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EEUU: Golpe de estado profundo #Opinión #HumbertoGonzálezBriceño

El estado profundo parece haber articulado una coalición de fuerzas e intereses para sacar a Trump del poder sin importar los medios y sus costos.

Humberto González Briceño

Para los efectos de este artículo podemos caracterizar al golpe de estado como el proceso mediante el cual un grupo o partido toma el poder por medios ilegales e ilegítimos. Esto quiere decir asumir el control del estado por mecanismos no previstos en la ley y sin el reconocimiento de los miembros de esa sociedad expresado de acuerdo a su propio orden jurídico.

Quizás la versión más popular del golpe de estado es aquella en la cual las fuerzas militares intervienen e imponen las nuevas cabezas de ese estado. Podemos incluso afirmar que todo golpe militar es un golpe de estado, pero no todo golpe de estado tiene, necesariamente, que ser militar.

Basta que el realineamiento ocurra en desafío a lo establecido por la constitución y las leyes de esa nación aunque lo que se use para materializarlo no sea la fuerza física o militar sino más bien otro tipo de factores que produzcan el mismo resultado, tales como la propaganda, la coacción, e incluso la desobediencia.

«Sabremos si es verdad que los Estados Unidos de Norteamérica es una república de leyes o eso ha quedado reducido a un mito»

Desde el comienzo de su gobierno en 2017 en los Estados Unidos Donald Trump ha tenido que enfrentar dentro de la propia estructura del estado norteamericano las fuerzas que se conocen como el “deep state” o estado profundo. Son funcionarios enquistados en la burocracia política norteamericana que tienen su propia ideología y agenda más allá de las retóricas confrontaciones entre Republicanos y Demócratas.

Lo que se ha presentado en las últimas décadas como una política bipartidista de hacer de los EEUU el policía del mundo con sus costosas y reiteradas intervenciones militares en el medio oriente es en realidad una política del estado profundo, pero que es vendida como beneficiosa para la nación norteamericana. El complejo industrial militar protegido por el estado profundo y con ganancias astronómicas en el negocio de tecnología y armas jamás podría ver con buenos ojos la política de retirarse militarmente del medio oriente y en forma consecuente promover un proceso de paz sin precedentes impulsada por Donald Trump.

Herederos de las políticas de Henry Kissinger para favorecer a China en detrimento de la industria norteamericana, los operadores del estado profundo tampoco podrían avalar la tesis de Trump de confrontar con China y buscar alianzas con países en las américas para lograr un desarrollo industrial que beneficie a todos. La economía norteamericana se ha hecho adicta a la mano de obra barata que provee China, pero el costo ha sido el desmantelamiento de las industrias en los EEUU. Trump comenzó a revertir esa política pero en el intento ha encontrado poderosos y formidables enemigos dentro del propio estado norteamericano.

Solo este complejo entramado de intereses podría explicar que la casi totalidad de los medios de información en los Estados Unidos haya emprendido una campaña de linchamiento moral contra Donald Trump desde el inicio de su primer gobierno. En esta campaña participan sin enfado los dueños de las compañías que controlan las llamadas redes sociales (Twitter, Facebook, etc.), las compañías de Silicón Valley y hasta George Soros quien puso dinero en las elecciones de los EEUU para impedir la reelección de Trump.

El estado profundo parece haber articulado una coalición de fuerzas e intereses para sacar a Trump del poder sin importar los medios y sus costos. Por supuesto, aquí no cabe la versión del golpe militar clásico porque el solo intento provocaría la conformación de milicias civiles en defensa de la institucionalidad en un país donde más de 40 millones de personas portan armas legalmente. Aquí se están usando instancias del propio estado con procesos fraudulentos para sacar a Donald Trump del poder sin hacer un  solo disparo. Estaríamos frente a la versión norteamericana de un golpe de estado.

Todo el dinero gastado para impedir la reelección de Trump, el fraude electoral en varios estados con los votos por correo, y la campaña para chantajear a la nación con la amenaza de provocar violencia si el triunfo de Trump es reconocido encaja en la caracterización de golpe de estado que hemos planteado al inicio de este artículo.

El instrumento para este golpe de estado sería el fraude electoral o el intento de contabilizar votos que fueron emitidos ilegalmente por el candidato apoyado por el estado profundo Joe Biden. Esto habría ocurrido “legalmente” en varios estados en una magnitud suficiente como para cambiar el resultado de la elección y hacerlo calzar con lo que decían las encuestas. Así,  todo quedaría como una supuesta decisión democrática refrendada por los medios de comunicación, aunque en el fondo siempre haya sido viciada.

Todo indica que estamos frente a un golpe de estado en pleno desarrollo para torcer la voluntad de los ciudadanos norteamericanos. Esto también quiere decir que dentro de la estructura interna de ese estado hay fuerzas que intentarán contrarrestar el golpe y poner en funcionamiento todos los mecanismos legales y constitucionales para resolver esta grave crisis política. Por el resultado de esta confrontación sabremos si el golpe triunfa o es neutralizado. También sabremos si es verdad que los Estados Unidos de Norteamérica es una república de leyes o eso ha quedado reducido a un mito.- 

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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