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La estafa del 4 de febrero I Opinión I Humberto González Briceño

El régimen chavista está obligado a mantener vivo el mito de una revolución que nació el 4 de febrero de 1992.

Humberto González Briceño

Ese mito es en buena medida el soporte ideológico del Estado chavista para más o menos mantener control de su propia burocracia y clientelas civiles y militares.

Se trata de un mito que solo sirve para animar a las también desahuciadas bases chavistas que al igual que el resto de los venezolanos tienen que padecer los rigores del descalabro económico, con la única diferencia de que aquellos tienen que repetir el estribillo según el cual con el chavismo Venezuela es el mejor país del mundo. 

Para los venezolanos que de buena fe creyeron en el mesiánico discurso de Hugo Chávez ha sido un largo y doloroso desengaño que ya va para un cuarto de siglo. Los únicos que hoy le dan un crédito positivo al fracasado proyecto bolivariano son aquellos que directa o indirectamente están conectados con el régimen, pero a regañadientes porque los pagos que reciben no son en dólares sino en bolívares mega devaluados por el chavismo.

Las protestas masivas que hoy recorren toda Venezuela en demanda por una justa dolarización de los salarios han visto nuevos protagonistas y nuevas caras en chavistas y ex chavistas que no les ha quedado otra reacción racional que salir a protestar contra su propio régimen que los está matando de hambre.

El discurso de Hugo Chávez en 1992 iba directamente en contra de lo que él, en su ignorancia de la historia, calificó como la IV República plagada de corrupción, injusticias y pobrezas. La retórica de Chávez fue amplificada por medios de comunicación ligados a poderosos intereses económicos con agenda propia. Así estos medios, con muy contadas excepciones, se dieron a la tarea de promover una Venezuela que se despreciaba a sí misma, que renegaba de su historia y que solo podría redimirse de la mano salvadora del mesías Hugo Chávez.

Frente a las supuestas miserias de la llamada IV República Hugo Chávez propone como alternativa su V República como modelo político de riqueza, justicia social e impoluta honestidad. La propaganda destructora de lo que había antes y sublimadora de las bondades que ofrecía Chávez fue tan potente que no solo convenció a muchos venezolanos para votar por el comandante sino también para otorgarle un cheque en blanco aceptando la legitimidad de la Constituyente de 1999 que concentró todos los poderes en una sola persona.

La V República de Chávez se instala con masivo apoyo popular e institucional y con plenos poderes monárquicos, sin contrapesos ni controles, para hacer realidad el sueño de emancipar social y económicamente a los venezolanos con justicia y honestidad.

El sueño se transformó súbitamente en pesadilla, aunque para la mayoría de los venezolanos haya tomado más de veinte años percibir y sentir el doloroso cambio. Uno de los primeros eventos que inauguró este régimen caracterizado por la miseria y la corrupción fue precisamente el saqueo de los dineros del Plan Bolívar 2000 que nunca pudieron ser auditados por ser calificados como secreto militar. Y de ahí en adelante sería un escándalo tras otro, todos protegidos por la más absoluta impunidad que el Estado chavista garantiza a sus operadores.

La corrupción y el saqueo han sido la firma que identifica al régimen chavista, pero el sello de autenticidad lo pone la pobreza en que están sumidos más de 10 millones de venezolanos que no ganan lo suficiente para comer y llevar una vida digna.

El 4 de febrero de 1992 Hugo Chávez se alzó contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez justificando su golpe con la corrupción y la pobreza que en ese entonces agobiaba a Venezuela. Hoy 24 años después de la llamada revolución bolivariana el Estado chavista se ha instalado como un verdadero emporio de corrupción y millones de venezolanos están pasando hambre.  Sin lugar a dudas, el régimen chavista ha sido el más corrupto de nuestra historia republicana y hoy Venezuela es más pobre que en 1998. El 4 de febrero de 1992 con sus promesas demagógicas de redención social y decencia pública ha sido quizás ha estafa política más grande en nuestra historia.

@humbertotweets 

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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