Siempre supe que me estaban buscando la caída para sacarme de la TV. Mi cruz durante 10 años en TV ha sido caerle mal a gente poderosa que no me conoce pero que me juzga por apariencias.
Metafóricamente, si yo fuera un partido político, ya me habrían intervenido judicialmente, me habrían designado una junta directiva Ad Hoc y me habrían quitado de la tarjeta electoral así como el poder de inscribir mis candidatos. Pero como soy persona natural, la estrategia es sumergirme en el escarnio público e incitar al odio contra mi a través de una mentira repetida mil veces, al estilo de Goebbles.
En 100 monólogos de 1 hora que hice durante 3 años en TV nacional, factores políticos y mediáticos arremetieron con furia contra mi espacio pero no pudieron destruirlo ya que la calidad científica de mi producto fue defensa suficiente (y única defensa) para sobrevivir en la pantalla chica, sin padrino político. No obstante, siempre supe que mi programa sería provisional, un ciclo corto en mi carrera.
A mis aliados circunstanciales les dije desde el inicio de nuestro pacto: «tarde o temprano, mis enemigos vendrán por mí, ellos son una maquinaria de aplastar revolucionarios de a pie, tienen poder político, poder económico y poder mediático; yo sólo tengo mi talento frente a la cámara. Cuando ese día llegue, que nadie arriesgue su puesto de trabajo defendiéndome, cuando arriba pidan mi cabeza, entréguenla inmediatamente y sálvense ustedes. Yo me defenderé yo mismo como pueda». Y mi predicción se cumplió totalmente.
Dos largos años han pasado del Puente Llaguno, es decir, la simulación de hecho punible, el montaje, el falso positivo, la campaña de calumnias, el hecho nunca comprobado legalmente (y que nunca se comprobará porque jamás sucedió) que generó escándalo en redes sociales y en cuestión de horas puso final a mi trabajo mediático. El epitafio del cuento: dispararon primero y nunca averiguaron. Adiós presunción de inocencia constitucional.
En resumen, yo también tuve un disidente interno en mi «partido político» que fue absorbido por el mal y se prestó para el golpismo, o sea, yo también tuve mi Bernabé Gutiérrez en AD, mi Ilenia Medina en PPT, mi Tupamaro paralelo y etc, que introduciendo una acción legal muy dudosa, le hizo el gran favor a mis enemigos de siempre.
El tema de interés nacional es que cualquier cosa parecida a la crítica revolucionaria, a la posibilidad de dar recomendaciones y formular propuestas, ya no existe en la televisión venezolana. Eso no es bueno en una revolución socialista. Los críticos de ahora no critican, simplemente «pegan almohadazos» al gobierno, a pesar del deterioro general severo de la patria. Evidentemente eso no contribuye al debate de ideas tan necesario para el rescate de la revolución bolivariana.
Indultar al opositor radical Freddy Guevara y no al chavista de a pie tiene sentido cuando lo que realmente le preocupa al Goliat burocrático es que se consolide un modelo a seguir, de revolucionario insumiso, que contagie a otros camaradas el virus de la irreverencia, muchos callan más por miedo que por disciplina o lealtad.
Ojalá el ánimo democrático expresado en el indulto a más de 100 opositores radicales, se extienda a los cientos de chavistas que han sido aplastados políticamente en los últimos años. De allí la ratificación de mi propuesta de El FACHA, el frente amplio de chavistas aplastados, como una plataforma que agrupe a los socialistas excomulgados, y que, superando los egos de sus miembros, elabore colectivamente las propuestas revolucionarias que salven a Venezuela.
Dicho lo anterior, llamo a la reunificación de todos los chavistas, por un chavismo que tolere la diversidad, un chavismo sin aplastadores ni aplastados, uno que reconcilie a los chavistas de Fort Runner Toyota 2020 con nosotros los chavistas de a pie.
Me dijo un camarada ruso, en mi época de joven traductor de congresos bolcheviques: «en el circo de Moscú, los domadores no usan látigo con los animales, prefieren usar caramelos».
@Jesus_Silva_R