Hay un candelero político en Venezuela y lo tienen prendido la “debilidad” del Ejército que necesita a la oposición, y la “fortaleza” de la oposición que necesita al Ejército
Manuel Malaver
Habría muchas razones para pensar que el Día del Periodista que celebré el martes pasado – nuestro glorioso 27 de junio que conmemoraba el 199 Aniversario de la primera edición del “Correo del Orinoco”, fundado y dirigido por el Libertador- es uno de los más “periodísticos” de mi vida, pero la que estoy sazonando ahora versa sobre los sucesos que se desencadenaron a media tarde, cuando un helicóptero del CICPC planeó sobre el edificio del TSJ, lanzó unas granadas y luego desapareció sin dejar rastro, no sin antes desplegar pancartas a favor de la libertad, el 350 y contra la Constituyente.
No recuerdo si simultáneo al vuelo, o inmediatamente después, se hizo circular en las redes un video de un “comisario” del cuerpo policial llamado Óscar Pérez, rodeado de guardaespaldas encapuchados y armados, llamando a la rebelión contra Maduro e insinuando que hacia parte de un “alzamiento mayor” que pronto estallaría contra el dictador.
Tampoco el origen de una gruesa andanada de advertencias que empezó a llegarme por todos los medios sobre el peligro de estar creyendo en lo que, a todas luces, no era otra cosa que un pote de humo de los laboratorios de guerra sucia castromaduristas, que no buscaban otra cosa que distraer la atención del asalto a la AN perpetrado por colectivos y efectivos de la GNB y las decisiones del TSJ quitándole facultades a la Fiscal, Luisa Ortega Díaz, para atribuírselas al Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, que acababan de ocurrir.
De lo que sí me enteré muy bien, porque la vi, fue de la presencia de Maduro en Miraflores una hora después, discurseando en un acto con periodistas oficialistas, hablando (como de costumbre) de lo humano y lo divino, pero sobre todo, refiriéndose al incidente del helicóptero, calificándolo como de “una intentona golpista” y afirmando que era encabezada por el general -en situación de retiro-, exjefe de la exDisip y exministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres.
En otras palabras que, de un plumazo y en menos de un cuarto de hora, Maduro despejó dos incógnitas formuladas desde hace mucho tiempo y que hasta el martes no habían sido resueltas por ninguna de las fuentes que trabajan arduamente por encontrarle algún sentido al extraño abismo militar que vivimos: 1) Existe una conspiración en el Ejército (por no involucrar a la FAN). Y, 2) Tiene entre sus cabecillas, o es su cabecilla, el general, Miguel Rodríguez Torres.
Suceso que, es cierto, han insinuado tanto Miguel Rodríguez Torres, como otro disidente, Clíver Alcalá Cordones, también general, pero en plan de disidencia política más que militar, y, en ningún caso, dejando entrever que representan un cuerpo o facción del Ejército o la FAN que, en cualquier momento, pudiera insurgir contra el orden establecido.
Ambigüedad que el mismo gobierno alimentaba o dejaba al vuelo, permitiéndole a Rodríguez Torres y a Alcalá Cordones hablar cuanto quisieran y sin insinuar que pudieran correr la misma suerte del inmolado general, Baduel.
El martes, sin embargo, se rompió la crisálida, o mejor dicho, la rompió Maduro, y sin dejar dudas de que el general, Rodríguez Torres, si está conspirando y, evidentemente, preparado y dispuesto para irrumpir con una asonada militar.
Y si hay urgencia en denunciarlo -y para ello se aprovecha el incidente aún no aclarado del comisario Oscar Pérez y su helicóptero-, es porque Maduro y quienes lo secundan están preocupados, nerviosos y en uno de esos momentos en que golpean o los golpean y tiran la parada de convertir a Rodríguez Torres en el segundo general Baduel de la ocupación cubana en Venezuela…si se deja.
Pero según el propio general, Rodríguez Torres, Maduro es un hombre muy mal informado y en general, es presa de agentes de inteligencia que lo usan para los intereses de quienes sirven, -en este caso de la gerontocracia cubana que encabeza Raúl Castro-, que, evidentemente, ha decidido cortarle la cabeza a Rodríguez Torres y a quienes lo rodean de dentro, o fuera de la FAN y el Ejército.
Por eso, la acusación de Maduro no resuelve la pregunta fundamental de este análisis: ¿de verdad está conspirando Rodríguez Torres y, si lo está, quiénes y cuántos oficiales lo acompañan y cuál es su apresto operativo para embestir y dar al traste con la autocracia castromadurista? ¿Es un chavista y antimadurista de verdad o es solo objeto de una patraña del G-2 cubano para cumplir órdenes del verdadero dueño del poder en Venezuela, del sucesor de Fidel, Raúl Castro?
La verdad es que, en mis investigaciones sobre la actual situación de la FAN y el Ejército no he llegado a certezas conclusivas sobre el tema, aunque, no puede negarse que un grupo de oficiales que acompañó a Chávez en la intentona golpista del 4-F y después arriesgó el pellejo durante los 15 años que estuvo en Miraflores, fue barrido por Maduro y el G-2, y lógicamente, aparte de perder el poder, rumia de despecho y resentimiento contra sus verdugos.
Fueron los hombres que de mucho antes del 4-F, casi desde finales de los 70 y comienzos de 80, se le unieron, corrieron con él todas las peripecias de una conspiración que por 10 años pudo haber naufragado y mereció naufragar, pero ahí estaban, oyéndole sus peroratas y, al final, acompañándolo en una ventura mal planeada y peor ejecutada.
Pero fueron para los que Chávez hizo su proyecto, dictadura o modelo, para convertirlos en el eje del país, en los herederos del Ejército de Bolívar y estaban ahora, no solo fuera de su cuerpo, sino del gobierno y aventados como cobre viejo, sin valor y sin capacidad para reaccionar, porque militar sin mando, tropa, ni arma, no vale medio.
Claro que, no fue así con todos (los Castro, el muerto y el medio vivo se las sabían todas) ) y aún mantienen al Ejército como cuerpo de la FAN y a algunos de los oficiales del chavismo rancio y duro, pero solo a los que han sido sinverguenziados, se hacen la vista gorda, plegado al doble juego de Cabello, y con él merodean, hasta que otras condiciones políticas indiquen si se “madurizan” o “antimadurizan”.
Pienso que, es un grupo que en un sentido profundo ha sido penetrado por la corrupción y el narcotráfico -que es la forma ideal que aplican los cubanos para proporcionarse lealtades- buscados por la DEA y la justicia global y han decido correr la suerte del castromadurismo hasta las profundidades que indiquen su hundimiento.
Aún más, le han entregado los mandos operativos reales del Ejército y la FAN a la Guardia Nacional de Reverol y Benavides que, ahora, los tratan como subalternos y amenazan con mandarlos a sus casas a “criar sus nietos”.
Es todo lo contrario a lo que aspiró y buscó Chávez para “su querido Ejército”, convertido por Maduro y los cubanos en una fuerza menor y ninguniada por la GNB, las FARC y los isleños.
Pero sin que pueda decirse que esté definitivamente muerto, porque ahora, cuando el socialismo ha fracasado, el castrochavismo y su versión tardía, el madurismo, tienen un rechazo nacional que ronda el 90, y cuando la oposición se atreve hasta enviar manifestantes a acercarse a las puertas de Miraflores, es apropiado pensar que se arriesguen a un pacto con la oposición democrática que, no lo ha asomado Rodríguez Torres ni Alcalá Cordones, pero sí Maripili Hernández y Luisa Ortega Díaz.
En resumen, que hay un candelero político en Venezuela y lo tienen prendido la “debilidad” del Ejército que necesita a la oposición, y la “fortaleza” de la oposición que necesita al Ejército.
Porque hablamos de “política” y la “política” en Venezuela lo está anegando todo, inundando todo, penetrando todo y su signo es disolver al gobierno de Maduro y crear otro que surja del barro del desastre, del caos, de la anarquía, de la catástrofe, de la hecatombe.
Y ahí, por supuesto, van encontrarse los que se aman y los que se odian, los que se conozcan y los que se desconozcan, los que nunca quisieron verse y ahora están ahí, frente a frente y en la tarea de salvar la herencia común.
Que los necesitará a todos durante algún tiempo para imponer el orden y la reinstitucionalización, aunque para después separarse en un nuevo modelo democrático que tratara de rescatar al país del diluvio.
Quiere decir que, ahora estamos en el diluvio, está desapareciendo el país chavista y su peor versión, el madurismo, y el Arca de Noé que se construya, que se está construyendo, tendrá que ser lo suficientemente amplia para que entren todos los “necesarios”.
Incluso los que no conspiren, ni se activen, pero acudan al valor de dejar perecer sin su concurso a la peor plaga que ha conocido Venezuela en toda su historia: el castrochavismo y su versión tardía, el madurismo.
Peor que la de Boves.