,

GÉNERO SOMETIDO

Señora, esta tarde pídale a su esposo que limpie la vivienda, y mañana en la mañana que arregle las habitaciones

Cipriano Fuentes

¿De dónde surge la equidad de género, tema tan en boga hoy en día?, y, en redalidad, ¿qué significa?  Primero emerge contra todo determinismo biológico en la desigualdad entre hombres y mujeres. Se plantea que a lo largo de la historia diversas corrientes del pensamiento lograron naturalizar dichas diferencias, justificando con ello que hombres y mujeres tendrían formas de pensar diferente, oportunidades diferentes y otras particularidades. En oposición a ese determinismo surge el concepto de género. Segundo, que hoy en día lo femenino y lo masculino dada la valoración diferente de hombres y mujeres —como son las normas que rigen las convenciones, los comportamientos, la división del trabajo—, son  productos resultantes de una construcción social, lo cual implica que dicha construcción es perfectamente permeable a cambios y por ende la mujer al igual que el hombre puede y debe tener equidad en su vida personal, laboral, política y social.

¿Qué debe revisarse para lograr la equidad entre hombres y mujeres, que no solo se resuelve al escribir los y las, ellos y ellas? Se requiere una base estructural y social cuyos indicadores no sean el sexo; igual derecho a las oportunidades y a los servicios; e igual valoración y reconocimiento para hombres y mujeres. Todo lo cual implicaría —para hondar más— el establecimiento de un orden de género: establecer un sistema de relaciones sociales, económicas y culturales entre hombres y mujeres. Y surge la pregunta, ¿Cómo lograr esa equidad?

SEGUNDO TRABAJO

Hay quienes consideran que porque en diversos sectores o instituciones predominan las mujeres —como en salud y educación (doctoras, enfermeras, maestras, personal de servicio)— ahí está resuelto el problema. Pero atendamos al resto de las áreas  de relaciones humanas. ¿Acaso esa doctora, enfermera, maestra, cuando llega a su “segundo trabajo” —el hogar— su esposo ha resuelto, para colaborar con ella, los problemas domésticos como la atención a los hijos e hijas?, cuando realmente según la tradición, “…eso le corresponde a las mujeres, a mi lo que me toca es llevar el dinero a la casa”. Que decir cuando “el señor” llega a la casa y, como una especie de servidumbre, la esposa debe tenerle servida la mesa con lo que a él le gusta y la ropa preparada para el día siguiente. Estimado amigo, ¿Por qué si usted llega primero a su casa no se invierten los papeles, y le tiene lista la cena a su esposa e hijos? ¿Sabe usted barrer?, ¿puede ir al supermercado y hacer las compras de lo que hace falta? ¿Qué tal una lavadita del uniforme de aquellos que van a la escuela? ¿Puede usted pedir permiso en su trabajo, o avisar que hoy llegará tarde porque debe llevar a su hijo a una cita médica?

¿Difícil lograrlo? Si. ¿Soluciones? A través del establecimiento de políticas públicas con enfoque de género  —que no significa que vaya dirigido solo a las mujeres—, las cuales contribuyan a mejorar la situación de desigualdad entre hombres y mujeres, lo que favorecerá el acceso de las mujeres a todos a los recursos, propiciando con ello una mayor valoración y reconocimiento de ellas como sujetos e interlocutores sociales. Pero mientras tanto ¿qué hacer? Señora, esta tarde pídale a su esposo que limpie la vivienda, y mañana en la mañana que arregle las habitaciones, y el fin de semana que haga las compras del hogar.

ciprianofuentes1@gmail.com