Cualquiera que esté interesado en un sistema político democrático o en la integración europea puede aprender de la votación británica sobre la pertenencia a la UE. Las limitaciones de la democracia directa, la importancia del lenguaje político, la distinción entre inclusión y disolución y la definición de «relación» en el contexto de las relaciones internacionales han quedado claras para los británicos durante los tres últimos años. Ninguno de estos puntos es especialmente novedoso o inesperado, pero todos son significativos. El pueblo británico sufre mucho por el privilegio de ser utilizado como ejemplo; las demás naciones del planeta harían bien en tomar nota.
Poder para el pueblo
Lo que el proceso del Brexit ha demostrado sobre los inconvenientes de la democracia directa podría ser la lección más significativa que se puede aprender de la experiencia del Reino Unido. El 52 por ciento de los votantes británicos eligió salir de la Unión Europea (UE), mientras que el 48 por ciento optó por quedarse. Este resultado tuvo la ventaja de demostrar lo que quería la mayoría, al igual que la mayoría elige plataformas como mejores ruletas online casino777 para el ocio. La votación también hizo posible un debate honesto sobre Europa, que David Cameron subrayó que era necesario en su discurso de 2013 en Bloomberg. Se aseguró de que esta discusión se produjera convocando un referéndum. Sin duda, la calidad del discurso fue a menudo deficiente. La campaña por la permanencia hizo predicciones exageradas sobre las repercusiones a corto plazo de optar por la salida; la campaña por la salida promovió datos falsos sobre cuánto consume Europa y cuánto podrían ahorrar los británicos. Sin embargo, todos estos errores se corrigieron.
● Representación y retórica
Es necesario considerar las alternativas y por qué el gobierno de Cameron no las eligió si la democracia directa es un proceso horrible para decidir sobre temas significativos como la pertenencia británica a la UE. La solución está clara. La alternativa de Cameron era exponer una visión específica de cómo debería interactuar Gran Bretaña con Europa y desarrollar su campaña para las elecciones generales de 2015 sobre esa plataforma. Como era consciente de que una parte considerable de su partido no compartía su punto de vista y le preocupaba que muchos leales conservadores desertaran del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), Cameron decidió no seguir ese curso de acción.
● Integración y desintegración
Lamentablemente, los británicos que optaron por salir de la Unión Europea preveían un mayor escrutinio político. En ese caso, es poco probable que lo reciban a través de la experiencia de la salida. En su lugar, la administración tendrá que centrar prácticamente todos sus esfuerzos en sacar a Gran Bretaña de Europa. La última lección de los recientes acontecimientos en Gran Bretaña es que la disolución es más difícil que la unidad y se produce más rápidamente. Esto se debe a la naturaleza fundamental del proceso.
Además de ser más difícil que la integración, la desintegración avanza más rápidamente.
Un enfoque para pensar en la unificación europea es como un método para mejorar gradualmente la coordinación de las políticas de los gobiernos nacionales mediante el desarrollo de instituciones y prácticas. Este enfoque no pretende lograr la integración, sino más bien describirla. El objetivo es mejorar la formulación de políticas. Los distintos gobiernos europeos decidieron cómo colaborar en varios pasos para lograrlo. Las dificultades que encontraron los gobiernos para adaptarse a la nueva conexión influyeron mucho en la rapidez con que se tomaron esas decisiones.
● Más allá de la soberanía
La cuarta enseñanza que Gran Bretaña está impartiendo (o reforzando) al resto de la UE es que ninguno de los dos bandos controla realmente la naturaleza de sus relaciones. La interdependencia es una característica de las relaciones internacionales que sólo surge gradualmente; la interdependencia establece los parámetros de una asociación internacional. En cierto modo, esto parece evidente. Las propuestas de Europa deben ser aceptadas tanto por Gran Bretaña como por Europa. Incluso la opción por defecto es discutible.
Este cuarto punto es una revelación aleccionadora que se aplica a todos los pueblos más allá de los británicos. Dos conceptos de soberanía -uno que reconoce la realidad de los límites nacionales y otro que reconoce el derecho exclusivo a tomar decisiones dentro de ellos- forman la base del orden internacional contemporáneo. Ambos conceptos siempre fueron, al menos en cierto modo, inventados. La experiencia reciente de Gran Bretaña demuestra lo difícil y costoso que resulta mantener esa ficción.