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Rafael Iribarren: “El problema es estructural”

El analista político Rafael Iribarren cree que “no hay para nada primarias, ni de un lado ni del otro”.


Por Enrique Meléndez

El analista político Rafael Iribarren se muestra pesimista en lo relativo a la posibilidad de que se resuelvan los grandes problemas que arrastra el país, partiendo del hecho de que hay dos subjetividades —la chavista y la puntofijista— que sólo están pendientes de sus intereses y que, por lo tanto, están muy lejos de consensuarse para llegar a algunos acuerdos mínimos de gobernabilidad.

“Por lo demás, yo creo que los resultados van a ser lamentables. Nosotros vamos a tener una AN en 2016 peor que la que tenemos en este momento. El chavismo va a tener todavía un caudal mayor que con el que cuenta en este momento, y esto te lo digo porque las oposiciones están legitimando un proceso absolutamente fraudulento. Aquí no hay elecciones desde, prácticamente, el año 2000”, afirma el arquitecto.

¿Cuál es el balance que usted tiene de los pormenores de esta Cumbre de las Américas que se realizó en Panamá?

— Yo pienso, como se decía en la víspera, que no ha pasado mayor cosa, porque no era sólo que EEUU no estaba dispuesto a convertir el diferendo que tiene que con Venezuela en un tema central de la Cumbre, pues hay una temática muy a fondo de toda la relación del gobierno de Barack Obama con respecto a América Latina que es prioridad, sino que además la mayoría de los gobiernos de los Estados de la región tampoco estaban dispuestos a que el tema de Venezuela-EEUU revistiera esa condición.

[quote_center]“Vamos a tener una AN en 2016 peor que la que tenemos en este momento”[/quote_center]

Ahí había que tomar en cuenta varias cosas: Mercosur no declaró, Caricom no declaró, y los que declaran son los países de Petrocaribe y el Alba a favor de Venezuela, y una declaración que fue, por lo demás, muy ambigua, pues en el fondo en lo que consistía la declaración era rechazar que a nuestro país se le considerara una amenaza para la seguridad de EEUU.

Aunque, de hecho, la valoración del Decreto de Obama, que se ha manejado aquí como un ataque a la soberanía venezolana, no ha sido asumida así por la América Latina. Yo te hago una sola referencia, que es muy importante: Raúl Sendic, que es el vicepresidente de Uruguay y presidente del Congreso de ese país, dijo que él no veía ninguna intención de intervenir militarmente en la resolución de Obama, con respecto a sancionar a 7 funcionarios venezolanos, y es que no hay intervención, y no hay ninguna violación de soberanía. Porque no tiene ni pies ni cabeza pretender que la resolución de un gobierno en ejercicio de la soberanía en su Estado, para impedirle el ingreso a su país y a sus estructuras financieras a una determinada cantidad de ciudadanos de cualquier nacionalidad, se convierta en la violación de la Constitución del país de dichos ciudadanos. No, para nada. Esa resolución no viola para nada nuestra Carta Magna.

No obstante, detrás de la resolución se consideraba a nuestro país como una amenaza, aunque en los últimos días se cambió por otra cosa. ¿Qué piensa usted?

— Es que no se declaraba a Venezuela como una amenaza. Lo que se declaraban era una serie de situaciones y de actividades en las que, supuestamente, están involucrados estos 7 venezolanos dentro de la política nuestra como amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de EEUU.

Esa caracterización de amenaza inusual y extraordinaria es muy interesante. En esa declaración, si tú te ponías a ver, no se consideraba a Venezuela una amenaza. Se dice que hay situaciones políticas que están viviéndose, y que se consideran una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de EEUU. Pero no se decía: Venezuela constituye una amenaza. Eso no es verdad.

No obstante, se ha manipulado todo en función de la promoción esa que estamos viendo desde antes de la Cumbre y que creo que seguirá haciéndose después, tomando en cuenta que de lo que se trata es de una campaña electoral de Maduro sobre una supuesta bandera antiimperialista.

Ahora, las resoluciones de este tipo en general son muy ambiguas, porque no le quieren quitar el apoyo a Venezuela, pero tampoco se van a tirar al piso por Venezuela. Esa es la realidad que se vivió, que ahora en la Cumbre se constató. ¿Cuál fue la situación en la Cumbre? Bueno, que Venezuela planteó su problema y dicha temática se manejó como una propuesta de un país, sin que fuera asumida en general por los actores en la misma.

¿Cómo vio usted la situación que se planteó a raíz del documento que se presentó, firmado por 21 ex presidentes de varios países del mundo, y en el cual se hablaba de una alteración de la convivencia democrática en Venezuela?

— Esa fue una situación que no comprometía para nada al gobierno de Venezuela, si tomamos en cuenta que ahí había gente muy interesante como Fernando Henrique Cardoso, pero al mismo tiempo había gente que no le dice nada a este país, como Álvaro Uribe, como José María Aznar y otra gente que no tiene nada que ver con la defensa de los derechos humanos.

A mí me resulta inexplicable que Uribe diga que él está preocupado por la defensa los derechos humanos, lo mismo que Aznar, en especial este último quien fue clave en la patraña de Bush para justificar la invasión a Irak. Es lamentable, porque en esto cae mucho la oposición o las oposiciones, y con quienes yo no me identifico, esto es, en inventar cosas, en darle a determinadas situaciones o a determinadas actitudes o personas un valor que no tienen.

[quote_center]“Hay un proceso de fraude sistemático, manejado y perfeccionado a través del tiempo por un CNE que controla el chavismo”[/quote_center]

Hay que recordar que aquí una de las oposiciones pretendió que Hugo Chávez fuera llevado al Tribunal Penal de La Haya. Incluso, hubo declaraciones semioficiales, etcétera, cuando resulta que al primer latinoamericano que habría que llevar sería a Uribe, ya que se trata de un latinoamericano más vinculado al genocidio que hay en estos momentos.

En todo caso, esas declaraciones coinciden en el tiempo, pero a la larga no aportan ni quitan nada dentro del marco de la Cumbre. Tienen que ver con la situación en la que se encuentran Leopoldo López y Antonio Ledezma, que es a lo que se refieren ese grupo de ex presidentes, quienes están movidos por el ex presidente Felipe González, quien ha reclutado a una cierta cantidad de personas, algo válido, ya que entre algunas de esas personas son muy interesantes y muy valiosas.

Más importante que la manifestación de esos ex presidentes me parecen a mí las declaraciones que aparecieron el martes en los medios de comunicación del canciller uruguayo sobre el tema de los derechos humanos en Venezuela, y lo digo así porque se trata del vocero de un gobierno que no está alineado en contra de Nicolás Maduro, todo lo contrario. Se trata de un gobierno que lo ha apoyado y está sintonizado con su par venezolano.

¿Cómo ve usted el escenario de las próximas elecciones parlamentarias en Venezuela?

— El año 2015 pudiera ser un momento en el cual se den las condiciones para impulsar dinámicas de cambio de fondo. No por la vía electoral, como tampoco por la vía golpista, sino en el marco de la cuestión electoral. La impresión que yo tengo es que el 2015 va a ser un año más en el que la continuidad del proceso que estamos viviendo, que a esta altura es el post-chavismo —aunque hay algunos que prefieren hablar del post-puntofijismo—ya está en sus últimas.

Nosotros estamos viviendo no una fase de transición, sino de entrabamiento de la vida nacional, y esto lo digo porque veo que la salida que se le está buscando a la crisis nacional es por la vía de cambiar o de mantener a un gobierno. El uno quiere sacar al otro, y el otro lo que quiere es mantenerse, y resulta que ni manteniéndose el chavismo en el poder, ni siendo sustituido por las oposiciones, se va a resolver el problema.

Porque lo que hay en el fondo de la crisis nacional no constituye un problema de mal gobierno, ni es un problema de lucha entre el autoritarismo chavista y el puntofijismo. El problema resulta estructural. No se puede hablar de dos Venezuelas, aunque sí se puede admitir que en la Venezuela de hoy hay dos subjetividades.

Dos subjetividades completamente opuestas, completamente ajenas una a la otra. La primera subjetividad, que se forma en la décadas de 1960 y 70, es la subjetividad de las clases medias formadas y educadas en el marco del puntofijismo, en especial sobre la base del clientelismo puntofijista. La segunda subjetividad es la subjetividad chavista, que se desarrolla en nuestro país mediante el clientelismo chavista, sobre todo a partir de 2004.

[quote_center]“La oposición no es opción para el país, como no es opción el chavismo”[/quote_center]

No es posible que consensuen esas dos subjetividades en nuestro país por la vía de procesos electorales polarizados. Efectivamente, la salida de la existencia de esas dos subjetividades va por la vía de consensos, un proceso de consensuarse, aunque eso no puede ser copular, ni puede ser de las élites. Tiene que ser de la gente y, en ese sentido, el 2015 constituía una oportunidad para que se produjeran desarrollos de movilizaciones de base ciudadana que condujeran a consensos despolarizados, que no tiene nada que ver con las elecciones.

Claro, cuando las cúpulas chavistas y las cúpulas puntofijistas se sintonizan y producen un proceso de polarización, como están intentando hacer, ninguno lleva a cabo primarias y ambos imponen sus candidatos. Negando las primarias en su propio terreno están cerrando las posibilidades de que por la vía la dinámica electoral, se desarrollen esos debates ciudadanos.

¿Eso significa entonces que usted no cree en los procesos de primarias que han organizado tanto el PSUV, como la MUD?

— Ningunas primarias, no hay primarias. Ya está claro, porque se ha discutido mucho y ha sido muy cuestionado, que las listas las haya hecho la MUD y que va a realizar primarias en 37 de 88 jurisdicciones, o sea, son unas miniprimarias. Pero lo mismo sucede en el chavismo, donde los candidatos que van por el voto lista o el voto uninominal los designa la dirección nacional sin organizar algún proceso de consultas. Ahí no hay para nada primarias. Ni de un lado ni del otro.

Por lo demás, yo creo que los resultados van a ser lamentables. Nosotros vamos a tener una AN en 2016 peor que la que tenemos en este momento, y en el entendido de que el chavismo va a tener todavía un caudal mayor que el actual, y esto te lo digo porque las oposiciones están legitimando un proceso absolutamente fraudulento. Aquí no hay elecciones desde, prácticamente, el año 2000.

Aquí hay un proceso de fraude sistemático, manejado y perfeccionado a través del tiempo por un CNE que controla el chavismo. No obstante, yo pienso que este año se pierde en lo que atañe a la creación de condiciones para el cambio, que hubiera podido consumarse.

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Iribarren considera que la crisis no comienza con Chávez, ni en 1989, sino en la década de 1970 bajo el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez

 

Yo creo que es muy importante dejar claro lo siguiente: la oposición no es opción para el país, como no es opción el chavismo. La oposición reivindica un pasado, pero es un pasado cuestionable. La crisis que está viviendo el país no comienza con Chávez, no comienza ni en 1989, y ni siquiera en el 2003. Comienza en la década de 1970 bajo el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Hasta el primer gobierno de CAP, Venezuela estaba considerada entre las cinco economías del mundo que más crecía, y esto es algo que Asdrúbal Baptista lo ha estudiado y lo ha documentado. Los índices macroeconómicos eran perfectos: una inflación que no llegaba al 2%, una paridad cambiaria que no se movía de tres o cuatro bolívares durante cien años, no había deuda pública y se contaba con un aparato productivo que autoabastecía nuestras necesidades en una parte bien importante. A partir de CAP se cambió todo.

Hace falta debate

¿Cuál es el principal obstáculo para reconstruir al país?

— Aquí no hay debate. Aquí se están planteando las cosas en términos de blanco y negro, en términos de buenos y malos, en términos de que hay que sacar a Maduro, porque ha hecho un gobierno que se considera incapaz, y hay que sustituirlo por un gobierno que comenzaría a ser bueno. El problema del país no se resuelve con un gobierno pretendidamente bueno, sino con un debate nacional profundo.