Los ministros de la Defensa del chávezmadurismo y otros oficiales de esa fuerza armada, se han arrogado la prerrogativa de inmiscuirse y deliberar de manera intrusiva en la actividad política del país, en abierta y flagrante violación de la Constitución de la República.
Oscar Battaglini
“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y la soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico…
En el cumplimiento de sus funciones está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”… (Artículo 328 de la Constitución vigente)
“Los … integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio…, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. (Artículo 330 de la Constitución vigente).
Cuando se confirman esas disposiciones Constitucionales y se cotejan con lo que ha sido hasta ahora la conducta y el desempeño asumido por la oficialidad adscrita a la fuerza armada chavista (facha), se perciben muy claramente desde la formación de este cuerpo militar, dos cuestiones de extrema gravedad que han dado pie a posteriores distorsiones de igual gravedad constitucional y política:
En primer lugar la permanente y sistemática violación de esos preceptos constitucionales por parte ese cuerpo militar que, de hecho, se ha convertido en un actor político deliberante y elemento fundamental para el sostenimiento y permanencia del actual régimen dictatorial. Y en segundo lugar, el haberse colocado definitivamente al margen de la legalidad, que es decir, de la normativa Constitucional que lo rige, y fuera de todo control o regulación Constitucional.
Los resultados de esa metamorfosis son, por un lado, una serie de distorsiones políticas que han hecho de la fuerza armada chavista (facha) una suerte de guardia pretoriana con asesoramiento y participación directa de la “inteligencia” cubana, rusa e iraní, y que tiene la misión de velar, mediante el insuflado furor de la “soldadesca revolucionaria”, por la estabilidad y la preservación del régimen dictatorial madurista, y por otro, una creciente militarización de la vida política nacional que, sin duda, nos ha retrotraído literalmente a los tiempos de las dictaduras gomecista y perejimenista, por decir lo menos.
En ese proceso de restauración dictatorial promovido por el chávezmadurismo, el elemento militar que hasta esos momentos había permanecido recluido en sus cuarteles, no sólo recobra la gran influencia y predominio político que había ejercido bajo aquellos nefastos regímenes dictatoriales, sino que de hecho fueron incorporados directa y efectivamente a la “nueva” estructura de poder que se inicia con la presidencia de Chávez en 1999.
Muy pronto se pondría de manifiesto que el plan de Chávez iba más allá del logro de ese objetivo, que sin propósito consistía básicamente en que la fuerza armada se incorporara a la “nueva” estructura de poder bajo su mando. Una fuerza armada creada por él, a su medida, con oficiales ascendidos por él directamente, como hicieron Castro y Gómez a principios del sigo XX, o que aceptaran o decidieran cooptarse a su fuerza armada (tal como hizo Hitler en la Alemania Nazi) todo ello con el oculto designio de convertir a ese aparato militar en la base operativa de su régimen autocrático-autoritario y en el principal instrumento para garantizarle su perpetuación.
Una vez consumada la constitución de la fuerza armada chavista (facha) se inicia a lo interno de la FAN un proceso de reestructuración y depuración de sus filas con miras al logro de los siguientes objetivos:
1-Hacer aparecer a la fuerza armada chavista (facha) como la representación oficial de la fuerza armada venezolana (institucional y constitucionalmente). Lo cual va acompañado de un cuidadoso plan de ideologización que desde la academia prepara a los nuevos cadetes en la defensa férrea de un partido político, y que pretende erradicar de su seno el convencimiento y la vocación democrática que -por definición- debe caracterizar a ese cuerpo.
2-Colocar en la línea y estructura aquellos oficiales ascendidos apresuradamente y teniendo en cuenta la incondicionalidad y obediencia mostrada, primero a Chávez, después a Maduro y al régimen político imperante.
3-Convertir a la fuerza armada chavista (facha) en un actor deliberante con participación activa y directa en la vida política nacional, como hemos podido comprobar claramente en estos últimos 20 años. A eso se debe el hecho de que los ministros de la Defensa del chávezmadurismo y otros oficiales de esa fuerza armada, se hayan arrogado la prerrogativa de inmiscuirse y deliberar de manera intrusiva en la actividad política del país, en abierta y flagrante violación de la Constitución de la República.
Un ejemplo característico de esta práctica son las declaraciones que recientemente emitiera el ministro Padrino López en relación con la acción armada ocurrida el 30 de abril del pasado año en los alrededores de la base aérea de La Carlota. En nuestro caso no se trata que estemos de acuerdo con lo ocurrido ese día, porque siempre hemos tenido la firme convicción de que la crisis política existente en Venezuela debe superarse mediante procedimientos pacíficos, democráticos, Constitucionales y electorales, opción que, como sabemos, la inmensa mayoría de los venezolanos y el mundo entero, ha sido permanentemente saboteada por el régimen dictatorial imperante.
Lo que cuestionamos sobre la declaración de Padrino López y de quienes lo secundan en el ámbito militar es básicamente la violación pública, notoria y comunicacional (flagrante) de la Constitución de la República en la que incurren reiteradamente y sin ningún recato (escrúpulo) haciendo apología del régimen madurista en un lenguaje político impropio que los deja muy mal parados ante la opinión pública nacional e internacional.
A esa posición es a la que se refiere el ministro Padrino López cuando afirma en sus declaraciones que ellos están colocados…“del lado correcto de la historia”. (cuando lo que le exige la legalidad es que se coloque del lado correcto de la Constitución).
Ante tal aseveración uno no puede menos que preguntarse ¿cómo se puede estar de ese lado, sobre todo cuando se acompaña en calidad de garante de su estabilidad y permanencia en el poder a un régimen político autoritario (dictatorial) y altamente represivo, que ha destruido, no sólo la capacidad productiva del país y por ende su economía, el valor del signo monetario y los salarios y pensiones de los trabajadores, empobreciendo y condenando al hambre a más del 80% de su población, razón por la que más de 5 millones de venezolanos (algo nunca visto en la historia del país) ha migrado (huyendo despavoridos) hacia distintos lugares del planeta, huyendo también de las calamidades que representan la carencia o deficiencia en los servicios públicos (luz eléctrica, agua potable, los servicios de salud, hospitales, etc, el deplorable estado de la educación formal, escuelas, universidades, etc, en fin, sin las condiciones mínimas para una calidad de vida digna), sino que, en el plano de los derechos públicos, ha desnaturalizado el sentido de las instituciones del Estado (incluyendo a las fuerzas armadas) y desaparecido todo vestigio democrático, al punto que podemos decir que en Venezuela no existe Estado de derecho, existe un partido político que se apropió de todas las instancias de poder y de sus instituciones para ponerlas al servicio de una causa aventurera.
Esto es lo que defienden Padrino López y sus secuaces. Si de verdad el ministro y sus acompañantes, quieren colocarse del “lado decente de la historia”, si verdaderamente desean hacer lo históricamente correcto, deberían proponerse en serio e institucionalmente, hacer las contribuciones a que haya lugar, para que la crisis política en desarrollo encuentre una salida negociada y sin mayores traumas para nuestro sufrido país.