Roberto León Parilli: «Nuevo salario será sal y agua a la vuelta de la esquina»

Es equivocada la política de combatir la inflación a través del incremento salarial. El nuevo aumento salarial quedará corto frente a los efectos inflacionarios que estamos viviendo todos los venezolanos. Esta medida es más de lo mismo, es decir, es la continuación del mismo modelo económico y, por lo tanto, se obtendrán los mismos resultados. Una mejor noticia sería la aplicación de medidas para estabilizar la inflación y no un nuevo aumento salarial.

Cualquier aumento del salario será insuficiente porque en el fondo genera de inmediato un efecto inflacionario. El aumento salarial impacta directamente sobre la inflación. En consecuencia, se volverá sal y agua a la vuelta de la esquina. Es decir, seguimos teniendo el mismo problema. Claro, es más populista el incremento de salario porque crea la ilusión de que se recibirá más dinero y es todo lo contrario.

Su impacto será directo sobre la estructura de costos de las empresas y ello se traducirá en precios más elevados para los productos. Y si el Gobierno decreta una regulación en los precios de los mismos, entonces se presentará un desabastecimiento.

«la familia está renunciando a una calidad de vida que había logrado con esfuerzo»

La principal queja de la ciudadanía, en materia económica, está relacionada con las consecuencias de la inflación. Hemos observado que cada día que transcurre la gente está comprando menos; es decir, a diario se suprimen alimentos y cosas de la lista del mercado que apenas se habían podido comprar un día antes. Esto significa que la familia está renunciando no solo a sus derechos como consumidora sino a una calidad de vida que había logrado a través de años de esfuerzo y trabajo.

Estamos viendo fenómenos que hasta ahora no habían sido vistos en nuestro país, por ejemplo, personas desmayadas en la calle porque no han comido y pérdida importante de peso corporal. Y ambas se relacionan con la falta de capacidad para comprar comida. Ahora la familia solo come dos o apenas una vez al día; asimismo, ha tenido que reemplazar la proteína por el carbohidrato. Servicios básicos tales como Internet y televisión por cable se consideran un lujo y no lo son porque forman parte de la calidad de vida. Otra cosa que se ha perdido es la falta de fidelidad a ciertas marcas de alimentos y eso no ha llevado a comprar cualquier cosa sin saber en realidad su procedencia.

Los servicios también forman parte de la escasez que estamos sufriendo. Por ejemplo, cualquier persona que solicite la instalación de una conexión a Internet o de televisión por cable recibe una respuesta negativa porque no hay codificadores ni cables. En fin, es una especie de desabastecimiento generalizado que se agudiza con la falta de capacidad de compra. Es una situación que al Gobierno se le fue de las manos.

Los niveles de inflación y el desabastecimiento nos están alertando que el panorama se agravará al menos que se apliquen medidas económicas que sean distintas y efectivas para obtener entonces otro tipo de resultados. De momento, continuará un aumento progresivo de la inflación y la caída en el abastecimiento de productos y servicios. Es una realidad que ya está cantada.

El problema es que las políticas económicas del gobierno se han enfocado solo en atacar las consecuencias de la inflación y el desabastecimiento, es decir, solo se ha venido administrando la crisis. La crisis se ha agudizado porque no se ha aumentado la oferta, al contrario, el gobierno ha tomado decisiones que la han reducido. Y aumentar la oferta significa el incremento de la producción nacional, mejores niveles de importación y el establecimiento de acuerdos económicos permanentes.

«La crisis se ha agudizado porque no se ha aumentado la oferta»

No es cierto que haya tanta libertad para que circulen esos productos. Aquellos que se pueden conseguir tienen costos muy altos para el bolsillo.

El asunto es que hay más demanda que oferta de productos. Pensamos que es posible obtener otros resultados a través de políticas económicas distintas. Por ejemplo, es necesaria la modificación del sistema de control de cambio; la generación de confianza para el rescate de inversiones y la apertura a los mercados internacionales; la aplicación de un plan de estabilización de leyes –porque es sabido que las legislaciones son modificadas cada vez que llega un ministro nuevo-; y el rescate del aparato productivo nacional.

No están respondiendo adecuadamente ante las necesidades de la población.

Nosotros presentamos a la Asamblea Nacional la propuesta de una nueva ley para proteger los derechos del consumidor.

La pérdida del poder adquisitivo es el resultado de la inflación. Si la inflación va con más aceleración que el salario, se traduce en una realidad con más pobreza. Esto es lo que está ocurriendo y una evidencia es la brecha que existe entre el salario mínimo y el costo de la canasta básica.

Esa misión es parte de las improvisaciones o experimentos que ha realizado el Gobierno pero que nunca traen resultados positivos. Cuántos programas e instituciones han sido creados en el camino y han fracasado sin que se solucionen los problemas de fondo.

«Es un sistema que destruye los distribuidores naturales en las comunidades»

Los productos que distribuyen los Clap no son de las empresas del Estado sino del sector privado; asimismo, violenta la Constitución porque discrimina a las personas por su ideología y preferencia política. Es, además, un sistema que destruye la economía formal, por ejemplo, a los distribuidores naturales en las comunidades tales como los abastos, supermercados y bodegas. También violenta el derecho a elegir los alimentos porque el gobierno decide que deben comer las familias. Los Clap, además de inconstitucionales son una medida ineficiente.

Si están prendiendo los motores es porque alguien los apagó. Esos motores siempre debieron estar encendidos, es decir, allí hay un tema de responsabilidad que debe ser aclarado. Sin embargo, cómo el Gobierno pretende arrancar esos motores si continúa su guerra en contra de la empresa privada, con la misma ideología, la misma política de control de cambio y las mismas políticas intervencionistas.

Si se pronunció una autoridad tan importante algo nos está indicando ciertamente de que hay una crisis humanitaria en el país. Por tanto, no es algo que se inventó, o se trata de un tema comunicacional, es un problema real, es una situación preocupante.

El revocatorio es una válvula de escape y tranquilidad para toda esta situación que estamos viviendo. No se puede luchar contra este mecanismo ni contra la voluntad de cambio de la gente.

Ojalá que no porque es el peor camino. El mejor rumbo de los países es la democracia y todos los venezolanos queremos paz, tranquilidad y democracia.

Los trabajadores se han endeudado para obtener los máximos ingresos posibles y, de esta manera, cubrir sus necesidades básicas. Han recurrido a las tarjetas de crédito y préstamos bancarios. Sin embargo, todos llegamos a un endeudamiento tal que ya no queda dónde más solicitar dinero. Por otra parte, el valor del dinero se ha desplomado de forma tal que los créditos bancarios dejaron de ser un mecanismo para la adquisición de automóviles, vivienda y viajes. Hoy con una tarjeta de crédito, por ejemplo, no se puede comprar ni siquiera un televisor.

Eso es impensable en este momento y, especialmente, en las parejas jóvenes y recién casadas. Tampoco se están construyendo viviendas para la clase media salvo la Gran Misión Vivienda Venezuela y estas, por cierto, son asignadas con el mismo criterio discriminatorio con el cual entregan las bolsas del Clap.