El Wall Street Journal asegura que las pesquisas buscan determinar si se realizaron operaciones en el mercado negro de divisas con cuentas de Pdvsa
EFE
Estados Unidos realiza una amplia investigación sobre la posibilidad de que Venezuela haya usado a Pdvsa para canalizar miles de millones de dólares procedentes de sobornos, según informa hoy The Wall Street Journal.
Las pesquisas buscan determinar si Pdvsa y sus cuentas bancarias en bancos extranjeros fueron usadas presuntamente para «objetivos ilegales», como operaciones en el mercado negro de divisas y el lavado de dinero procedente del narcotráfico, agrega el diario.
La información menciona al actual jefe de la misión de Venezuela ante la ONU, el excanciller y expresidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, y a su primo Diego Salazar, pero The Wall Street Journal no cita si son objetivos directos de estas investigaciones.
“Tiene su corazon en la izquierda pero mantiene su billetera en su extrema derecha” – el comentario que lo dice todo https://t.co/y73SyOWWSn
— Juan Forero (@WSJForero) October 22, 2015
El diario detalla que a comienzos de este mes fiscales federales de Nueva York, Washington, Misuri y Texas coordinaron acciones y compartieron evidencias y testigos en varias pesquisas vinculadas con Pdvsa, según tres fuentes conocedoras de estos hechos.
La reunión también incluyó a agentes del Departamento de Seguridad Nacional, de la agencia antinarcóticos DEA, del FBI y de otras dependencias oficiales.
Estas investigaciones surgen después de que las autoridades de Estados Unidos siguieran de cerca en marzo pasado las pesquisas vinculadas con la Banca Privada de Andorra, que, según el diario, presuntamente ayudó a blanquear más de 4.000 millones de dólares de dinero venezolano.
De acuerdo con el Journal, los fiscales de Estados Unidos están utilizando a antiguos directivos de Pdvsa, contratistas y representantes bancarios para ver si pueden sumarlos como testigos, según fuentes conocedoras de las diligencias.
El periódico también menciona que, en Nueva York, los investigadores están viendo la posibilidad de conseguir la cooperación del embajador Ramírez en estas pesquisas.
Diego Salazar vive entre Nueva York, Miami, Caracas, París y Madrid, según el periódico. Una portavoz de la misión de Venezuela ante la ONU no respondió inmediatamente a una consulta para que Ramírez pudiera comentar la información del diario.
Sobre Ramírez y Salazar
A continuación, un extracto textual del trabajo del Wall Street Journal firmado por José de Córdoba y Juan Forero:
«Ramírez, un hombre de voz suave e hijo de un guerrillero marxista, se hizo cargo de PDVSA en 2004. Durante su gestión, la empresa completó su transformación de una de las compañías petroleras más eficientes del mundo a brazo de la revolución socialista del fallecido presidente Hugo Chávez. Los petrodólares se usaron para financiar viviendas, electrodomésticos y alimentos para los pobres, lo cual le ganó al gobierno el apoyo de los votantes en las elecciones, pero privó a la industria petrolera de los fondos necesarios para inversión y mantenimiento. Los aviones de la compañía fueron utilizados para el transporte de las familias de ministros y sus aliados, desde el presidente de Bolivia a comandantes de la guerrilla colombiana.
El momento emblemático de Ramírez fue un discurso que pronunció en 2006 ante trabajadores petroleros en el que dijo que PDVSA era “roja, rojita”, por el color del movimiento de Chávez. En su discurso, Ramírez proclamó que si el entonces presidente perdía una elección que se avecinaba, él se iría a las montañas de Venezuela, fusil en mano, para “liquidar a los enemigos de la revolución”.
Algunos de los que lo conocen dicen que Ramírez también ha acumulado una gran riqueza.
“Tiene su corazoncito en la izquierda, pero mantiene su billetera asegurada en su extrema derecha”, dice un antiguo conocido cercano, quien destaca la predilección de Ramírez por los mejores Château Pétrus, un vino que cuesta miles de dólares por botella. “Tiene gustos muy exquisitos”.
Ramírez también desconfiaba de los extraños, dicen personas que trabajaron estrechamente con él, de manera que colocó a familiares en altos cargos. Su suegra,Hildegard Rondón, una ex jueza del Tribunal Supremo, era una destacada abogada del Ministerio de Energía. Su cuñado, Baldo Sansó, fue un asesor que manejó gran parte de los procesos de licitación internacionales de la compañía petrolera. Y su esposa, Beatrice Sansó, dirigió la rama cultural de PDVSA. “(Ramírez) manejó la empresa como un negocio familiar”, dice una fuente cercana a la oficina del actual presidente de PDVSA.
Según personas al tanto, Salazar, de 47 años, era una figura clave en el mundo de Ramírez. Al igual que su primo, también es hijo de un guerrillero marxista. Cuando el padre de Salazar cayó en prisión, el padre de Ramírez se encargó del joven Diego y de su familia. Cuando el encarcelado fue el padre de Ramírez, el de Salazar se hizo cargo de su familia.
“Esa relación los hizo como si fueran hermanos”, dice un ex alto funcionario del gobierno venezolano que conoce tanto a Salazar como a Ramírez. Los dos hombres crecieron pensando que Venezuela necesitaba un cambio profundo de su postura pro-EE.UU., dice el funcionario.
Ambos vieron su deseo realizado en 1998 con la elección como presidente de Chávez, un ex comandante paracaidista convertido en político de izquierda. Ramírez, un ingeniero, fue nombrado al frente del Ministerio de Energía en 2002 y de PDVSA en 2004. Salazar pronto se halló metido de lleno en los negocios de PDVSA, negociando contratos con firmas de China y otros países. Personas cercanas a Salazar dicen que disfrutaba de esa vida de jets privados y suntuosas comidas en compañía de participantes de concursos de belleza. Era conocido por dirigir su propia orquesta privada, con la que cantaba baladas románticas en conciertos a los que asistían amigos y empleados, dicen estas personas. “Le gusta restregar el dinero en las caras de la gente”, dice el ex alto funcionario del gobierno venezolano que conoce a Salazar y Ramírez.
En las congestionadas calles de Caracas, donde el tráfico a menudo avanza a paso de tortuga, Salazar conduce un Ferrari, seguido por una camioneta llena de guardaespaldas. Está tan obsesionado con los relojes caros, dicen sus amigos, que a veces reparte Rolex nuevos a los invitados a sus fiestas, después de haber molido primero ceremonialmente los relojes viejos de aquellos en un mortero que tiene a mano para este propósito.
En las transcripciones de las conversaciones grabadas por la policía española, unos conocidos de Salazar se refieren a él como “el Señor de los Relojes”.