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¿Y qué será vivir? #Opinión #AgustínBlancoMuñoz

¿Cómo hablar entonces de vivir en este angustiante mundo regido por el egoísmo-mezquindad y la miseria?

Agustín Blanco Muñoz

Los gritos de vida están en los siglos del hombre. El propio nacimiento de la especie trae la interrogante en relación a qué es y significa vivir, a quién sirve y hasta cuándo llega. Hay quienes mantienen que es más que el acto de respirar y dejar de hacerlo. El lado opuesto dice que como llegamos nos vamos y punto. Entonces Rabindranath Tagore y tantos otros narran los ‘recuerdos de su vida’.

Pablo Neruda escribe el testamentario ‘Confieso que he vivido’. Violeta Parra lleva al grito su: ‘Gracias a la vida por lo tanto que me ha dado’. Daniel Santos alza la voz para decir que ‘en el juego de la vida, al morir nada te llevas’. Y por eso el pedido: ‘vive y deja que otros vivan’.

Miguel Hernández, a su vez, nos refiere sus penas. “Con tres heridas yo: la de la vida, la de la muerte, la del amor”.

Pero si la vida es esta realidad en heridas de amor y triunfo de la muerte ¿es porque materialmente nacemos con la vida herida de muertes? ¿Somos entonces un mundo de miedos, temores, angustias, confusiones y gente muerta?

¿Cómo ver nacer y crecer la esperanza y amor de y para la vida? ¿Vivir es amar para morir inmerso en ese mismo amor?

Y por todos lados la vida de cada quien con el agravante que no se dice qué es vivir.

¿Por qué no decir con ‘El Principito’ de Antoine de Saint-Exupéry que la vida se siente, pero no se ve? Y si el vivir es un sentirse acompañado física y espiritualmente, un compartir amoroso, hermoso que trasciende lo material para tocar la paz y la satisfacción interior, ¿cómo hablar entonces de vivir en este angustiante mundo regido por el egoísmo-mezquindad y la miseria?

Don Pedro Flores dibujó con mucha claridad en ‘La Partida’, la dramática experiencia de Daniel Santos, que el mismo expone como testimonio de la realidad de nuestro supuesto vivir. Un joven lanzado a la guerra a defender intereses que no le pertenecen, siente ni comparte. Y se lo llevan dejando en el camino la madre de su más profundo amor. Al muchacho se le arranca su esperanza de vivir mientras se le lanza a un irrefrenable y duro llanto.

Es la síntesis de los milenios de propiedad que se juntan a toda injusticia, dolor, persecución, tirantez y todo tipo de confrontación hasta llegar a la más abierta y destructora de las guerras.

Sigue así la histórica sucesión que hoy adquiere la tonalidad de guerra radical o terminal, que apunta hacia la guerra imperial con el innegable anuncio de la acción exterminadora, que solo permita la presencia del Rey de los Imperios de todos los tiempos.

Un imperio en el que la vida estará reservada a la robótica computarizada -capitalista o ‘socialista-comunista-capitalista’- que extingue todo aquello de sentir la vida y da entrada a todas las formas de morir. Los jóvenes, dice Antonio Machado, seguirán en la ilusión del mañana y los viejos su viaje al barranco.

Sancho, sé que lo tuyo no es sólo sentir tu vida, sino la de todos. ¡Y esto muestra la capacidad de vida que no podrás realizar en este precario y limitado mundo de todo padecer y ninguna alegría!

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abm333@gmail.com

@ABlancomunoz

EL AUTOR es historiador, escritor y profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, doctor en Ciencias Sociales, coordinador del Centro de Estudios de Historia Actual y de la Cátedra Pío Tamayo.

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