El planeta, sin saber cómo será el gobierno de Joe Biden, por múltiples razones celebrará la derrota de Donald Trump de la presidencia de la principal potencia de la Tierra. Echaremos de menos las peroratas y pataletas del mandatario saliente
Domingo Alberto Rangel
En pocas horas, cuando esta columna esté circulando, Donald Trump a fuerza de votos y contra su voluntad habrá salido de la Casa Blanca.
Sobre el hecho confieso que es difícil decir cuál es el sentimiento predominante ante lo que a la vez es una derrota, pero convertida en victoria merced al poco brillo de sus adversarios. Evidentemente se conforman con llegar a la presidencia imperial, por inercia, cuando los Estados Unidos, como casi todo el mundo, piden un cambio.
El planeta sin saber cómo será el gobierno de Joe Biden por múltiples razones celebrará la derrota de Donald. Pero en vista de lo descolorido del gobierno entrante, lo más probable será que muchos, cual consuelo de los pequeños, cuando ven al grandote poniendo la torta, echaremos de menos las peroratas y pataletas del saliente.
La pérdida de credibilidad que en esta presidencia ha sufrido Estados Unidos, es poco como legado»
Habrá a estas alturas quienes recuerden que Trump propició cambios, lo cual en estricto sentido es verdad.
Y no faltarán quienes retruquen que de esos cambios no quedará nada aparte de las malacrianzas y patanerías ya conocidas por sus andanzas de toda una vida como pantallero y timador. Esto aunado a la pérdida de credibilidad que en esta presidencia ha sufrido Estados Unidos, es poco como legado.
Trump no puede calificarse como el comienzo de nada, fue el triste final o la gota que rebasó el vaso de una democracia que ya madura e imperial nunca quiso cambiar.
Disfrazados los vimos de lo que la televisión chatarra que llena todas las cableras, les mete en el cerebro a la generación de los memes»
Del sentimiento de frustración que es la fuerza popular acompañante de este Presidente, tan singular por lo mentiroso, jactancioso pero a la vez mediático como solo Kennedy lo fue, quedará gravitando sobre la política yanqui el peso de quienes no teniendo nada que perder irrumpieron a nombre de Trump en el Congreso de su país, cual coroneles tercermundistas alzados contra la ley.
Disfrazados los vimos de lo que la televisión chatarra que llena todas las cableras, les mete en el cerebro a la generación de los memes, a guisa de épica política para los nuevos desarrapados de la Tierra.
De esto poco se ha comentado en nuestra América tan proclive a ver la realidad a través del caudillismo que llena todos nuestros libros de historia.
Vestido como Hollywood caricaturizó a los vikingos, tatuado el cuerpo pero lleno de furia, muchos espectadores quedaron sorprendidos»
Cuando la televisión mundial mostró la imagen de un yanqui ingresando a la fuerza en el Congreso de su país, vestido como Hollywood caricaturizó a los vikingos, tatuado el cuerpo pero lleno de furia, muchos espectadores quedaron sorprendidos.
Sobre todo los que de ese gran país que se llama los Estados Unidos solo conocen la épica oficial, repicada desde 1945 por todo soñador que después de la segunda estupidez de los europeos, en un siglo, piensa en Estados Unidos como segunda casa, donde una eterna aventura puede tener lugar porque allí todos caben, territorio inmenso que a poco de llegar les permite hacer realidad sus sueños.
Así fue por mucho tiempo cuando Estados Unidos fue la fábrica del mundo y todos los productos llevaban orgullosos su impreso de “Made in USA”.
Los yanquis desde Monroe siempre han pensado que en este continente solo ellos existen»
Pero eso se comenzó a evaporar a finales del siglo pasado cuando los grandes capitales que estos guerreros alineados con el Chief Donald llaman “Estado Profundo”. Recordemos que en Estados Unidos nunca realmente hubo un gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, porque se llevaron las fábricas a China para ellos ganar más.
El resto es conocido hasta por Trump que ofreció volver a hacer “América Grande” porque los yanquis desde Monroe siempre han pensado que en este continente solo ellos existen, quien usó a su favor la rabia del yanqui común que ahora tiene que tener varios trabajos para poder llegar a fin de mes y pagar las facturas.
Es una rabia universal convengo: No en balde en nuestra Venezuela este sentimiento sigue latente pero dejo eso para un párrafo final.
Estados Unidos tiene los mismos problemas que Europa, los que no tienen los países asiáticos como China o Rusia»
Trump como todo quien carece de algo similar a lo que llamaban en el siglo pasado “ideología”, y recuerdo que el populismo no lo es, y que ahora en vez de chaqueta de fuerza como la que le ponían a los pobres desquiciados, solo serviría y es mucho, de brújula para quienes como el presidente que denuncia fraudes pero no presenta pruebas. O como quien en mi país pretende seguir eternamente de diputado o interino, metan la pata pero con más disimulo.
Estados Unidos tiene los mismos problemas que Europa, los que no tienen los países asiáticos como China o Rusia que ni es europea ni tampoco asiática.
Pero Estados Unidos no tiene la dispersión de Europa donde nadie manda, o la falta de democracia como los asiáticos.
No fue capaz de poner a funcionar la gran infraestructura, redimensionar una educación que está graduando yanquis analfabetas«
Allí estriba el fracaso de Trump incapaz hasta de terminar el muro con el cual pretendió culpar a los mexicanos, por lo que hicieron los mega millonarios yanquis.
No fue capaz de poner a funcionar la gran infraestructura, redimensionar una educación que está graduando yanquis analfabetas funcionales, llenos de ignorancia pero henchidos de soberbia.
Y renovar un sistema político anacrónico, racista, y hoy día francamente atrasado.
Tarea inmensa para la cual Trump no estaba capacitado, pero los bribones que le acompañaron menos.
Quedará la fuerza de quienes con violencia protestan, como aquí fue la rabia de los guarimberos, esperando un liderazgo que los comprenda»
Por cierto que esos bribones nos legaron a los venezolanos un inepto, sinvergüenza incapaz de leer bien el telepronter, pero que pretende eternizarse como “administrador” –léase ladrón- de Citgo y otras linduras que el Washington Post calcula en 40.000 millones de dólares.
Esa deuda con nosotros y el debilitar las estructuras institucionales del país más poderoso de la Tierra, el mentir a diario que era anatema para los abuelos de quienes hoy en el norte protestan, es el legado de Trump.
Quedará la fuerza de quienes con violencia protestan, como aquí fue la rabia de los guarimberos, esperando un liderazgo que los comprenda y busque canalizar sus reclamos.
Goodbye Donald… no vuelvas jamás.
@DomingoAlbertoR
EL AUTOR es ingeniero civil, consultor, asesor y dirigente político. Premio Nacional de Periodismo 2019, mención Opinión.