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Humberto González Briceño: La oposición a la oposición

Venezuela Oposición

La fijación electoral de la oposición no le permite entender que la dinámica de la lucha política cambió


Humberto González Briceño

Desde 1999 la conducción de la oposición al régimen de Chávez ha recaído en manos de los partidos. Desde los primeros días del Gobierno de Chávez hubo claridad en desmontar todas las organizaciones sociales como gremios y sindicatos para facilitar el control político de la sociedad. Esta política sistemática de desmantelamiento de la organización social llevó prácticamente a la desaparición de los sindicatos dejando aún más responsabilidad de la lucha política contra la dictadura en manos de los partidos políticos de oposición. Y esto parecía lógico, pues se trata de organizaciones de masas con un interés directo en asumir la conducción del Estado.

Sin embargo, a lo largo de estos años hemos acumulado suficiente experiencia para entender que la agenda política de los partidos no necesariamente coincide con la del resto de la sociedad. Y esto ha influido en la calidad de la estrategias que se han diseñado desde la oposición para tratar de lograr un cambio de régimen.

La necesidad de participar electoralmente para “quitarle espacios” al régimen ha reducido la política de oposición de los partidos a una mera confrontación para disputarle cargos al gobierno. Posiciones tales como gobernadores, alcaldes y concejales, que luego el gobierno termina arrebatando o anulando sus funciones.

La obsesión con la vía electoral como “única opción” para salir de la dictadura ha terminado aislando a los partidos de oposición del resto de la sociedad, liquidando la posibilidad de articular un frente de lucha social más amplio y con más fuerza que pueda efectivamente derrocar al régimen.

Pero esta debilidad se hace mucho más evidente cuando el régimen comienza a manipular las reglas del juego político para mantenerse en el poder aún siendo minoría. La fijación electoral de la oposición no le permite entender que la dinámica de la lucha política cambió y que no se enfrenta a unas elecciones normales, sino a unas en un clima controlado por la dictadura. Participar en estas condiciones termina desalentando a las bases mismas de la oposición y legitimando al régimen que logra ser reconocido y aceptado por la vía de los hechos por su principal adversario.

La Mesa de la Unidad Democrática es fundamentalmente una alianza electoral de partidos para ir a unas elecciones. Su misma naturaleza la inhabilita para estructurar estrategias no convencionales de lucha política fuera del marco estrictamente electoral. Esto se ha visto con claridad en las últimas semanas.

Luego de más de 100 días de represión armada contra los ciudadanos en la calle, y mas de año y medio de convocatorias erráticas, la MUD sigue entrampada por su incapacidad para llevar adelante una estrategia exitosa contra la dictadura.

Una de las lecciones más importantes de esta fase de lucha que concluye con la más vergonzosa claudicación de la MUD, es que la lucha contra la dictadura chavista en Venezuela es un asunto demasiado complejo para dejarlo en manos de los partidos. Es lo que hemos hecho durante 19 años, una y otra vez, y han fracasado.

Es hora de romper con la falsa oposición que con sus contradicciones e incoherencia, con sus marchas y contramarchas, con su miopía y cortoplacismo, ha ayudado a sostener la tiranía durante estos años. Es urgente organizar una nueva coalición política cuya agenda de lucha esté alineada con los intereses de los ciudadanos y no de las oligarquías partidistas, de izquierda y derecha, que sólo pujan por lograr cargos para sus operadores. En cierto sentido, esta nueva coyuntura se podría definir como la hora de la oposición a la oposición.

@humbertotweets