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Venezuela: un país a la deriva I Opinión I Oscar Battaglini

La decisión de no publicar estadísticas, obedece al interés que tiene la dictadura de impedir que se conozca la magnitud de la crisis provocada por ellos.

Oscar Battaglini

Como es sabido, la emergencia chavista hace su aparición en la vida política del país haciendo un severo cuestionamiento, de las consecuencias más negativas derivadas de la crisis terminal del modelo político puntofijista puesto en vigencia luego de la caída de la dictadura militar perejimenista.

  En esto, como también se sabe, el chavismo no se diferencia en absoluto de lo que tradicionalmente ha sido la conducta y el planteamiento con el que se han iniciado la casi totalidad de los regímenes de quienes se han sucedido en el ejercicio del poder desde 1830 hasta el presente.

   Así como todos ellos, con la sola excepción del presidente Medina Angarita, derrocado por el binomio Pérez Jiménez-Betancourt, cuando estaba en marcha un efectivo proceso de cambio progresista y democrático. Se comprometieron a modificar o a cambiar de raíz el malestar social generalizado, sin que eso ocurriera realmente en la práctica. También Chávez hizo lo mismo cuando en el momento de su juramentación como presidente en el momento de su juramentación, afirmó que juraba ante sobre una “Constitución moribunda”, y se comprometió a transformar la situación lamentable que heredaba del puntofijismo al que calificó igualmente de moribundo.

Hoy, después de más de dos décadas de chavismo en el poder, no sólo es que el estado de deterioro que el país presentaba para aquel momento se ha hecho y se sigue haciendo cada vez más lamentable con el paso del tiempo, sino que se ha llegado a una situación en la que todo aparece dañado y a la deriva, lo cual le ha producido enormes y graves perjuicios al país e incontables sufrimientos a su población, como lo prueba el éxodo masivo de alrededor de 7 millones de venezolanos que prefirieron aventurarse al mundo huyendo de la pesadilla que representa  la infame dictadura chavezmadurista.

Demás está decir que esa situación es una prueba concluyente de que el chavismo en el poder, en ningún momento se ha mostrado dispuesto a marchar en la dirección de introducir cambios sustanciales, realmente favorables y benéficos en la estructura y en la dinámica general de la sociedad venezolana. De manera contraria, su gestión gubernamental desde un principio ha estado dedicada a dos cosas fundamentales:

1-Reproducir y cabalgar los elementos más perjudiciales y nocivos que la sociedad ha acumulado a lo largo de su proceso histórico; ejemplo de esto es la asunción del parasitismo rentístico petrolero como política económica, y en general por parte del régimen chavezmadurista. A tal extremo ha sido así, que bajo su mandato el rentismo petrolero ha alcanzado cotas sin precedentes.

2-Reforzar la aberración de la militarización del Estado y de la sociedad civil, lo cual explica por un lado, la injerencia desmedida que hoy ejerce el elemento militar en las políticas y en el comportamiento general del Estado; y por otro, en el hecho de que la fuerza armada chavista (facha), cuerpo militar creado por Chávez, se haya constituido en el soporte fundamental del régimen dictatorial; hecho que se ha pretendido disimular mediante la tesis de que el madurismo ejerce el poder sobre la base de una supuesta “unión cívico-militar”.

Son diversos los indicadores demostrativos de que el país marcha a la deriva: en primer lugar, la total ausencia de planes confiables, creíbles y viables; lo que explica el desbarajuste, la caída abrupta y la quiebra que actualmente experimenta la economía en general, y en particular aquellas actividades económicas como las de servicio que permanecen bajo el control directo de la dictadura; esto es: de la actividad petrolera, actualmente sujeta a una dirección improvisada, y cuya producción desde hace ya bastante tiempo, no logra superar los 700 mil b/d; de las Empresas Básicas (mineras) de Guayana, las cuales, en su totalidad permanecen apagadas y sus nóminas canceladas con desembolsos del BCV; de las empresas y fundos agrícolas expropiados por el Estado, cuyas actividades han quebrado bajo su administración; de los servicios de agua potable, de energía eléctrica, de gas doméstico, de gasolina, de salud y educación pública, etc, los cuales son cada vez más precarios y deficientes como consecuencia de la incompetencia y de la incuria de la administración dictatorial madurista.

En segundo lugar la ausencia igualmente de un presupuesto nacional que realmente y de manera racional y ordenada oriente la política de gasto e inversión del Estado.

En tercer lugar la total inexistencia de cifras estadísticas que no sólo aporten una visión objetiva, oportuna, y lo más aproximada posible de la economía y del curso general de la sociedad venezolana, sino que esa visión (esa información) proporcione los elementos que permitan operar sobre su dinámica (sobre su desarrollo) de manera real y efectiva. Esto, como se sabe, dejó de hacerse en nuestro país, cuando desde el año 2015, el BCV y el INE dejaron de publicar estadísticas sobre la situación venezolana. Se comprende perfectamente que esa decisión de no publicar estadísticas, obedece al interés que tiene la dictadura madurista de impedir que se conozca en cifras la magnitud de la crisis provocada por ellos, y de ese modo atenuar el impacto de la crítica sobre su gestión y sobre su pretensión de permanecer injustificadamente en el poder. 

Esa maniobra, sin embargo, no ha impedido que se conozca con exactitud la naturaleza estructural de la crisis venezolana y de como ella afecta profundamente la estabilidad política de la dictadura; lo que confirma la apreciación de que este régimen ha entrado desde hace ya algún tiempo, en una fase terminal de la cual no le será posible zafarse.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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