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Aurelio Concheso: “Estamos cerca de una reforma monetaria”

Aurelio Concheso

“El Dicom es un mecanismo restrictivo más que va a tener una vida muy corta y lo está demostrando en la práctica. No es una subasta”


Enrique Meléndez

Aurelio Concheso, expresidente de Consecomercio y del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), no duda en afirmar que Venezuela vive una situación hiperinflacionaria cuyo origen está en una “gigantesca” impresión de dinero inorgánico, potenciada por una fuga de divisas de las mismas proporciones.

La semana pasada el dólar de Dicom cerraba una subasta con 9 mil 100 bolívares, lo que sorprendió a muchos. ¿Qué sucedió para que se diera ese repunte?

—Lo que pasa es que ahí hay dos subastas. Hay una que es de los particulares, que yo no sé exactamente cómo la hacen, pero aparentemente es al mayor postor. Ellos agarran alguna fórmula que no anuncian, se liquida a esos niveles, pero lo que se reporta de la subasta es la parte comercial, que entiendo que están por el orden de tres mil.

Yo te confieso que no lo he estado siguiendo muy de cerca, porque desde el primer momento dudé —como efectivamente sucedió— porque este es un mecanismo restrictivo más que va a tener una vida muy corta y lo está demostrando en la práctica. No es una subasta. Esto es una asignación directamente a juicio y a criterio de alguien, que uno no sabe quién es, en atención a una política determinada de unos dólares que son muy preferenciales, porque están destinados a una tercera parte de los ciudadanos comunes que no pueden adquirir dólares.

“Hay muchas cosas que están dolarizadas y los únicos que no lo están son los salarios y las pensiones”

Se dice que en el mercado oficial de divisas por subasta se entregan 50 millones de dólares diarios, de los cuales 45 millones van al Dipro y 5 solamente van al Dicom. ¿Qué piensa usted?

—Yo te digo sinceramente: disertar sobre ese sistema disfuncional de asignación de divisas y a estas alturas de la situación de la economía, es perder el tiempo, porque esto no ha funcionado desde el principio. Generó una gigantesca fuga de divisas y en este momento está potenciando la primera hiperinflación que hay en un país petrolero.

Hay algunos economistas que todavía están discutiendo sobre cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler, y si estamos o no estamos en hiperinflación. Pero yo creo que quienes nos están leyendo saben que estamos en hiperinflación cuando los precios de los productos más básicos suben a una velocidad mucho más rápida que lo que pueden subir sus ingresos. Eso es porque ya entramos en la fase de la hiperinflación.

¿Cuánto pudiera suponer el acumulado inflacionario para finales de este año?

—Yo no soy pitoniso para saber eso. Pero sí es muy fácil ver que estamos en una situación que requiere un cambio gubernamental en la forma en la que se maneje la macroeconomía del país. Hay un indicador que está agarrando fuerzas y no es el dólar paralelo; es un precio del que se puede hablar y que reúne prácticamente todas las cosas que el ciudadano necesita hacer, porque envuelve transporte, transformación, consumo y no hay como controlar el precio, porque es relativamente perecedero: el huevo. Si usted ve el precio del cartón de huevos, eso está disparado. Donde yo lo compro ya va por 28 mil bolívares.

Esos son los verdaderos parámetros de lo que está sucediendo. La gigantesca impresión de dinero inorgánico se ha vuelto un círculo vicioso que nos ha llevado a la hiperinflación, y todo el mundo sabe como terminan las hiperinflaciones: terminan en una reforma monetaria integral que unifique y libere el cambio, y que equilibre los precios relativos y, sobre todo, los sueldos relativos.

Porque aquí el que más sufre es el asalariado y el jubilado. Hay muchas cosas que están dolarizadas y los únicos que no lo están son los salarios y las pensiones, y el Gobierno no tiene ni siquiera como indexarlo. Ha tratado de indexarlo a base de subir los salarios cada dos meses. Seguramente vendrá otra subida de salarios, pero como el sistema está tan desajustado, tienen que imprimir dinero para pagar esos salarios. Cuando los imprime y paga, ya los precios han subido.

Eso se llama hiperinflación, y es ahí donde estamos en este momento. Solamente hay una salida a la hiperinflación: una reforma monetaria. Eso puede tener varias formas; lo más parecido a donde nosotros nos encontramos es lo que pasó en Ecuador. A ese país no le quedó más remedio que dolarizar la economía.

“Un billete de 5 mil compra apenas un cuarto de cartón de huevos”

Hay muchos economistas que consideran que eso no hace falta o que no se debe hacer, pero yo no creo que los países dolarizan porque quieren, sino porque no les queda más remedio. En Ecuador el presidente decía que no iba a dolarizar cuarenta y ocho horas antes de que se produjera la dolarización. De modo que aquí lo que tenemos que plantearnos es cómo hacemos para salir de este impasse inflacionario en que nos tiene la falta de política adecuadas.

A esto se unen las sanciones de Trump. ¿Qué alcance tienen esas medidas?

—Lo que yo he visto de sanciones, más allá de las sanciones personales que ya habían estado poniéndole en cuanto a la tenencia de dólares, hacer transacciones en dólares de determinados funcionarios de la administración pública, están orientadas a no permitir que los americanos trancen dos tipos de bonos venezolanos: aquellos emitidos después de junio de 2017, sin la aprobación de la Asamblea Nacional, y aquellos emitidos con anterioridad, que están en las carteras del Banco Central de Venezuela, Pdvsa o del Ministerio de Finanzas.

Esa medida le pone una camisa de fuerza al Gobierno para el refinanciamiento de deuda a tasas de interés que en este momento son muy altas, por el riesgo país que tiene Venezuela. El riesgo país venezolano está dado por la crisis política, que le genera un elemento importante de incertidumbre, y por el sistema económico de cambios múltiples y la situación de hiperinflación que nadie está explicando.

«Se generó una gigantesca fuga de divisas y en este momento está potenciando la primera hiperinflación que hay en un país petrolero»

¿ Venezuela ha entrado en el terreno del default, sobre todo por los compromisos que tiene para finales de año?

—No necesariamente. Creo que nadie quiere que Venezuela caiga en un default. Si tenemos problemas hoy, imagina si Venezuela cae en una cesación de pagos involuntaria, que es lo que de lo que se trata el default, sobre todo de la deuda soberana. Eso trae un problema muy importante, porque en deuda soberana de la nación habrá unos 40 mil millones de dólares que se vencen desde 2018 a 2030. El día que la de 2018 no se pague, entonces todo lo demás se vuelve de inmediato cobro, y la deuda que habría que pagar en un futuro lejano, de repente hay que pagarla mañana. Nadie quiere que eso suceda, pero para que eso no sea una amenaza es necesario que Venezuela tenga un política económica sensata y coherente que pasa, repito, por una unificación y liberación cambiaria en un esquema de reforma monetaria. Puede ser desde lo que hizo Perú, que llevó a cabo la reforma monetaria, dejó de imprimir dinero, junto a otras medidas y demoró un año, pero la inflación la bajó de un siete mil por ciento a siete por ciento.

El otro tema que está muy candente en la opinión pública es el problema del efectivo de los bancos. No hay efectivo a nivel nacional, y en la provincia es peor. ¿Cómo ve usted este problema?

—Ese es un problema de falta de planificación, porque nadie planifica para un derrumbe monetario. En agosto del año pasado el aumento de liquidez de un año a otro era como de 100 %, y ese aumento de liquidez se mantuvo así durante todo el año 2016. Por eso es que el paralelo se mantenía a nivel de mil bolívares por dólar.

«La avalancha de liquidez ha hecho que los precios se disparen muy bárbaramente»

En octubre se empezó despegar. ¿Por qué lo hizo? Porque el BCV de año en año empezó a subir a 110% , 120 %, 150 % y en noviembre ya estaba la liquidez en 170 % y para enero estaba en 300 %. Hoy está en 425 %. Es decir, de los bolívares que hay en circulación, cuatro de ellos se imprimieron en el último año y dos de ellos en los últimos cuatro meses.

Esa avalancha de liquidez ha hecho que los precios se disparen muy bárbaramente, que entremos en hiperinflación y el cono monetario no tiene cómo seguir a esa velocidad. Porque el billete de mayor circulación es de 20.000 bolívares, y los que están circulando son billetes de 500, 1.000, 2.000, 5.000 y 10.000. Pero, ¿cuánto vale un billete de cinco mil en términos reales? Un cuarto de un cartón de huevos; vale cinco huevos.

Ese es el billete de mayor circulación en Venezuela. Ya el BCV debería estar poniendo billetes de 50 mil y de 100 mil bolívares en los cajeros para que no haya escasez de efectivo.


Optimismo ante la catástrofe

¿Qué opinión le merece lo dicho por Ricardo Hausmann, quien considera que el país necesitaría unos 100 mil millones de dólares para su recuperación?

—Yo tengo mis reservas con respecto a ese tipo de proyección catastrófica. Realmente no creo que eso sea así, porque Venezuela no es Grecia, no es Zimbabue. Venezuela es un país que todavía tiene un infraestructura industrial muy importante, una población trabajadora, donde hay personas que están acostumbradas a gerenciar empresas sofisticadas y, sobre todo, Venezuela tiene grandes recursos que pudiera poner a funcionar.

Yo insisto en que el pueblo lo sabe, porque lo siente en el bolsillo: estamos en hiperinflación. El profesor Esteve Hanke, que es un estudioso en hiperinflaciones, en su cuadro de este fenómeno, nos coloca como el 57º país en entrar en hiperinflaciones en la era moderna. Eso sucedió en diciembre de 2016, según él. Lo que quiere decir que estamos cerca de la imperiosa inevitabilidad de un reforma monetaria.