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Un curioso y peculiar venezolanismo #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Nadie dirá en Venezuela «gatito», sino «gatico»; ni «galletita», sino «galletica»; y los ejemplos prosiguen sin término: coroto, aguacate, caraota, chocolate, rato, fruta, tomate, aparato

Gustavo Luis Carrera

Los modos particulares del habla -luego trasmitidos a la escritura- de cada región distinguen un mismo idioma en un territorio dado. Es posible que estas formas diferenciadas de individualizar, y enriquecer, una lengua, abarquen todo un Estado, o se circunscriban a una zona, caracterizada por singularidades históricas, ambientales y culturales en general.

MODISMOS LÉXICOS. En todas las lenguas se dan los denominados modismos léxicos, o particularidades lexicales, como una forma de personalidad expresiva singularizada. Son palabras, modos y derivaciones semánticas, que enriquecen el vocabulario o le dan matices desacostumbrados.

Los llamados americanismos son los propios de todos los países de habla hispana de esta parte del mundo. Pero, igual los hay en portugués, en inglés, en francés (por ejemplo, con el caso del argot). Quizás hasta un 10% de las lenguas está representado por modismos particulares, que incesantemente van aumentando; inclusive con incorporaciones de otras lenguas.

VENEZOLANISMOS. Las palabras y las expresiones o frases, así como los dichos y los refranes, usuales en Venezuela en tanto rasgos distintivos de una manera de hablar y de escribir, se denominan venezolanismos. Inclusive, así como hay un diccionario de americanismos, también existe un amplio diccionario de venezolanismos (que no se cierra, siempre seguirá enriqueciéndose, con la dimensión interminable de los regionalismos).

Hay venezolanismos compartidos con otros países (arepa, joropo); mientras otros son de dimensión nacional (perol, coroto, hallaca), y algunos circunscritos a una región (cuna, chaco, ardita, sucieza, caituco, en Cumaná). En otro ámbito están los venezolanismos importados de lenguas extranjeras: del francés: petipuá, papel tualé, paltó, caset; del inglés: ceibó, guachimán, macadam, escanear; del italiano: chao. Y así.

UN CURIOSO VENEZOLANISMO. Como observador del lenguaje, registro una particularidad en la formación del diminutivo en este país. Existen variantes en los sufijos propios del diminutivo en español, sobre todo: ito-a, illo-a, ico-a, ín-ina. Son especialmente usuales las primeras (ito-a, illo-a); resultando propio de ciertas zonas geográficas la forma «ico-a», observada en Andalucía y otros territorios de España, en el Caribe, en Colombia, en Costa Rica; y así en una lista abierta.

Desde luego, Venezuela pertenece a tal particularidad. Y allí es donde quiero sustentar la existencia de un curioso y peculiar venezolanismo. Se trata de lo más parecido a una regla lexical: el diminutivo de toda palabra terminada en: vocal + t + vocal, hace el diminutivo en «ico-a». Nadie dirá en Venezuela «gatito», sino «gatico»; ni «galletita», sino «galletica»; y los ejemplos prosiguen sin término: coroto, aguacate, caraota, chocolate, rato, fruta, tomate, aparato. Otro tanto sucede con el hiperdiminutivo: de papelito, papelitico; de poquito, poquitico. Ahora bien, ¿por qué ocurre tal peculiaridad? ¿Tendrá que ver con la presencia de la «t», que equivale a un sonido oclusivo (oclusión de órganos de la fonación), dental (la lengua toca los dientes) y sordo (sin vibración de las cuerdas vocales)? ¿O es sólo cuestión de hábito, de tradición lingüística, de especificidad lexical? Como quiera que sea, es de observar que puede darse el diminutivo en «ico-a» en el conjunto: vocal + n ó r ó s+ t + vocal (puerta, manta, resto, angosto, conjunto; que hacen el diminutivo en «ico-a»); pero no es una regla dada (frente, corte, fuente, poste, parte, lo hacen en «cito-a»).

No es, pues, una norma fija, como sí lo es la aquí advertida: en Venezuela, las palabras terminadas en: vocal + t + vocal, hacen el diminutivo en «ico-ica», de manera generalizada. Toda regla tiene su excepción; pero ésta es prevalente, como lo demuestra la práctica, de hecho universal.

VÁLVULA: «No sé si ya lexicógrafos y linguófilos han advertido y reseñado esta peculiaridad de la formación del diminutivo en «ico-ica», en Venezuela. En todo caso, queda aquí consignada en La Razón».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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