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Libros: «Oficina No. 1», el petróleo en Oriente

La novela del distinguido escritor barcelonés Miguel Otero Silva, es una obra de singular valor documental

Gustavo Luis Carrera I  LETRAS AL MARGEN

       Lógicamente, en un país petrolero como el nuestro el tema de la explotación petrolera tenía que ser de particular importancia. Nuestra investigación, plasmada en «La novela del petróleo en Venezuela» (Caracas, 1972; Mérida, 2005), determina que se trata de un tópico narrativo que al menos pervive por medio siglo. Justamente ese trabajo investigativo culmina con «Oficina No. 1» (1961) del destacado escritor barcelonés Miguel Otero Silva (Barcelona, 1908 – Caracas, 1985). Hagamos una aproximación a este significativo texto.     

       ANTECEDENTES. Según nuestras investigaciones, cinco años antes de la iniciación de la industria petrolera, aparece la primera mención novelística del petróleo como recurso natural en el país. En efecto, en 1909 se publica, en Caracas, la novela «Lilia», de Ramón Ayala; donde se destacan las gigantescas «minas de asfalto» nacionales como un potencial factor de desarrollo. Será 1914 el año que se fije como fecha del comienzo de la gran explotación petrolera, cuando la Caribbean Petroleum Company (después del grupo Shell) puso en actividad el primer pozo petrolero de gran rendimiento, el Zumaque No.1, en el Distrito Baralt del Estado Zulia. A continuación se desarrolla el tránsito del tema petrolero en la novela venezolana. Menciones circunstanciales y novelas plenamente petroleras se escalonan a lo largo de más de medio siglo, hasta la aparición de «Oficina No. 1», del reconocido escritor Miguel Otero Silva, novela con la cual culmina nuestra investigación. De manera predominante se trató de ambientes petroleros del Zulia y de otras regiones aledañas. Con gran énfasis en los llamados «tiempos heroicos» del comienzo de las instalaciones; en el impacto negativo en el medio natural y en las personas; en la comercialización con extraordinarios beneficios para las compañías extranjeras, así como una pequeña, pero jugosa, parte para gobiernos e intermediarios privados (que recibían concesiones de territorios y enseguida las vendían a las compañías venidas sucesivamente de Inglaterra, de los Países Bajos y de Estados Unidos). De hecho el recorrido por este vasto panorama literario, humano, económico y político, es una reveladora lección de realidades nacionales.    

Fue el primer pozo perforado en Los Llanos orientales, con una profundidad final de más de dos mil metros y una producción inicial de 1.327 barriles por día”

       LA HISTORIA. La obra que cierra el vasto ciclo de nuestro estudio, «Oficina No. 1» ya de por sí es excepcional. Se presenta como la única novela completa sobre el petróleo en el Oriente venezolano. La acompañan, en la dimensión regional, señalamientos puntuales en narraciones no petroleras, apuntes parciales en otras, y capítulos de una novela inconclusa o no publicada. Así, Otero Silva rinde homenaje a su lar nativo, pues su obra se basa en la historia de un pozo petrolero, Oficina No. 1, propio del campo Oficina, a unos 160 kilómetros de Puerto La Cruz, en el Estado Anzoátegui; campo explotado por la compañía norteamericana Mene Grande Oil Company. (Este pozo fue el primero perforado en Los Llanos orientales; completado a una profundidad final de más de dos mil metros; con una producción inicial de 1.327 barriles por día). La débil trama amorosa, entre los personajes principales, Carmen Rosa y Matías Carvajal, queda como trasfondo del objetivo central de la narración: la acertada presentación del ambiente y de los hechos trascendentales en el ámbito petrolero en los tiempos del final de la dictadura gomecista y los relativos más liberales momentos posteriores, con la sensación parcial de libertad y la creación de los iniciales sindicatos de los trabajadores del petróleo. Todo esto da importancia particular a una novela bien construida y de mensaje eficaz.   

En “Oficina No. 1″, no hay visión ilusoria, sino realista«

       INTERPRETACIÓN Y DOCUMENTO. La novela registra el período de instalación, en 1933, de la compañía petrolera en el sitio, donde no había más de unos  ocho «ranchos de palma de moriche», y de pronto pasa a ser el dominio de una Compañía, que designa y paga un «comisario» convertido en «coronel», y domina todo el ambiente laboral en la zona, decidiendo arbitrariamente a su antojo y beneficio. Esta nueva situación es la «realidad» petrolera, que el autor presenta de manera más que convincente. El proceso del cambio -relativo, pero trascendente- derivado del fin de la dictadura gomecista y el comienzo de las agrupaciones obreras es uno de los mejor logrados. Todo alrededor de la contradictoria significación del «tiempo» petrolero: hay una sensible ampliación de las oportunidades de trabajo; pero, el gobierno ejercido por la Compañía es otra forma de dictadura, con la facultad inclusive de decidir quién puede ser enterrado en el improvisado cementerio del lugar. Como compensación teórica, necesaria, aparece el personaje del petrolero «bueno», que no está de acuerdo con los excesos despóticos de la Compañía, y termina yéndose del sitio y abriendo un taller mecánico. No hay, pues, visión ilusoria, sino realista. No hay simbología divagante, sino denuncia de verdades evidenciadas.               Para construir su narración Otero Silva se basó en una meticulosa investigación histórica, y contó con un recurso invalorable: la información directa de protagonistas de los hechos. De este modo cabe afirmar que dentro de las novelas petroleras venezolanas «Oficina No. 1» ocupa un lugar particularmente destacado en una doble valoría: es producto, como documento, de una fidedigna investigación histórica, con la fuente de testigos participantes, y es la novela del petróleo en Oriente

Para construir su narración Otero Silva se basó en una meticulosa investigación histórica»

       VÁLVULA: «La novela «Oficina No. 1″ del distinguido escritor barcelonés, Miguel Otero Silva, es una obra de singular valor documental, con referencia a un momento histórico  poco explorado: el final de la dictadura gomecista y el advenimiento de una nueva época. Igualmente representa un acto de justicia histórica: dar lugar en la novela nacional al petróleo en la vasta y rica región oriental».

glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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