El presidente la firma Aristimuño, Herrera & Asociados afirma que el país “sin duda” se encuentra en una situación de hiperinflación
Enrique Meléndez
La crisis venezolana no parece tener fin. El diagnóstico de la situación actual de la nación que hace el economista César Aristimuño no es alentador.
Cree que Venezuela atraviesa una situación hiperinflacionaria y que, además, sufre por la caída de la producción petrolera en los últimos nueve años. También proyecta una situación grave para el año 2018, donde la inflación volverá a ser de cuatro dígitos, las reservas internacionales estarán en mínimos históricos y por quinto año consecutivo caerá el Producto Interno Bruto (PIB), lo que retrata el “colapso profundo” de la economía del país.
¿Qué balance hace de la situación en la que se encuentra el país?
—Venezuela es un país que necesita reinventarse. Todo pareciera indicar que los próximos veinte años serán decisivos para marcar un rumbo en su economía, partiendo del hecho de que si Venezuela depende básicamente de sus recursos, no podemos pensar que dentro de ese lapso los ingresos petroleros son los que van a sostener al país. Por lo tanto, Venezuela tiene una carrera de corto alcance para reinventarse.
La batalla en Venezuela se está dando en múltiples frentes. Tenemos una situación de la calle con desmovilización y calma, luego de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente; hubo un enorme desgaste luego de cuatro meses de protesta. Los problemas de la población continúan y se exacerban sin mejoras de ningún tipo. También tenemos un control absoluto del país por parte del Gobierno, con una economía cada vez más intervenida. Existe una radicalización por parte del Gobierno y ha divisiones internas que se están dando dentro de su seno y, por qué no decirlo, dentro de la misma oposición, con persecución, prisión y clandestinidad para algunos de sus dirigentes. En el contexto internacional están las sanciones que están colocando a Venezuela en un no-margen de acción desde el punto de vista financiero. Un acuerdo de cancilleres en Lima para buscar una solución a nuestra crisis política. El papel de China y Rusia, que lo consideramos trascendental para este momento en Venezuela. Cuba sigue siendo un actor sumamente importante y Venezuela un país que cada vez se aísla más.
“El Gobierno está muy consciente del costo que significa caer en default”
En el caso de la Fuerza Armada, que es otro de los múltiples frentes, está entrando al país como un actor cada vez más importante. Sus pasos son la clave para el futuro del país en lo político: tienen cargos en el Ejecutivo en todos los sentidos, 20 empresas que mantienen control económico de distribución y 365.000 efectivos en 2016 versus 195.000 en 2015.
¿Usted cree que Venezuela se declarará en default?
—Esto es algo que me lo pregunta mucha gente y la razón es porque buena parte de los venezolanos, unos más, otros menos, tienen sus ahorros depositados en los bonos globales y de Pdvsa. En el año 2017 queda por cancelar, aproximadamente, unos 2.986 millones de dólares de Pdvsa y unos 929 millones de dólares de bonos soberanos. Este año el total de vencimientos es de 9.752 millones de dólares.
Nosotros estimamos, tanto para los bonos globales, como para los de Pdvsa, que Venezuela va a pagar esa cantidad este año. El Gobierno está muy consciente del costo que significa no pagar. Pero también estamos conscientes de que Venezuela tampoco está sola en este contexto. Está China por un lado, Rusia por el otro. Nosotros somos de los que pensamos que, de una u otra forma, si el Gobierno se llegase a entrampar de una manera absolutamente imposible desde el punto de vista financiero, China va a salir a darle una mano a Venezuela para tratar de cubrir el año que está transcurriendo.
El pago que recién hubo del bono 27 fue traumático para la República, básicamente fundamentado por las sanciones que ya empiezan a pernearse sobre la realidad de la estructura financiera del país. No fue fácil pagarlo. Pero no porque no había recursos, sino porque el periplo que tuvo que seguir la República para cancelar fue doloroso. Pero eso no significa que Venezuela no pague este año. A los que tienen bonos con vencimiento 2017 nosotros le podemos dar nuestra opinión favorable, y que el año que viene será distinto probablemente.
“Estamos en la tercera etapa de la hiperinflación que es el colapso de la demanda de dinero y eventual sustitución de la moneda en curso”
El tema Pdvsa es suficiente, en ese sentido. Venezuela tiene un peligroso coctel de caja en este momento. Podemos ver que el problema de Venezuela en este momento no es el tema de precio. Nosotros estamos proyectando una cesta petrolera para este año en aproximadamente diez dólares por encima del año 2016. El gran problema que tiene Venezuela no es de precios, sino de producción, porque la producción ha venido decayendo de una manera importante y desde 2008 hasta 2017 se ha perdido una producción 570 mil barriles diarios. En este momento estamos en 1 millón 918 mil barriles. Si nosotros hubiésemos alcanzado el nivel de producción de 2015, a la República le hubiesen entrado 7 mil millones de dólares más y posiblemente no estuviésemos hablando del gran riesgo de un default.
De modo que la caída de la producción viene a ser el gran problema en este momento. Venezuela ha perdido objetivos de inversión en Pdvsa. Hay que estar conscientes de que Pdvsa por sí sola ya no puede mantener el mismo nivel de producción, y la alianza que ha hecho con el resto de la industria petrolera internacional es lo que le ha permitido medio poder mantener este nivel de producción.
¿En qué se traduce esa caída de la producción? ¿Qué le queda a Venezuela?
—De esa producción, unos 700 mil barriles se los lleva China, Petrocaribe y Rusia: ahí no entra un dólar. Eso es, básicamente, para pagar deuda. Luego tiene 491 mil barriles para consumo interno. La gasolina subsidiada es pérdida para Pdvsa. Además, tiene que importar unos 100 mil barriles destinados a producir petróleo. Esto años atrás no lo veíamos.
Así que a Venezuela lo que le quedan son unos 800 mil barriles de petróleo. Esa es la caja de la República, y cuya compradora única es la economía norteamericana. Ya está claro que hay un objetivo a nivel mundial: cambiar los patrones de consumo de energía. Por eso te decía al comienzo que posiblemente esto ya no lo veremos dentro de unos veinte años.
“Tenemos cuatro veces menos de importaciones. Cuatro veces menos para la industria, cuatro veces menos para los venezolanos comunes de a pie”
¿Qué consecuencias ha traído esta situación?
—Venezuela está en este momento en su nivel mínimo de reservas internacionales de los últimos 22 años, y con tendencias a seguir cayendo, pues la única fuente que las alimenta la constituye el petróleo, y ya hemos visto como está la producción de petróleo. Ya no estamos en aquel instante en que los precios se ubicaban en 101 dólares por barril con una producción de 2 millones 389 mil barriles.
Por lo tanto, el panorama no es nada alentador. Y todo esto se da en un marco de sanciones que le han caído a la República, impuestas por el Gobierno de los EEUU. Cuatro grandes riesgos implican estas sanciones para la República. El primero un riesgo de exportación: Venezuela vende 750 mil barriles de petróleo a EEUU. Eso significa unos diez mil millones de dólares que le entran a la República, en ese sentido. Las sanciones colocan en riesgo esto.
El otro riesgo es de producción: EEUU exporta entre 200 mil o 300 mil barriles a Venezuela en productos derivados del petróleo. Si EEUU llegase a decidir no venderle a Venezuela por efecto de las sanciones, el mercado automotor venezolano se paraliza. Porque no hay capacidad de sustituirla en el corto plazo, y eso es un riesgo que está allí.
Luego está un riesgo financiero, que viene a ser uno de los más importantes, que es inhabilitar la corresponsalía, tanto de Pdvsa, como los bancos del país. Eso se ha comenzado a ver ya, no sólo en términos de la República, sino inclusive en los términos de operaciones del sector privado.
Y el otro riesgo es el de las operaciones financieras, mejor dicho, la imposibilidad de ejecutar liquidación de activos financieros u operaciones para el pago de la deuda externa. Con este tema, y habiéndose prácticamente comprometido el restante que teníamos de Citgo, pareciera que es muy poco el activo que tiene Venezuela para realizar alguna operación de préstamo.
Todo ello arroja definitivamente otra variable que es importante producto de la caída de los ingresos. En Venezuela las importaciones han venido en una curva absolutamente decreciente. El año 2012 Venezuela importaba 60 mil millones de dólares. Quizás el usuario no se percataba en buena parte de lo que estaba pasando en la economía interna del país, y esto porque el usuario lo conseguía todo en los anaqueles, y no veíamos que la economía estaba entrando en un proceso profundo de desaceleración. De modo que ya en 2016-2017 esto comienza a ser distinto, pues caen las importaciones de una manera drástica.
“Venezuela está en este momento en su nivel mínimo de reservas internacionales de los últimos 22 años, y con tendencias a seguir cayendo”
¿Eso es lo que explica el desabastecimiento?
—No hay la menor duda de que esta situación coloca a Venezuela en un gravísimo problema, con una oferta interna que viene cayendo casi al mismo nivel que vienen cayendo las importaciones. Entonces el país comienza a mostrar un colapso cada vez más profundo. En el año 2012 Venezuela importaba un promedio mensual de 4 mil 900 millones de dólares. Este año eso ha caído apenas a un millardo. Lo que significa que tenemos cuatro veces menos de importaciones. Cuatro veces menos para la industria, cuatro veces menos para los venezolanos comunes de a pie. El poco inventario que hay, y lo poco que está entrando, el Gobierno, a través de las férreas políticas de control, lo empieza a administrar de manera muy particular.
En términos inclusive de banca, ¿quién podía pensar que cuando un banco solicitara dinero al Banco Central de Venezuela, se iba a encontrar con un equipo técnico integrado por un grupo de militares que eran los que iban a decir que cuánto se envía a la institución? Esa es la economía venezolana hoy en día: una economía altamente intervenida.
Por supuesto, esa escasez de divisas esconde definitivamente una realidad, que es que mientras existía el Dicom, este tipo de cambio proyectaba tasas de 3 mil 300 bolívares por dólar, mientras que el precio real que se estaba pagando era básicamente cada vez mayor. En la última subasta se llegó a pagar 11 mil bolívares por dólar, cuando la asignación oficial fue de apenas 3 mil 400 millones de dólares.
“Para 2018 estimamos que la caída del PIB será de 8 %, la inflación estará en torno a 1.421 % y tendremos un déficit fiscal de 6,3 %”
Esa realidad no se refleja en los medios, esa realidad no la refleja el Banco Central de Venezuela. Esa realidad la refleja un mercado escaso que necesita las divisas para poder operar. Y ese marco se da en un momento de explosión de liquidez en el país. El promedio mensual entre enero y agosto de 2016 en que crecía la liquidez monetaria era de 257 mil millones de bolívares. Un año después la liquidez ha aumentado a 2,7 billones de bolívares. Esto implica un crecimiento de casi mil por ciento, y lo que se traduce en una brecha enorme entre la base y la liquidez monetaria, pero en paralelo la base monetaria sigue creciendo.
¿Cuál es la causa de este fenómeno? ¿Por qué está creciendo la base monetaria?
—La causa es el financiamiento que le da básicamente el Gobierno a Pdvsa. Estamos hablando de que son 18 millones 270 mil bolívares que le ha inyectado el Gobierno a la economía nacional. Ese torrente de recursos es una especie de río que no se dirige sino una buena parte al dólar no oficial.
Básicamente son cuatro las causas de esta situación. Uno, el financiamiento monetario, y pago en bolívares a proveedores de Pdvsa. Obviamente, los acreedores de Pdvsa tienen que hacer algo con esa inmensa cantidad de recursos que reciben. Ante un panorama de cobertura para la compra de materia prima, para compra de inventario, esos recursos también se dirigen para cobertura patrimonial.
Eso unido a una disminución de liquidación de divisas, y ante una situación de expectativas, evidentemente impulsan al dólar de manera impresionante, y el dólar no oficial ya se coloca este año en un crecimiento de 604 %, e incide sobre la inflación.
Aristimuño estima que la inflación en 2018 puede estar en torno a 1.421 %, con un déficit fiscal de 6,3 %
¿Usted cree que estamos en un proceso hiperinflacionario?
—Venezuela sin duda se encuentra en una situación de hiperinflación. Todas las economía inflacionarias que entran en este proceso pasan por tres grandes etapas: la primera etapa es la de crecimiento de la liquidez mayor que la inflación; la segunda es tasa de inflación que se ubica por encima de los agregados monetarios. Agentes económicos buscan proteger el valor real de sus activos financieros y comienzan a deshacerse del efectivo y depósitos en manera doméstica, para evitar pérdidas del poder adquisitivo. Esa etapa en Venezuela ya ha transcurrido.
Estamos en la tercera etapa que es el colapso de la demanda de dinero y eventual sustitución de la moneda en curso. En este momento eso está sucediendo, la capacidad de recaudación por vía inflacionaria comienza a reducirse, la recaudación del IVA, del Impuesto sobre la Renta, ya prácticamente pierde valor real ante los enormes incrementos de inflación.
Además de incrementos salariales en períodos cada vez más cortos que impulsan la inflación. Se trata de una retroalimentación que existe allí. Por lo tanto, Venezuela se encuentra en un proceso de hiperinflación. Para este año nuestras proyecciones colocan la inflación en 1.237 %.
Proyecciones oscuras para 2018
¿Cuáles son las proyecciones que tienen ustedes para el año que viene?
—Nosotros creemos que la cesta petrolera se va a mantener en unos 47 dólares por barril. También prevemos que las importaciones estarán por el orden de los 12.500 millones de dólares y las reservas internacionales se ubicarán en niveles de 8 mil millones de dólares. Estimamos que la caída del PIB será de 8 %. Para 2018 observamos una tendencia creciente imparable de la liquidez monetaria. El tipo de cambio oficial oscilará entre 4.490 bolívares por dólar y 15.100 bolívares en promedio. En el caso del tipo de cambio no oficial, de 31 mil bolívares por dólar que estamos estimando para este año, lo estamos viendo en niveles de 217.000 mil bolívares por dólar para el próximo año. La inflación en torno a 1.421 % y un déficit fiscal de 6,3 %.