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Crónicas bolivarianas: Desgobiernos parias

Venezuela Revolución

Cada vez que los Estados gamberros han pretendido crear alguna confederación han terminado en broncas por repartos de botín


O.E.

Jugaban inocente partida de dominó en la 5ª Paila del Infierno, Chávez Frías, Fidel Castro, Saddam Hussein y Manuel Antonio Noriega. De mirones, entre otros de la misma canalla, Idí Amín Dadá, Muamar Gaddafi y Pol Pot. El “carburante” de muy alto octanaje para los asistentes, cortesía especial de “El Patrón del Mal”, don Pablo Escobar.

—¡Cuadro al pie, pasa la mano! —chilló Chávez, mientras batía estrepitosa contra la mesa, la piedra de su jugada.

“! Cabra, cabra, cabra!”, protestó uno. “¡Los mirones son lo palo!”, replicó otro. “¡Mirón el c… tu madre, porque yo también estoy apostando mis reales!”. Los improperios se sucedieron uno tras otro. De 100 grados centígrados, temperatura ambiente en el báratro, el termómetro ascendió a los 150.

Por desgobiernos parias, entiéndanse, hoy día, a los leprosos morales, a los apestosos éticos, a los malolientes diplomáticos que provocan rechazo tumultuario en las organizaciones internacionales multilaterales. Y si determinado desgobierno paria está técnicamente caído y sin dólares qué regalar, más paria todavía.

El término suele usarse, con énfasis, en los casos de países ,o más bien expaíses, comanditarios del terrorismo, el narco, el tráfico de órganos, la pedofilia política, el desarrollo de armas de destrucción masiva, la prostitución o jineterismo y que, además, sufren —o gozan una y parte de la otra— con su comezón, picazón, con su furor uterino, de arrasar la Tesorería Pública.

El aislamiento internacional es consustancial a la condición de desgobierno paria. Execrados de los foros internacionales convencionales, cada vez que los Estados gamberros han ideado alguna unión aduanera para choreo, la confederación ha naufragado en puñaladas traperas, robos recíprocos, delaciones entre sí o broncas por reparto de botín.

Ni siquiera hay “inocentes” partidas de dominó entre desgobernantes forajidos, por mucho que ya sean cadáveres. La antes mencionada, concluyó en medio de cierto excreto, que no llamamos por su nombre, porque el grueso de nuestra lectoría está constituido por señoras.