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El simulacro electoral del 6 de diciembre #Análisis #OscarBattaglini

La crisis política pasó a convertirse en un conflicto entre la dictadura y la sociedad venezolana

Oscar Battaglini

Tal como había sido planeado (urdido) por la dictadura militarista, se llevó a cabo el simulacro electoral del pasado 6 de diciembre y sin sorpresas de ninguna naturaleza.

Para cualquier observador de la situación venezolana actual era evidente que el resultado previsible de esas “elecciones parlamentarias”, fuese el que finalmente hemos conocido hasta ahora; en el que resalta el altísimo porcentaje de abstención registrado en dichas “elecciones”, en las que votaron mucho menos electores de los que participaron el 20/5/2018.

Entre los indicios que inducían a pensar que eso iba a ocurrir exactamente así (de allí que Maduro se haya referido al evento como a un plebiscito y haya puesto su cargo en juego), cabe mencionar, como lo hemos venido haciendo:

El cinismo y el descaro de promover unas ‘elecciones’, en medio de esa situación y de una pandemia que amenaza la vida»

1.- La extrema gravedad de la situación (de la crisis) económica que acabó con la calidad de vida de la inmensa mayoría de los venezolanos (excepción hecha de la nueva burguesía revolucionaria), situación que los ha condenado a padecer las vejaciones de la pobreza en todas sus modalidades.

2.- El enorme malestar y descontento que esa situación ha generado en el interior (en todos los estratos) de la sociedad venezolana en contra del régimen político que la ha provocado.

3.- El cinismo y el descaro de promover unas “elecciones”, no solo en medio de esa situación y de una pandemia que amenaza la vida de millones de venezolanos, sino realizadas bajo la dirección y administración político – tecnológica de un CNE férreamente controlado por la dictadura.

El resultado de todo eso ha sido el cierre absoluto de toda posibilidad de cambiar la situación política general imperante mediante la vía electoral»

Además, con los principales partidos políticos de la oposición democrática ilegalizados, sus dirigentes inhabilitados y bajo persecución policial, y con el uso ventajista y abusivo del aparato civil-militar del Estado chavista puesto al servicio de los intereses político-electorales de la dictadura militarista.

El resultado de todo eso ha sido el cierre absoluto de toda posibilidad de cambiar la situación política general imperante mediante la vía electoral, especialmente a partir del año 2015, cuando la oposición democrática articulada en la MUD, le infligió una contundente derrota electoral a la dictadura en las elecciones parlamentarias de ese año.

Esto es lo que explica que el G4 y el conjunto de las fuerzas mayoritarias de la sociedad civil, se hayan visto obligadas a recurrir a la abstención activa y consciente (deliberada) frente a las simulaciones electorales montadas por la dictadura en los años 2018-2020, y a levantar con más fuerzas la consigna de elecciones libres, justas y competitivas, como forma de lucha política-democrática en contra de la dictadura militarista.

En los dos simulacros ordenados por Indira al final de la “campaña electoral” para palpar la intención de voto, le indicaban a las claras lo que inevitablemente ocurriría»

Es evidente que la camarilla civil-militar en el poder, también compartía con la jefatura del Estado, una previa y clara noción de lo que serían los resultados que arrojarían el simulacro electoral del 6D.

Lo ocurrido en las parlamentarias del 6/12/15, en las presidenciales del 20/5/18, en las que votó menos del 30 % del electorado nacional; y en los dos simulacros ordenados por Indira al final de la “campaña electoral” para palpar la intención de voto de la población electoral, le indicaban a las claras lo que inevitablemente ocurriría en dicho evento.

Sobre esto no hay ninguna duda. Por eso la estrategia político-electoral de la dictadura militarista, sobre todo, después del descalabro del 2015, ha estado dirigida a impedir por todos los medios posibles la participación de la oposición democrática articulada en el G4, y de la mayoría de la población en edad de votar.

Este acoso contra la Asamblea Nacional se intensificó con la creación de una constituyente fraudulenta»

Fue con ese fin que la dictadura militarista: 1.- Le arrebató a la Asamblea Nacional de oposición electa mediante el voto mayoritario del pueblo venezolano en las parlamentarias de 2015, la prerrogativa de la mayoría calificada al inhabilitar a los diputados indígenas de oposición, medida que posterior e insólitamente se hizo extensiva a todo el Poder Legislativo del Estado venezolano, al ser declarado en desacato (¿?) mediante una servil resolución del TSJ, brazo ejecutor y desguazadero político de la dictadura militarista.

Conviene señalar que este acoso contra la Asamblea Nacional se intensificó con la creación de una constituyente fraudulenta, una “asamblea nacional” espuria, y con el desencadenamiento de una ofensiva “legal” y represiva (policial) en contra de la representación de la oposición parlamentaria de oposición;

2.- Despojó igualmente a la Asamblea Nacional legítima de la facultad de designar a las autoridades del poder electoral, del CNE, con lo cual la dictadura se reservó para sí el control absoluto de los procesos electorales en nuestro país y de manipular a su antojo sus resultados;

Inhabilitó políticamente a sus principales dirigentes, muchos de los cuales permanecen bajo asedio y acoso policial»

3.- Ilegalizó, como es sabido, a los partidos políticos del G4 e inhabilitó políticamente a sus principales dirigentes, muchos de los cuales permanecen bajo asedio y acoso policial; creó y le dio paso a una oposición sui generis que le ha venido sirviendo de comparsa en la realización de sus planes electorales, que además cohabita armónicamente con ella, sin conflictos ni contradicción real alguna, cono ha podido observarse en los dos últimos simulacros electorales escenificados en Venezuela, particularmente el que acaba de tener lugar el pasado 6D.

Logrando de esa manera el objetivo de obligar al G4 y al grueso de la población electoral, a abstenerse, lo que de por sí, y aunado a la ausencia de seis millones de venezolanos que huyeron de la dictadura, reducir sustancialmente una participación efectiva; en el simulacro comicial.

Fue en medio de esas circunstancias que dio comienzo en pleno el montaje de la comedia electoral insólita que acabamos de presenciar, y en la que no hubo actores de primer plano (los principales partidos políticos de la oposición de la oposición democrática y la inmensa mayoría de los electores venezolanos), los cuales fueron excluidos, como se ha visto, mediante la represión policial y la coacción jurídico-política, lo que hizo de esas “elecciones” una representación teatral bufa, escenificada por actores de segundo y tercer plano, es decir, por la caterva oficialista del Psuv y el “Polo Patriótico” y por la Comparsa constituida por la cáfila de la mesita y los alacranes.

Lo evidente es que la crisis política en desarrollo, cada vez menos tiene la característica de un conflicto entre la dictadura y el G4 «

El resultado final de la “consulta”, como estaba cantado, le da la “victoria” a la dictadura militar, la cual obtuvo la mayoría de los votos ejecutados de un universo no mayor al 20 % del Registro Electoral Permanente (REP), repartido entre todos los concursantes, lo que a todas luces -mírese como se mire- reúne todas las características de una victoria pírrica, similar a las que se atribuye la dictadura el 20/5/20, que, como ya se sabe, tampoco cuenta con el reconocimiento de la conciencia mayoritaria del pueblo venezolano, ni el de la comunidad internacional.

Llegados a este punto, lo evidente es que la crisis política en desarrollo, cada vez menos tiene la característica de un conflicto entre la dictadura y el G4, para convertirse, en lo fundamental, en un conflicto entre la dictadura y el conjunto de la sociedad venezolana, en esto no hay término medio; sobre todo teniendo en cuenta como se han resuelto siempre este tipo de brete histórico y político.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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