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Lecciones de la pandemia #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

La salud pública es una prioridad física y anímica, que debe ser vista, atendida y prevenida. Y su vinculación con el orden natural es más que evidente. Es la tercera lección. La suma es una tríada que es indispensable extraer de semejante flagelo universal.

Gustavo Luis Carrera

Dicen que lo más lamentable después de pasar momentos difíciles y muy graves, es no extraer de ellos una lección. O sea, que además del sufrimiento mismo de la amarga, y hasta trágica, situación padecida, sería imperdonable no derivar de esa experiencia una enseñanza profunda y duradera. Tal es el caso de la fatídica pandemia actual, donde sobresalen, al menos, tres lecciones evidentes.

LA SALUD PÚBLICA. Desde el año pasado se vive un problema de salud pública, bajo los efectos de esta terrible pandemia desatada en todo el orbe. Pareciera que se resucitan males universales de otros tiempos; precisamente tiempos que se creían lejanos, superados. Y de pronto se evidencia que a nivel mundial no se estaba preparado para una eventualidad de esta índole.

Sobresale el hecho de que no se venía concediendo a la salud pública la importancia requerida. Sobre todo cuando comparamos la desatención de la sanidad frente a los presupuestos militares, por ejemplo; o al observar cómo se invierten sumas extraordinarias en hacer fotos del planeta Marte, descuidando el planeta Tierra.

Es de señalar que estas consideraciones son particularmente válidas con respecto a las tenidas por mayores economías mundiales: Estados Unidos (que ha llegado a la cifra máxima de contagiados) y China (con la responsabilidad del origen de la pandemia).

Muy poco queda para América Latina, donde el gasto en salud pública, en promedio, no llega al 4% del presupuesto global; y menos todavía para Venezuela, con apenas 1,5 %, según las informaciones internacionales. ¿No son obvias las conclusiones?

GUERRA DE VACUNAS. La segunda lección deriva del proceso de confusión y desinformación relacionado con las vacunas producidas, o por producirse, contra el coronavirus. En primer lugar, la competencia por la creación apresurada de una vacuna; dejando abierta la duda de si se han cumplido los pasos indispensables del procedimiento científico del caso, así como de los lapsos de prueba y confirmación del efecto pretendido. Y luego la lucha abierta entre las distintas ofertas de vacunas.

Para comenzar, el enfrentamiento económico: la enorme inversión hecha busca no solo ser recuperada, sino proporcionar sólidas ganancias, en una lucha abierta entre capitales y capitalistas; dejando de lado a quienes no pueden pagar el precio establecido: el estigma de una cruel discriminación económica. ¿Dónde queda la solidaridad humana?

En segundo lugar, el antagonismo político: de un lado, solo valen las vacunas generadas por países cuya simpatía ideológica se evidencia (en Venezuela solo hablan de una vacuna rusa y de una china, y hasta insinúan la posibilidad de una advenediza cubana); y del otro lado, se detecta una competencia entre productores europeos y norteamericanos ¿Se terminará llegando a un mercado negro de vacunas?

LA DURA ADVERTENCIA DE LA NATURALEZA. Hemos insistido, desde el comienzo de la pandemia, en que percibimos en este cataclismo de salud pública un llamado de atención de la naturaleza descuidada, preterida, inclusive diezmada. La contaminación, la deforestación sin límites, el calentamiento global; todo conduce a la perversión del ambiente, alterando los naturales controles y los equilibrios compensatorios entre lo negativo y lo positivo.

Ensoberbecido por los enormes adelantos tecnológicos, el ser humano olvidó el nexo indestructible con la naturaleza, con el medio originario, vital y vitalista. Fue asombroso ver cómo, al reducirse la contaminación del ambiente por el confinamiento de las personas impuesto por la pandemia, la naturaleza se recuperaba: las aguas se depuraban, los animales reaparecían, las especies vegetales resurgían.

¿No está a la vista la lección? La salud pública es una prioridad física y anímica, que debe ser vista, atendida y prevenida. Y su vinculación con el orden natural es más que evidente. Es la tercera lección. La suma es una tríada que es indispensable extraer de semejante flagelo universal.

VÁLVULA: «Esta terrible y persistente pandemia, que amenaza y enluta al mundo entero, ya deja tres lecciones indefectibles: el nefasto descuido de la salud pública; la mísera guerra económica y política de las vacunas; el llamado de atención del descuido del ambiente y la destrucción de sus niveles de equilibrio. No aprender estas enseñanzas es no solo un desatino, sino que se convierte en una ignorancia criminal y suicida. Así es».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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