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Sentido del ridículo

Ante la pérdida del sentido de lo cursi, cualquiera regresa del más allá


O.E.

O sentido de lo cursi, de lo cutre. Sentido del bochorno, de lo lacrimoso y de lo risible, al mismo tiempo, porque la vergüenza ajena mueve a llorar y reír simultáneamente.

Quienes han viajado a la India, lo habrán notado. Los deudos conducen a sus muertos, en parihuela, a la vista de todos -por lo menos los de Calcuta- en medio de canciones alegres para, finalmente, incinerarlos en las riveras del Ganges y lanzar las cenizas a la corriente.

En México, la conmemoración del Día de los Difuntos es igualmente festiva. Un Halloween, pero a lo hispanoamericano.

En Venezuela cantarle el cumpleaños feliz a un cadáver es una pérdida del sentido de la ridiculez. No somos suizos. Pero mexicanos ni oriundos de India, tampoco.

Grave, gravísimo, si en lugar del “Happy birthday to you”, en inglés, porque los pitiyanquis son también unos desvergonzados, se comete el crimen de lesa cursilería de cantar las insulsas, cansonas, bobaliconas estrofas del “Hay qué noche tan preciosa”.

Más ominoso, si cabe, cuando los asistentes para posar de cómicos, la parafrasean con rimas de escaso ingenio, peor gusto y después de hacerlo, derraman lágrimas de cocodrilo: “Yo por mi parte deseo -¡tirarte un peo!- y ruego a Dios porque pases un cumpleaños feliz -¡haciendo pipí/ con los pañales que te di/ en la urna en que te metí!”.

¿Y qué habrá hecho en vida esa momia para que la sometan a semejante escarnio? Esa fue la primera pregunta que nos hicimos, la presente semana, al enterarnos de los pormenores del “cumpleaños” de quien ya no puede cumplirlos.

Cohetones, pachanga, música, comida, caña –combustible de mayor octanaje, también. Derroche en definitiva, que no puede ser más inoportuno. Ante tal pérdida del sentido del ridículo, cualquiera regresa del más allá.

— ¡Pss, pss ¡Hey, tú! ¡Sí, soy yo! ¿No y que me asesinaron? ¿Y no han investigado quién me mató? ¿Ah? Entonces, ¿por qué tanto bonche? El primer sospechoso de un homicidio es el que se aprovecha del mismo. Todo criminal vuelve a la escena del crimen ¡Policía, policía, meta preso a aquel gordiflón