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Luis Fuenmayor: Hoy se necesitan patriotas

El socialismo no está, como algunos creen, en la sangre de la mayoría de los venezolanos, quienes realmente no saben de qué se trata, más allá de ciertos lugares comunes


Luis Fuenmayor Toro

Voy a escribir algunas cosas que pueden incomodar a algunos sectores políticos de izquierda y a muchos amigos del pasado. Y causarán gran escozor no por ser falsas, sino precisamente por lo contrario: por ser totalmente ciertas. Son verdades políticas perfectamente contrastables con la realidad venezolana actual; no son el producto de subjetividades personales y no las escribo para molestar. Sé que son contrarias a los sentimientos y deseos de las personas y grupos políticos a quienes me dirijo en este momento, y lo hago porque sé que dentro de ellos hay gente honesta, que quiere a Venezuela, que le ha entregado su vida y su trabajo a la defensa de los intereses de los desposeídos y al enfrentamiento de quienes han explotado a la nación inmisericordemente. Pero, no bastan las buenas intenciones, para que se haga lo correcto ni para que las cosas salgan bien.

En este momento político es necesaria la conjunción de todas las fuerzas patrióticas del país, de quienes quieren a Venezuela, de todos aquéllos que anteponen los intereses nacionales a los individuales y a los ideológicos, con una práctica política clara, al servicio de la nación y no de parcelas de la misma, sin que esto signifique dejar de lado los proyectos individuales. Hablo de quienes no se han enriquecido con el erario público, ni lo tienen como proyecto; de quienes entienden la relación dialéctica entre el individuo y la sociedad, gente que ha trabajado por y para el país, independientemente de su efectividad. Que creen en el estudio, la formación y preparación para el trabajo, así como en la investigación científica como requisito prioritario para el desarrollo; que defiende la independencia y soberanía nacionales, razón por la que desecha el tutelaje extranjero cualquiera que sea. Que no tienen a Puerto Rico como el ideal a alcanzar, pero tampoco a Cuba como ejemplo a imitar. Gente que quiere una Venezuela trabajadora, productiva, próspera y vigorosa; justa y sin cogollos que se apropien del futuro de la patria.

Ni Chávez ni el socialismo son hoy factores de unidad nacional

Una Venezuela dónde los venezolanos se realicen, en la que se viva y respire un aire de libertad, sin energúmenos de izquierda ni de derecha trasudando odios y rencores, sin presos políticos, donde las diferencias se puedan discutir y decidir civilizadamente, mediante la presentación de argumentos bien cimentados; donde la prioridad sea el interés nacional y no el de grupos y clases sociales. Un país que logre unas condiciones de vida cada vez mejores para sus ciudadanos, donde se imponga el trabajo calificado unido al conocimiento derivado del estudio profundo y formación permanentes. Una Venezuela unida, amante y defensora de su cultura, de su historia, sin chovinismos estrambóticos; que garantice su integridad territorial y la defensa de sus intereses y que profundice y perfeccione su democracia y su carácter republicano.

Son patriotas los que requerimos para esta tarea, no socialistas, los cuales podrán ser necesarios más tarde, cuando terminemos las tareas previas de construcción nacional. Ni el socialismo estatizante ni el capitalismo dependiente son caminos a seguir; hay que rescatar, levantar y privilegiar, los intereses de la patria y para ello necesitamos patriotas, que actúen como tales a pesar de la ideología que profesen y capaces de, por lo menos, diferir las propuestas que han venido enarbolando hasta el presente para mejores momentos. A los chavecistas y a los amigos disidentes del chavecismo respetuosamente les digo que no es rescatando el socialismo, y mucho menos el socialismo del siglo XXI, como se logrará la unidad necesaria para el rescate de la nación venezolana.

El socialismo no está, como algunos creen, en la sangre de la mayoría de los venezolanos, quienes realmente no saben de qué se trata, más allá de ciertos lugares comunes y consignas fantasiosas. Sé perfectamente que la relación establecida con Hugo Chávez y su liderazgo por los grupos chavecistas que hoy disienten, abiertamente o no, de las acciones del gobierno de Maduro, son subjetivamente muy especiales y posiblemente incomprensibles para quienes no estamos en esa situación. Es cierto también que una parte, importante pero minoritaria, de la población venezolana lleva a Chávez en su corazón; pero pensar que la figura del líder fallecido pueda transformarse en el símbolo de unidad de los venezolanos, es un tremendo error. La mayoría de los habitantes de Venezuela o no quieren a Chávez o les es indiferente. Ésta es una realidad que deberían aceptar, si desean una nación como la descrita. Y no tienen que renunciar a sus ideas ni convicciones, se trata de no anteponerlas, de no exigir a otros compartirlas para iniciar el urgente rescate de la patria, que es lo más importante.

La mayoría de los habitantes de Venezuela o no quieren a Chávez o les es indiferente

Chávez es una figura histórica, cuya obra será objeto de estudio y análisis, y allí se abrirá un debate que, desprovisto de las emociones de la política, pueda acercarse más a poner las cosas en su sitio, sin que esto quiera decir que no haya emociones y subjetividades también en la historia. Ni Chávez ni el socialismo son hoy factores de unidad nacional, sino todo lo contrario. No lo serían tampoco figuras como Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez ni Rafael Caldera, personajes que también han sido adorados y seguidos con fanatismo a lo largo de la historia reciente. O como son hoy, guardando las distancias, líderes como Leopoldo López y Capriles Radonsky, que no pueden representar la unidad de los venezolanos pues, independientemente de sus deseos, el desarrollo de la vida política actual les impidió serlo. Es necesario tener una gran madurez y mucho amor por Venezuela para asumir las consecuencias de estas realidades. Son patriotas lo que necesita hoy necesitamos.