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¿Verdadera depuración judicial o impúdico reparto del botín? #Análisis #OmarEstacio

Lo peor, siempre se puede empeorar. Lo decimos de cara a los resultados de las sucesivas reestructuraciones o depuraciones judiciales, fracasadas, todas con estrépito a lo largo de las últimas dos décadas

Omar Estacio Z. 

Nicolás Maduro, jefe del gobierno paria, acaba de crear una altísima comisión para reformar los tribunales de lo que, en otro tiempo, fue Venezuela. 

Semanas atrás, el inefable parlamentario, (a) “Louis Vuitton”, nos había sorprendido al dar en el Palacio Federal ¡una clarinada! contra, la corrupción, la inoperancia, el topo a todo, la aplicación de vacunas -no precisamente contra el COVID- en esos mismos tribunales  ¿Gallinas cantando como gallos?  En abril de 1877, ya  el “Ilustre Americano”, nos enseñó a prepararnos para lo peor, apenas se producen semejantes fenómenos sobrenaturales. 

Hasta bazofias normativas, como esa que lleva el remoquete de Constitución de la República Bolivariana de Venezuela -que, ni es venezolana, ni bolivariana, porque la escribieron, a sueldo, para Chávez, un par de cagatintas españoles- establecen la sacrosanta, separación e independencia Poderes. Artículo 267, a la letra, para el caso que nos ocupa: “Corresponde al Tribunal Supremo de Justicia, la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial”. Mal pudo, por consiguiente, Maduro, decretar comisión alguna, comisionados suyos, incluida su mujer, para producir una “revolución profunda y acelerada” del sistema de justicia. En todo caso, lo mal que puede, es ser la Altísima Comisión para el Atropello. O para más atropellos.

 Y los sedicentes titulares del gobierno judicial de la esquina de Dos Pilitas ¿Qué dicen? Es lo más triste: Encajaron el golpe de Estado o patadón, allí, donde la RoboLución, degrada su indecente nombre, sin chistar. Sabrán, éllos, el motivo. Pero ¿De qué hablamos? ¿Qué cosas decimos? Si para el gobierno gamberro, la única ley es que no hay ley, incluido el papel mojado en el que está impresa la referida Constitución.

Sea como sea, los integrantes de la  fementida comisión, ya están juramentados y manos a la obra -o a la obrada- bajo la presidencia, casualmente, del mismo “prohombre” que  en abril de este año levantó una polvareda al serle cuantificada por el Poder Judicial que pretende depurar, una indemnización moral muy inmoral. Y valga el oxímoron, porque mientras que a una viuda, esos mismos jueces, le tasaron el sufrimiento por haber perdido a su marido, en el equivalente a US $9.000,00; mientras a unos padres les  justipreciaron el inabarcable dolor por la muerte de un hijito en US $16.216,00; mientras a una trabajadora le compensaron, a razón de US $15.960,00, la desesperanza por haber quedado incapacitada total y de por vida; al pretenso depurador, en persona, ese aparato judicial por chamuscarle, supuestamente, su ya chamuscada reputación, lo bonificó con la bicoca de trece millones, seiscientos mil dólares americanos (US$ 13.600.000,00) ¿Incluirá el nuevo moralizador o fumigador, alguna autofumigada, por haberse prevalido de ese mismo, Poder Judicial, que pretende fumigar para perseguir adversarios políticos? 

 Y los sedicentes titulares del gobierno judicial de la esquina de Dos Pilitas ¿Qué dicen?

Lo peor, siempre se puede empeorar. Lo decimos de cara a los resultados de las sucesivas reestructuraciones o depuraciones judiciales, fracasadas, todas con estrépito a lo largo de las últimas dos décadas. Por lo menos, si nos atenemos a las referidas peroratas del diputado “Louis Vuitton” y del propio Maduro, incluida la difunta, pero en trance de resurreción, “Justicia Socialista” (Decreto Nº 2.718 del siete de febrero de 2017), con latencia de tribunales tumultuarios, con sentencias en pandilla o gavilla, a mano alzada o voto sobaquero.  Versión corregida y más depravada de las “Zonas de Paz”, con las que parcelaron y adjudicaron cuotas de gobierno local, al hampa callejera y no tan callejera. La sargentona, que dragonea como «especialista» penitenciaria, tiene hípersalivaciones y éxtasis a 9.5 grados, en escala de Richter, con solo imaginar de magistrados, a sus compinches, tipo “El Conejo” o “El Wilmito” (ambos fallecidos, no muy cristianamente) ataviados de toga talar, administrando justicia, violando más y mejor, derechos humanos, pero sobre todo, guisando como los buenos, gracias al viejo y poco noble “no me den, sino pónganme, donde haiga”.

  ¿Verdadera depuración judicial o impúdica redistribución de cuotas de poder, reparto de botín y arremetidas represivas contra todo lo que huela a disidencia política? Habría, antes, que comenzar por donde se debe: deponer a Maduro y a sus patoteros.  Por las buenas o por las menos buenas. 

No hay que ser muy zahorí, para predecir lo que tal depuración traería consigo. 

@omarestacio

El autor es presidente emérito de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela y vicedecano del Colegio de Periodistas de Cuba, en el exilio.

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