La Venezuela del siglo XXI está dirigida por una logia milico-civilista que apela a una retórica socialista como instrumento de engaño y manipulación
José Rafael López Padrino
A lo largo de la historia siempre han habido gobiernos que han convertido la corrupción y el narcotráfico en política de Estado. Un buen ejemplo de ello ha sido el régimen bolivariano y sus vinculaciones con el narcotráfico.
La detención de Efraín Antonio Campos Flores y Francisco Flores de Freites en el aeropuerto de Puerto Príncipe con un alijo de cocaína lo confirma. Cabe mencionar que ambos sujetos portaban pasaporte diplomático del gobierno venezolano, lo cual es prueba de cómo el régimen utiliza su Cancillería para facilitar documentos a individuos que se dedican al tráfico de drogas y, así, facilitar sus operaciones a través de la inmunidad diplomática.
No estamos ante la presencia de un grupo de criminales y mafiosos quienes han capturado al Estado a través del soborno y la extorsión de funcionarios, sino de un Estado forajido que ha tomado el control de las redes criminales y del narcotráfico no para erradicarlas, sino para ponerlas a su servicio y, más concretamente, al servicio de los intereses económicos de la logia milico bolivariana.
«El socialfascismo bolivariano ha hecho del enriquecimiento ligado al narcotráfico una manera legítima de ascenso social y de acumulación de capital»
Hablar del narcotráfico en nuestro país, es hablar del Estado. Es imposible entender el nivel de actividad y poder del narcotráfico sin el apoyo, y sin la protección del Estado a esta actividad. Obviamente, estamos ante la presencia de una perversa alianza, un perfecto matrimonio entre el narcotráfico y el Estado, es decir un narcoestado, es decir una situación sui géneris donde el Estado en lugar de combatir el tráfico y comercialización de la droga y lo patrocina y ampara.
Prueba de ello es la existencia de un cartel conformado por algunos miembros de la Fuerza Armada Nacional (FAN), agentes de los cuerpos policiales y dirigentes políticos de la nomenclatura bolivariana. Se refieren a él como el Cartel de los Soles, haciendo referencia a la insignia que porta el generalato de la FAN. Otros han optado por llamarlo el Cartel Bolivariano.
Esta red “oficial” de tráfico de drogas opera en el Eje Arauca, Bolívar y Delta Amacuro, y ha desplazado a mentados carteles como los de La Guajira y la Costa colombiana. Las intimidades del naco-régimen venezolano han sido denunciadas por Mildred Camero, exjuez y expresidenta de la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas (Conacuid, ahora ONA).
Además, prominentes figuras del mundo castrense han sido acusados de estar involucrados con ese cartel, entre muchos otros aparecen el general (R) Hugo Carvajal, exjefe de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, acusado y detenido por los cargos de narcotráfico en Aruba y posteriormente liberado por su condición diplomática 999 país, el general (R) Henry Rangel Silva ex ministro de la defensa y actual gobernador de Trujillo, el general (R) Luis Acosta Carlez exgobernador de Carabobo, el general Néstor Reverol exministro de Relaciones Interiores y actual comandante de la Guardia Nacional y el general (R) Cliver Alcalá Cordones.
Todos ellos han sido acusados de haber formado parte de la red de tráfico de cocaína dirigida por Walid Makled, vinculado al cartel mexicano de Sinaloa. Un dato curioso es que al momento de la detención del turco Makled llevaba consigo una credencial firmada por el ex magistrado de la Suprema Corte, Eladio Aponte, fiscal militar estrella del régimen por muchos años, hoy en desgracia acogido al programa de testigos protegidos del gobierno de la Casa Blanca.
«El narcotráfico, lavado de dinero y el enriquecimiento ilícito forman parte del ADN de los mafiosos de la élite bolivariana»
Más recientemente el Maccarthy del Furrial Cabello, al igual que su hermano José David Cabello, director del SENIAT, y Tareck El Aissami gobernador del Estado Aragua han sido asociados al narcotráfico por varios medios de comunicación norteamericanos y europeos. Desde la llegada al poder del socialfascismo bolivariano, el Estado venezolano se convirtió en el principal cartel de drogas del continente.
Los tentáculos del narcotráfico no tan solo han permeado al Estado y sus instituciones, sino a toda la sociedad. No existe actividad económica fundamental que no sea usada por el narcotráfico. Es un secreto a voces el lavado de dinero en actividades inmobiliarias, cambiarias y bursátiles por parte de mimados del régimen y su corrupta boliburguesía, así como acumulación de fabulosas fortunas personales de connotados miembros de la nomenclatura bolivariana.
La Venezuela del siglo XXI se ha convertido en un narcoestado dirigido por una logia milico-civilista que apela a una retórica socialista como instrumento de engaño y manipulación. Pretenden transformar al país en un narcofeudo del crimen, de fronteras elásticas, de blanqueo de capitales, de corrupción y narcotráfico. El socialfascismo bolivariano ha hecho del enriquecimiento ligado al narcotráfico una manera legítima de ascenso social y de acumulación de capital.
El narcotráfico, el lavado de dinero, y el enriquecimiento ilícito forman parte del ADN de los mafiosos de la élite bolivariana que “desgobiernan” al país.