La polarización ha sido un engaño de los actores políticos fundamentales, para seguir siendo los únicos con posibilidades de acceder al poder
Luis Fuenmayor Toro
En Venezuela, sin lugar a dudas, existe un enfrentamiento entre dos bandos por la toma o mantenimiento del poder político.
Hay una polarización del escenario político, que ha sido cuidadosamente trabajada por los rivales en pugna, quienes han actuado consensuadamente para asegurarse la exclusividad de las actividades políticas y electorales.
Pudiera parecer contradictoria esta afirmación con la hecha inicialmente de la existencia de bandos enfrentados, pero no lo es.
Esa posibilidad ya se dio en Venezuela en el pasado bipartidista, cuando adecos y copeyanos aparecían como enfrentados, pero trataban de garantizarse ser los únicos presentes en la lucha política.
Es la misma división entre dos que se da en las monarquías constitucionales europeas y en EEUU, donde simplemente cambian las figuras, los actores, pero dejan sin cambio los principios primordiales de aquellas sociedades.
La mayor suma de felicidad posible ha sido todo un fraude, como lo ha sido la propaganda gubernamental
Y no me refiero únicamente al mantenimiento del sistema democrático occidental, ni de los mecanismos electorales para dilucidar los “cambios” de gobierno o de la llamada división de unos poderes, que se supone autónomos e independientes.
Estas características han sido establecidas más allá de cualquier discusión en las constituciones y constituyen una estructura no sociales de acción de los distintos gobiernos, que llegan a expresarse como propuestas de los candidatos, pero que no harán variar las identidades primordiales de los distintos países.
En Venezuela, el voto directo, universal y secreto, desde 1947, está entre aquellas características inicialmente mencionadas, por lo que los cambios de gobierno se hacen por esa vía y, salvo algunos devaneos momentáneos, no existe discusión al respecto.
Ni siquiera Pérez Jiménez pudo librarse de esta situación, como tampoco lo pudo hacer Chávez, ni lo podrá hacer Maduro a pesar de sus intenciones y deseos.
El modelo rentista petrolero, en cambio, no es una característica esencial del sistema estatal venezolano, pero ha sido una característica presente en nuestro país por un siglo y, por los vientos que soplan, no pareciera que los bandos hoy enfrentados estén dispuestos a cambiarla.
Pdvsa jamás ha hecho una inversión significativa en el país en el sector científico y tecnológico
Este elemento, que sería primordial modificar si se quiere dar un salto cualitativo de la economía venezolana, que garantice el despegue del subdesarrollo, ha permanecido sin modificaciones desde 1958, momento en que el país sí estaba en condiciones de prepararse para un cambio del mismo.
Si leemos la propuesta petrolera del Plan de la Patria, la misma se basa en producir 6 millones de barriles de petróleo para 2019; si leemos la propuesta petrolera del programa de Voluntad Popular, uno de los partidos más beligerantemente enfrentado con el gobierno chavecista, encontraremos que tiene como objeto producir 6 millones de barriles de crudo para el mismo 2019.
Alguna gente del chavecismo puede haber sido manipulada por la propaganda del gobierno de Maduro, en el sentido de acabar con el rentismo petrolero, pues éste ha sido el responsable del desastre actual.
Maduro asegura que el “señor rentismo”, como dice Camilo Arcaya, se le impuso al Comandante Eterno y lo obligó a depender sólo de la venta de combustible fósil.
El mismo Maduro fue víctima del “señor rentismo”, que aparentemente se paseaba por Miraflores y gobernaba aunque no había sido electo.
Pero la manipulación absurda de Maduro y su combo, pues no es sólo él quien dice necedades sino el resto de su equipo también lo hace, pasa a decir que acabará con el rentismo petrolero, para lo cual explotará el “Arco Minero del Orinoco” junto con grandes empresas transnacionales que comercializarán oro, coltán, bauxita y diamantes, entre otros.
Es decir que cambiará al rentismo petrolero por el rentismo minero, para no hablar de la entrega de un extenso territorio a grupos extranjeros que los administrarán gozando de extraterritorialidad.
La política rentista, que continuará con la explotación petrolera, sumada ahora a la explotación del Arco Minero, es totalmente compartida por los partidos integrantes de la MUD, por lo que no variará en el futuro aunque se revoque el mandato del Presidente y las elecciones inmediatas las gane alguno de los líderes de la coalición opositora.
El “señor rentismo” seguirá actuando a sus anchas, como ha venido actuando desde 1959 en adelante. Así como la política rentista es totalmente compartida entre adversarios que se presentan como si tuvieran propuestas diferentes, otros elementos primordiales son también compartidos: el mantenimiento de una población paupérrima e ignorante, fácilmente manipulable con limosnas y propaganda, y la ausencia de desarrollo nacional de las ciencias y la tecnología.
Pdvsa, la única gran empresa nacional, siempre ha adquirido los conocimientos y las tecnologías requeridas para funcionar en el extranjero; jamás ha hecho una inversión significativa en el país en el sector científico y tecnológico.
De allí que seamos vehementes en afirmar que la polarización ha sido un engaño de los actores políticos fundamentales, para seguir siendo los únicos con posibilidades de acceder al poder.
El poder, por su parte, no será utilizado en absoluto, como no lo ha sido hasta ahora, para lograr una sociedad más avanzada, industrialmente desarrollada y con una población de un mayor nivel de vida.
La mayor suma de felicidad posible ha sido todo un fraude, como lo ha sido la propaganda gubernamental que nos señala como independientes y soberanos.
Hoy somos un país intervenido por la Unasur, la OEA, la unión europea y el gobierno estadounidense, y lo peor es que esa intervención ha sido pedida por el propio Gobierno y por quienes supuestamente más se le oponen. El consenso llega incluso hasta allí.