manejan el lenguaje de guerra y hablan de neutralizar, dar de bajas. En el lenguaje de la guerra no estamos hablando de reinsertar socialmente, rescatar, recuperar; es un lenguaje que tiene que ver con la eliminación del enemigo.
Estas OLP, que están definidas por una política de mano dura, también tienen varias debilidades y prácticamente el único resultado que pueden dar es la muerte de estas personas en los operativos. Las OLP no tienen retenes, ellos no pasan a nadie a la Fiscalía. Los operativos no están basados en la observación de un caso ni en inteligencia, sino que llegan y es como una razia, tumban puertas, desalojan. La OLP no parte de una actividad policial normal.
¿Es como un exterminio?
Sí, hablamos de que antes de llegar a una zona van una semana antes, preguntan a algunas personas, pero no es una labor policial concienzuda donde el policía ya conoce el problema y a los actores. Por eso ha habido tantas denuncias de violaciones de derechos humanos, porque en esa improvisación resulta que no todos son delincuentes, algunos no tienen nada que ver.
En este caso la política del Gobierno solo cabría calificarla con una palabra y esa palabra es ‘terrorista’. Fíjate del reciente caso del muchacho que se roba las auyamas o el que se robó la mano de plátano en el Sur del Lago, hay un metamensaje allí de parte del Gobierno que dice que no va a tolerar ni tolera ninguna acción, o por lo menos no lo tolera de los más pobres, mientras que a los más ricos y grandes cacaos y desfalcadores de cuello blanco, que tienen el país hambreado, por supuesto que no se les toca. Es una forma de sometimiento y de control social muy fuerte.
«las megabandas son como una hidra, cortas una cabeza y crecen dos cabezas más»
¿Y el caso de Cariaco, donde están involucrados organismos de seguridad en ese hecho?
Por lo general las ejecuciones extrajudiciales son como una bola de nieve. El caso que mejor explica esto es el famoso caso del barrio Kennedy, en Caracas. Los funcionarios se dan cuenta de que cometieron un error, porque tienen que matar a las personas que son, y tienen que matar al que está denunciando al que mató y ahí viene la bola de nieve. Los policías saben esto.
El primer muerto de la noche no es el último, de hecho todos los muertos que vienen después están enlazados con la primera muerte, y con estas ejecuciones tienen que ir concatenando otras hasta que lleguen a un punto muerto, hasta que no quede nadie que diga algo, hasta que el miedo sea tan grande que nadie dice nada. Muchas de estas cosas tienen que ser lo suficientemente grandes para que el pueblo o la comunidad entienda que cualquiera puede ser el próximo al que maten y que no va a pasar nada.
MÁS MEGABANDAS
¿Se ha socavado aún más la confianza que podía quedar en algunos cuerpos policiales, si la había, con las OLP y estas masacres?
El tema allí es la destrucción de la confianza del ciudadano en las autoridades públicas. Además estos hechos no pasan en las grandes urbes sino en pequeñas localidades como Cariaco y Barlovento. Los victimarios tienen que dar el aura de que están conectados con el poder, que no va a pasar nada, que la gente sienta indefensión frente al Estado porque el Estado no hace nada, y todo esto erosiona muchísimo esa percepción que hemos medido.
Los cuerpos que han perdido más prestigio en los últimos años han sido la Guardia Nacional, como ente que hoy cumple funciones de seguridad ciudadana. Y otro cuerpo muy desprestigiado, a pesar de ser nuevo, es la Policía Nacional Bolivariana (PNB), y no tendría razón para estarlo; el desprestigio de la PNB equivale al de las policías estadales, que históricamente son las que han cargado con el mayor desprestigio a nivel nacional. Se está destruyendo una confianza que es necesaria para la seguridad ciudadana entre los cuerpos de seguridad y los ciudadanos.
¿Ese tipo de políticas de mano dura funcionan?
No, las políticas de mano dura no ayudan. Si uno hace un corte transversal en varios países donde la seguridad ciudadana es tan precaria como en Venezuela, ves que este tipo de políticas suele hacerse cerca de las elecciones, suelen dar réditos electorales porque la gente siente que están haciendo algo. Yo no sé por qué en Venezuela no ha dado esos réditos políticos.
Ya se nota que es una crítica mayor, la AN en pleno condenó la masacre en Barlovento, que ambos bandos se hayan puesto de acuerdo para hacer un llamado condenatorio hacia el Estado nos parece importante. Contrariamente a lo que esperaba el Gobierno, que este tipo de políticas de mano dura frente a la inoperancia de muchísimos años en seguridad ciudadana les iba a dar algún resultado, o les iba a elevar el perfil en la opinión pública, nada de esto ha sucedido.
«Venezuela es un rompecabezas de actividad delictiva boyante”
¿Desde que están las OLP actuando se han reducido los delitos?
No, ese es el tema. Hay tres indicadores interesantes que podríamos recoger de la opinión pública y de la prensa, porque lamentablemente el operativo no ofrece ningún informe sobre su gestión. Al principio decían mucho que habían dado de baja a varios de los cabecillas de estas megabandas, pero nos dimos cuenta rápidamente de que las megabandas son como una hidra, cortas una cabeza y crecen dos cabezas más.
Sucedió que al matar al líder de la megabanda esta se dividía en dos megabandas y tenías el doble de problemas. Dar de baja a los cabecillas no sirvió para eliminarlas.
El otro indicador claro de que las cosas no estaban saliendo bien eran las denuncias de violación de derechos humanos. Y el tercer indicador es que se elevó de forma muy preocupante y rápida el número de muertes asociadas a casos de resistencia a la autoridad. Puede ser que te resistas y no mueras, que te resistas, haya un tiroteo, resultes herido y te atrapen, o que sea en flagrancia, te resistas y atrapen. Pero la proporción de personas que mueren en esa resistencia se elevó a 90% y los casos se han triplicado.
¿Cuáles eran las cifras anteriormente?
Tradicionalmente en Venezuela podían registrarse entre 1.200 y 1.500 casos de resistencia a la autoridad. Bajó abruptamente por razones obvias después del caso Kennedy, como a 800. Pero desde que están las OLP estos números se han triplicado, hablamos de 4.500 casos de resistencia a la autoridad, donde 90% son personas que mueren en un supuesto intercambio de disparos entre cuerpos de seguridad del Estado y un presunto delincuente.
La relación que se maneja como estándar internacional de la proporción de cuántos mueren en un enfrentamiento entre policías y presuntos delincuentes es de 1 a 5: por cada policía que muere en un enfrentamiento mueren cinco presuntos delincuentes.
«Aquí nadie robaba antes porque necesitaba comer»
¿En Venezuela se cumple ese estándar?
En Venezuela estamos muy mal con la proporción. Por cada policía que moría fallecían 39 delincuentes, eso en el año 2004. Ahora estimamos que por cada efectivo, no solo policial porque hay que incluir a la GNB y a esos efectivos que están cumpliendo labores policiales, puede haber 50. Hoy la proporción puede estar de 1 a 50, por cada policía que muere, mueren 50 presuntos delincuentes.
Podrán decir que en Venezuela matan a muchos policías anualmente, pero ahí hay que aclarar que de cada 10 policías que asesinan, 1 estaba en servicio; es muy raro que maten policías cuando están en servicio, los matan francos de servicio. Ellos no entran en el estándar del enfrentamiento porque no es la misma cosa.
ROBOS FAMÉLICOS
¿Cuál es el delito más común o los más comunes? ¿Ha habido alguna variación?
El robo de vehículos ha aumentado mucho, por el contexto del país. Anteriormente el principal artículo que se robaba la gente eran los celulares; eso ha cambiado un poco al robo de alimentos, incluso en las empresas han aumentado los robos internos porque hay grandes necesidades.
Las personas están viendo cualquier oportunidad para aprovecharse de la situación, eso no es denunciable pero representa un resquebrajamiento de la ética y moral de la persona; lo hacen en su trabajo, las mujeres de servicio lo hacen en las casas de las familias, se están llevando comida y pequeñas cosas. Por supuesto, es raro que la gente reporte que le robaron una bolsa de comida o algo así. A mí personalmente me han abierto el carro para robarme las bolsas del mercado. Estos son robos de corte oportunista; la oportunidad hace al ladrón en este caso.
En las empresas están viendo la merma de ciertas cosas, incluso un aumento de algunas estafas internas, y es por la situación general del país, que es muy precaria. Por eso estamos viendo esos robos famélicos que antes no los veíamos, porque aquí nadie robaba antes porque necesitaba comer. Aquí robaba el muchacho de la banda que tenía unos objetivos muy claros: comprarse cierto tipo de ropa, tener una moto, sacar a la novia, tener cierto estatus. Ahora se está robando para realmente poder comprar comida, o para vender lo robado y comprar lo necesario.
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¿El hampa o los delincuentes se han hecho más profesionales?
Nosotros tenemos como una teoría general sobre este tema, y es que en la medida en que el Gobierno establece controles en la economía esas medidas generan oportunidades de desviación.
Cuando se habla de bachaqueo se refiere a una metáfora visual muy clara, que es una hormiga que lleva una pequeña cantidad de mercancía. En otros países no le llaman pitufeo y es igual llevar pequeñas cantidades de contrabando. Igual siguen existiendo los grandes contrabandistas que son los que se hacen multimillonarios llevando camiones de gasolina y haciendo el famoso contrabando de extracción, que hace que en Venezuela no haya comida, que según el Gobierno es parte de la Guerra Económica, pero esa situación de extracción fue creada por el mismo Gobierno.
«Venezuela se maneja como un Estado mafioso»
Y en la medida en que el Gobierno crea la gran oportunidad de generar dinero de forma muy rápida y muy fácil, a través de la distorsión económica y del control, hace que todo el mundo quiera hacerlo también. Ahí es donde hablamos de que el Gobierno es un Gobierno criminógeno, que genera criminalidad o desviación, en este caso.
Sigue siendo un crimen llevarse la comida y venderla en otro país, así como también es un crimen este segundo nivel de distribución de alimentos en el mercado interno, que se creó a través de los famosos bachaqueros, donde se beneficia económicamente una cantidad de gente también.
Este mercado negro lo creó el Gobierno para que todos nos beneficiemos del desorden y del caos económico. Y eso es lo que ha resquebrajado la moral interna del país, porque pareciera y somos de la teoría de que quieren llevar al pueblo venezolano a un estadio de debilidad moral en el cual no le pueda reclamar a sus líderes esa falta de moralidad, justamente cuando ellos se roban no 120 bolívares sino 10.000 millones de dólares.
«dentro de ese estado mafioso hay poligarcas, que son políticos oligarcas que controlan pedazos de la economía»
¿El venezolano de a pie cómo queda?
Hay venezolanos de a pie que son honestos, que se dan cuenta de que todos estos negocios se hacen al margen de la economía, que van defraudando al Estado y que dicen que no es correcto. Pero hay otro grupo de personas que se está beneficiando groseramente de esa situación, y ahí está el punto en el cual justamente no nos sentimos con la moralidad de reclamar. Muy poca gente puede decir que no usó indebidamente un cupo Cadivi, alguien siempre en algún momento se habrá aprovechado del sistema, de forma fraudulenta.
Con ese tipo de complicidad generalizada porque al país lo ven como un botín, donde hay políticos que tienen el chip en la cabeza de pónganme donde hay, con la impunidad, y donde al final si todo el mundo robó yo también, es donde estamos en una situación bien compleja.
CLEPTOCRACIA
¿Qué implicaciones tienen para un país que familiares del Presidente y Primera Dama hayan sido condenados por intentar traficar drogas en Estados Unidos?
Venezuela da oportunidades para muchísimos tipos de negocios, unos mucho más lucrativos que la droga, como el contrabando de extracción de gasolina. Aquí la gasolina te la regalan, tú la llevas a Colombia, la vendes, y te haces millonario, en cambio la droga hay que producirla, y para producir un kilo de base de cocaína pura necesitas 10.000 kilos de hojas. Eso conlleva un trabajo intensivo.
En Venezuela hay muchas otras oportunidades de estar al margen de la ley y de generar grandísimas fortunas, sea porque te dan un dólar a 10 bolívares y lo vendes a 4.000 bolívares, y eso en ninguna parte del mundo sucede. Venezuela no es un narcoestado por esta razón.
De toda la torta de toda la actividad delictiva que se da en Venezuela, de repente la droga es un tercio de esa torta. Venezuela no produce droga ni es un país de grandes consumidores como Argentina o Brasil, pero por su condición geografía y geopolítica está en una situación hiperprivilegiada para ser el puente del 80% de toda la cocaína que va a los mercados europeos y norteamericanos, y no lo digo yo, eso es según la Oficina de Naciones Unidas contra el Tráfico de Drogas y Delito Organizado.
Por supuesto eso genera un dinero importante para los que permiten que esa droga pase por Venezuela, que en este caso son los militares, obviamente, porque son los que resguardan las fronteras, los puertos, están en la plataforma presidencial, etcétera. También hay un componente civil allí donde están los famosos sobrinos.
«Venezuela no es un narcoestado. Venezuela es el puente del 80% de toda la cocaína que va a los mercados europeos y norteamericanos»
¿Ha pasado en otros países?
En todas las familias hay ovejas negras. Ahí tienes el hijo de los Kirchner, el hijo de Bachelet. El hijo de Fujimori, que es senador en Perú y que no puede estar más sucio porque es imposible, sigue siendo senador. Todos estos muchachos se aprovechan de su situación familiar y por eso vemos esos casos en todas partes del mundo.
Negarlo o decir que eso haya sucedido porque quieren dañar a la figura presidencial, no tiene sentido, hay que ser bastante inocente para pensar eso. No puedes tapar el sol con un dedo. Por Venezuela está pasando muchísima droga, por lo tanto tienen que estar corrompiendo a muchísima gente.
Pero al final Venezuela no es un narcoestado porque eso no representa a la mayoría del dinero que se mueve en el delito organizado. El ejemplo más claro fue la Panamá de Noriega, o el caso de Medellín como un microestado, donde Pablo Escobar prácticamente era el Estado benefactor que construía escuelas, hospitales y todos los candidatos y toda la política estaba cooptada por el narcotráfico.
Estos sobrinos hablaron de que parte de ese dinero iba hacia la campaña de su tía. El punto está en que eso no es generalizado. Puede estar viniendo dinero de otras actividades delictivas, que estén financiando a otros candidatos, y no lo sabemos.
¿Cómo saber hasta dónde se ha llegado?
Venezuela es un rompecabezas de actividad delictiva boyante, que además permea todas las instancias del Estado, donde por supuesto las más altas autoridades tienen participación directa en esta actividad, de esto no hay duda. No puedo decir quién porque no sé.
«somos un Estado corrupto porque todo funciona a través de la corrupción»
¿Si no somos un narcoestado, qué somos?
Somos una mezcla. Somos una parte narco estado, una parte cleptocracia (de los cleptómanos, de la gente que está buscando cualquier manera para defraudar al Estado, sea a través de los esquemas cambiarios o a través de obtener prebendas a través del Estado directamente); y somos un Estado corrupto porque todo funciona a través de la corrupción. Todo esto hace que esas actividades ilegales conformen para nosotros un Estado mafioso.
La mafia tiene varios negocios, tiene el negocio de la droga, del juego, del contrabando. Entonces Venezuela se maneja como un Estado mafioso realmente, donde inclusive los cabecillas del Estado reciben el rédito de los diferentes negocios ilegales. Y dentro de ese estado mafioso hay poligarcas, que son políticos oligarcas que controlan pedazos de la economía. A los militares se les dio ahorita el gran negocio de la comida, el Presidente les da la exclusividad de distribución de los alimentos y con eso les está dando la oportunidad de un gran negocio desde el punto de vista del Estado mafioso.
¿Y cómo opera un Estado mafioso?
El estado mafioso funciona como delito organizado. Tiene que generar diferentes modelos de negocio ilegales dentro del Estado y por supuesto permitirlo. Lo está facilitando porque prácticamente el sistema de justicia y todos los jueces están controlados por estos poligarcas y por supuesto es imposible que se haga justicia, o por lo menos que se haga justicia en Venezuela. Se hizo justicia en una corte norteamericana con estos sobrinos porque está fuera de del control del Estado mafioso venezolano.
“Muchas veces es necesaria la Vaca Sagrada”
En Paz Activa, organización dirigida por Luis Cedeño, están trabajando el tema de la justicia transicional, un tipo de justicia que se aplica cuando hay cambios y donde es necesario actuar con cabeza fría porque asumir una posición de “cortarle la cabeza a todo el mundo” sería peligroso, y atentaría contra la gobernabilidad futura, explica el sociólogo.
“¿Hay o no hay transición en Venezuela? No estoy seguro, no sabemos ¿Va a haber? Probablemente ¿Hay una transición en este momento? No creo, por lo menos no se avizora. Si nosotros queremos una transición más o menos pacífica o con menos resistencia, tenemos que ver cómo llevamos adelante procesos que pasan, primero, por reconocer a las víctimas de violaciones de derechos humanos que este Gobierno no reconoce; recuerda que este Gobierno dice que no viola derechos humanos”, señala Cedeño, y continúa ahondando en el tema.
«Los líderes ven que el costo de tolerancia es muy alto, tienen un gran miedo a dejar el poder y que nadie los vaya a tolerar cuando estén fuera, sino que los vayan a perseguir. Necesitamos que ciertos actores abandonen el poder con la idea de que no serán perseguidos, porque si no nunca lo van a dejar»
“Es muy difícil que un Gobierno que está el poder pueda juzgarse a sí mismo por esos crímenes, eso siempre es a posterior, el Gobierno tiene que salir del poder para que se puedan evaluar las violaciones de derechos humanos que sucedieron en ese período. En Venezuela no ha pasado cualquier cosa en estos 17 años, hay una larga lista en derechos humanos y todos requieren reconocimiento, reparación, restauración de sus derechos en algunos casos, y que los más malos del régimen también paguen punitivamente».
Cedeño detalla que el país necesita recuperar capitales (en Venezuela se estima el robo de 400.000 millones de dólares), evaluar quiénes están realmente involucrados en delitos graves en todos los hechos de corrupción y no desesperarse porque este tipo de delitos nunca prescriben.
«Después de que ocurra un cambio de poder vamos a tener que aplicar cierto tipo de justicia, pero no puede ser la justicia de los vencedores donde vas a meter a todos presos. Esos son procesos largos. Muchas veces es necesaria la Vaca Sagrada.
Algunas veces es mejor dejarlos ir y después buscarlos, porque el problema con estos regímenes autoritarios, cuasi dictatoriales, que no son democracias perfectas, es que los líderes ven que el costo de tolerancia es muy alto, tienen un gran miedo a dejar el poder y que nadie los va a tolerar cuando estén fuera, sino que simplemente los van a perseguir. La polarización no ayuda, pero necesitamos que ciertos actores abandonen el poder con la idea de que no serán perseguidos, porque si no nunca lo van a dejar. Esto es importante si queremos desmontar el Estado mafioso”.
Si quieres contactar al autor de esta historia, escribe a: patricia@larazon.net