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En Venezuela necesitamos un «kleroterión» #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Un «kleroterión” sería excelente para nombrar generales por méritos objetivos y no por padrinazgos y recomendaciones; designar ministros aptos para el caso, y no esta especie de espontáneos, «capaces» de regir cualquier ministerio

Gustavo Luis Carrera

A través de la historia las sociedades han advertido que los vicios de la organización pública deben ser combatidos de alguna manera. Inclusive, al respecto, se han arbitrado sistemas que no necesariamente representan la aplicación de la fuerza bruta.

Tal es el caso de los procedimientos de astucia preventiva de la corrupción y de los malos manejos políticos. Ejemplo particularmente aleccionador es el del «kleroterión».           

MOTIVACIÓN ESENCIAL. La tendencia impositiva de los intereses de los poderosos es difícil de enfrentar. Tal como ha sido siempre. Así, en la Atenas de la antigua Grecia, creaba gran preocupación observar cómo se compraban los votos y los políticos manipulaban a los votantes, al momento de elegir funcionarios. Jefes y mandatarios se imponían por manejos propios de la aristocracia, de las familias prominentes y del dinero. Situación que se reflejaba, en el terreno de los hechos, en un proceso de decadencia social y política que resultaba intolerable. Por cierto, cuadro situacional que se proyecta a través del tiempo hasta la actualidad. 

EL «KLEROTERIÓN». En consecuencia, para escoger sus generales y sus jefes de Estado los atenienses inventaron el «kleroterión». Era un bloque de piedra, en forma de rectángulo, que presentaba ranuras hechas en filas ordenadas, marcadas por letras. En esas ranuras, los aspirantes a cargos de importancia introducían, según la inicial de su nombre, su «pinakión», una especie de cédula de identidad, en madera, con sus datos completos.

Todos los «pinakión» iban a una ruleta con casillas que llevaban letras, como el «kleroterión», y la ruleta daba el resultado de los nombres del grupo de escogidos. El dispositivo tenía un embudo en el cual se colocaban una bola blanca y una negra; entonces cada candidato a ser uno de los jurados de los aspirantes, movía el embudo, y si salía la bola blanca, era aceptado como tal.

Había un encargado de administrar el dispositivo, en presencia de los interesados y del público. Todos participaban: ricos y menos ricos, poderosos y menos poderosos; con iguales posibilidades de llegar a un cargo de alto nivel. Sin embargo, todavía, con astuta prudencia, había más: los nombramientos se hacían por un año; sin reelección.   

PROMINENTE BENEFICIO NACIONAL. La necesidad de un «kleroterión» en Venezuela resalta de manera ostensible. Sería excelente nombrar generales por méritos objetivos y no por padrinazgos y recomendaciones; designar ministros aptos para el caso, y no esta especie de espontáneos, «capaces» de regir cualquier ministerio, como si fueran una simbiosis de Erasmo de Rotterdam, Leonardo da Vinci  y Andrés Bello, y además con cargos casi vitalicios.

Se estaría a salvo de las rotaciones ministeriales: «hoy te toca aquí, y mañana allá», con las mismas caritas de siempre. Se rompería el continuismo propiciador de prebendas y beneficios personales, así como auspiciador de la prosecución de los mismos errores, corruptelas y fracasos consuetudinarios… ¿Un sueño eidético? Quizás. Pero, nadie puede negar lo necesario y justo que sería un «kleroterión» en Venezuela. Al menos no se cometerían tantas torpezas deshonestas y no se harían tantos ridículos perniciosos y destructivos.  

VÁLVULA: «Combatir los vicios y las corruptelas en los altos niveles de gobierno es tan necesario como urgente. Pero, resulta por demás difícil; es indispensable rechazar un uso inveterado y un juego de intereses políticos y económicos, que prevalecen en la selección de figuras dominantes del régimen. Al respecto, no es extravagante traer a colación el dispositivo ateniense denominado «kleroterión», antídoto del nombramiento manipulado de jefes institucionales y de conductores de la administración pública».  

                                                                                               glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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