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Programa de gobierno de Rómulo Gallegos I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

Rómulo Gallegos enfatizó en el respeto a la autonomía de los poderes públicos, como identificación y desiderátum de la democracia.

Gustavo Luis Carrera                     

    Los programas de gobierno son esquemas públicos de un proyecto administrativo a nivel de un Estado. Es, de hecho, un compromiso declarado de un gobernante frente a una colectividad que incluye a todo un pueblo, es decir: tanto a quienes respaldaron su candidatura como a los que se le opusieron. Todo ello en un ámbito de libertades civiles y de respeto a la autonomía de los poderes públicos. ¿Es una visión idealizada de realidades contundentes que niegan esa posibilidad? No. Tuvimos en este país esa singular experiencia con el programa de gobierno de Rómulo Gallegos.   

    UN PROYECTO DEMOCRÁTICO. Asume Rómulo Gallegos, el gran novelista y destacado hombre público, el cargo de Presidente de la República el 15 de febrero de 1948. Su designación resultó de la primera elección universal (con derecho a votar de toda la población) en el país, con la extraordinaria y revolucionaria incorporación de las mujeres, los analfabetas y los jóvenes mayores de dieciocho años. Gallegos obtuvo más del 80% de los votos, y se comprometió ante la Nación en una extraordinaria Alocución Presidencial, en la cual sintetiza su programa de gobierno. Precisa tener conciencia de que le correspondía “el primer ejercicio real de soberanía”; declarando no abrigar “ni personales apetencias de mando, ni codicia de bienes materiales”. Afirma que “sin rencores ni sectarismos”, viene a ponerse “al servicio de un ideal colectivo”: la democracia. Su convicción participativa es plena: establece que con amplitud, sin parcialidades, enfocará los problemas políticos y administrativos; y sin discriminaciones, solicitará “la cooperación de cuantos venezolanos sean cifras auténticas de capacidad y de honestidad, para el eficaz y recto desempeño de las funciones públicas». El conjunto de postulados democráticos no dejan lugar a ninguna duda: Gallegos tenía absoluta conciencia del trascendental papel fundador de un ideal que la historia le había reservado en su país: la democracia. Y se van sumando los propósitos. Así, declara formalmente el respeto y la concordia en las relaciones con la Iglesia, sin discriminaciones a ningún credo. Se pone énfasis en una autonomía ejecutiva: el gobierno de partido no le impedirá la libertad necesaria para imponer una amplitud que unifique y que no disgregue; como debe ser en un gobierno democrático. Hace declaración del más absoluto y esencial respeto a la autonomía de los poderes públicos, principio fundamental en un sistema realmente democrático          

    LIBERTAD Y HONESTIDAD COMO GUÍAS.  Los objetivos se compendiaban en la tranquilidad y el bienestar públicos: «que reine en la colectividad la justicia social, con el manejo con eficacia y honestidad de los dineros del erario; todo al servicio del bien común». Gallegos explicita que era necesario reemplazar «aquello otro de los caudillos señeros y de los clanes hegemónicos, de actuación personalista, que de tantas arbitrariedades y torpezas nos hizo víctimas». Precisa que la salud y la educación serán fundamentales guías de acción, como faros que son del bienestar físico y cultural de un pueblo; y en consecuencia implementará un plan de desarrollo escolar y de respaldo a las Universidades. Enfatiza que el respeto a la autonomía de los poderes públicos, como identificación y desiderátum de la democracia, será absoluto. Puntualiza su propósito de lograr una intervención de equilibrio entre los intereses del capital y del trabajo. Reitera su decisión de crear un trascendental organismo de supervisión anticorrupción. Y hace Gallegos un significativo señalamiento al sector militar: mantener decorosas condiciones de vida y desarrollo técnico y cultural en las Fuerzas Armadas, en su meritoria dignidad; sin la pretensión inaceptable de «constituir un Estado dentro del Estado, de arrogarse privilegios de casta dirigente de la política, sin reclamar herencia de aquellos hegemones armados que se tenían usurpada la función de grandes electores de Venezuela». (¿Declaración que afectaba a grupos habituados a imponer despóticamente su voluntad y a actuar en su interés personal? Sin duda). En resumen, Gallegos presentaba un programa de gobierno decididamente democrático, inclusivo, sin discriminaciones, inspirado en el principio de libertad ciudadana y de honestidad supervisada. Es decir, el ideal de justicia y progreso para un pueblo.

    CONCIENCIA POLÍTICA / INTERESES AFECTADOS. Sin duda estaba consciente Gallegos de que, políticamente, pisaba terrenos de arenas movedizas, civiles y militares, al afectar el dominio de tradicionales caciques regionales y personeros de pasadas dictaduras; así como sabía del riesgo de perjudicar intereses de poderosos grupos retrógrados de grandes empresas nacionales y sobre todo internacionales. Su conciencia  histórica y política lo llevó, en su muy breve mandato, a tomar medidas transformadoras y revolucionarias. Elevó la participación del Estado en la renta petrolera al 50% («fifty / fifty»), afectando los beneficios de las petroleras extranjeras. Puso el ejecútese a la Ley de Reforma Agraria, para limitar el acaparamiento de los terratenientes. Firma una ley particular contra el enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos. Promueve el desarrollo del sector sindical, con el fortalecimiento de la Confederación de Trabajadores de Venezuela. Promueve, por primera vez, la incorporación del campesinado a las instancias políticas y sindicales. Dio prioridad a las acciones preventivas y asistenciales en el sector de la salud. Estimuló especialmente el programa de educación escolar y de desarrollo de las Universidades. Dio comienzo a la campaña contra la tala indiscriminada de árboles, en el negocio maderero, con el consecuente daño ambiental. Impulsó la realización del extraordinario Festival Folklórico, en el Nuevo Circo de Caracas, un verdadero reencuentro con las tradiciones esenciales del pueblo venezolano; afirmación de la inspiración popular de un gobierno. Expandió la presencia internacional del país, participando en la Conferencia de Estados Americanos y en la fundación de la OEA. Ya no era sólo un Programa de Gobierno. Era llevarlo a la práctica. Y esto resultó demasiado para grupos de civiles y militares: sectores oscurantistas y expoliadores nacionales e internacionales; que consideraban, además, que se daba un «peligroso» ejemplo de la que debía ser una auténtica y creadora democracia. Y a los nueve meses de su ejercicio presidencial, Rómulo Gallegos es depuesto por un brutal y retrógrado golpe de estado militar, comandado por el entonces Ministro de la Defensa. El 24 de noviembre de 1945 es derrocado su gobierno. El 5 de diciembre es expulsado del país, condenado al ostracismo. Se cercena la experiencia democrática en el país. Una lección para los venezolanos. Abierta a provechosas conclusiones.        

    VÁLVULA: “Es difícil concebir un programa de gobierno mejor y más honestamente orientado que el de Rómulo Gallegos, sin duda nuestro más eminente Presidente del siglo XX, que figura entre los de mayor prestigio de la historia nacional.  Pero, su orientación esencialmente democrática y defensora de los intereses populares alarmó a los sectores reaccionarios, civiles y militares, así como afectó beneficios de la industria y el comercio a nivel nacional e internacional -acostumbrados a ejercer su poder-, derivándose un pronto y brutal golpe de estado militar, que impidió siquiera el comienzo sólido de un gran programa de gobierno. ¿Es el signo de una realidad nacional? No. Es una advertencia histórica de inapreciable valor”.  

glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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