La represión, encarcelamiento y persecución de la disidencia y oposición venezolana ha sido con premeditación y alevosía
Tamara Suju Roa
En los diccionarios conseguimos varias definiciones de perfidia. Deslealtad, traición, maldad y también la definición usada en el contexto de una guerra que según Wikipedia, la perfidia es “una forma de engaño en la que una parte se compromete a actuar de buena fe (por ejemplo, izando una bandera de rendición) con la intención de romper esa promesa una vez que el enemigo se haya expuesto ante ellos (por ejemplo, esperando que salgan al descubierto con el fin de captar a las fuerzas que se rinden)”.
Pérfida es la palabra que define a la tiranía impuesta por Chávez hace 16 años atrás y cuyo proyecto de poder engañó a millones de venezolanos que buscaban un cambio en la conducción del país, pero no para la ruina y el fracaso, sino para el progreso y el bienestar social para todos. Las últimas encuestas dicen que el 87, 2% de la población está descontenta con el gobierno actual. Nunca el porcentaje había sido tan alto en contra de quienes encabezan el desgobierno en nuestro país. Pero, ¡como no han de estarlo! Al venezolano se le va el día a día en largas colas para comprar lo poco que se consigue de alimentos, contando las lochas para que le alcance y luego esquivar al hampa para llegar vivo a su casa antes de que oscurezca!
La represión, encarcelamiento y persecución de la disidencia y oposición venezolana ha sido con premeditación y alevosía. Pero la manipulación de quienes creyeron en el mentado «socialismo del siglo XXI ha sido pérfida. No sólo los tienen identificados y saben donde y como votan y los van a buscar cuando «se tardan mucho en hacerlo», sino que además los mantienen agarrados por el cuello, obligándolos a ir a concentraciones y marchas en las que pasan listas, amenazándolos con despidos si no se cuadran con ellos, sometiéndolos como súbditos al control de lo que pueden ver y escuchar y además, pretendiendo que adoren a alguien que ya murió pero que mientan «el eterno».
Esto, es lo peor que la ha pasado a la sociedad venezolana. Y lo han logrado además, con la ayuda pérfida de los poderes públicos. La justicia funcionando como aparato represor de quien se opone e indulgente con los grandes males del país, como la corrupción, los grupos civiles armados que todo el mundo conoce, los ladrones que se robaron las divisas cuyos nombres reposan en el ministerio público, y el tráfico de influencias que circula como diablos danzantes para que el narcotráfico y el lavado de dinero pasen calladitos, aunque esté cantado a voces, internacionalmente.
Eso que mientan la Asamblea Nacional ¡ni hablar! Totalmente controlada por la tiranía, que desconociendo la Constitución, eligió las nuevas cabezas de los poderes públicos en diciembre dando un golpe institucional, que también paso por debajo de la mesa, ante tanta calamidad existente en nuestro país. Todavía no hay ni un sólo investigado por las lesiones graves causadas a la diputada María Corina Machado ni a Julio Borges. Y mientras Venezuela se cae a pedazos, ellos discuten dentro del Hemiciclo, si Obama estornudó o se cambió los calcetines, para ponerle el nuevo nombre al nuevo «plan desestabilizador» que de Tucano pasó a Buitre y a Golpe Suave y así sucesivamente.
No importa que los niños con cáncer del Hospital JM de los Ríos no tengan tratamiento y estén rogando por insumos para no perder la vida, o que los médicos de San Cristóbal hagan una marcha porque no tienen medicinas ni material quirúrgico y los pacientes se les están muriendo. Tampoco importa que personas con tratamiento de diálisis, cardíaco o de diabetes por ejemplo, estén muriendo porque no consiguen los tratamientos adecuados, ni que bebés mueran en hospitales por aguas contaminadas. Lo que importa es tener un show semanal en el tapete comunicacionalmente, con el cual perseguir a la oposición y llenar las páginas de sus diarios y portales, achacarle la culpa a los «imperios» -ahora EEUU comparte causa con España y Colombia- y acallar con censura a los medios y redes sociales, la realidad de que el venezolano no tenga la arepa en su mesa, papel toilette en su baño y pañales para el bebe.
La perfidia es ejercida desde el poder día a día. Los venezolanos tenemos que decidir si crecemos en las dificultades y como ciudadanos todos, nos unimos para exigir nuestros derechos y alzamos la voz contra la tiranía, o dejamos que la minoría, que está pegada a esa teta llamada Venezuela, chupando lo que queda de nación, se termine de apoderar de nuestras vidas y nuestra idiosincrasia. La lucha no sólo es por la libertad y la democracia, sino del bien contra el mal.