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El premio de la FAO

Jorge Arreaza recibe el premio otorgado por la FAO a Venezuela

Resulta imposible pensar que la FAO desconociera la verdadera situación del país en relación a la pobreza y el rosario de males sociales que esta acarrea


Oscar Battaglini

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), acaba de concederle un reconocimiento al gobierno de Maduro, porque, supuestamente en Venezuela se había alcanzado, en una medida considerable, la soberanía alimentaria; la cual le estaría permitiendo a dicho gobierno, reducir los niveles de pobreza endémica (que ha afectado tradicionalmente a nuestra sociedad) mediante suministros a importantes sectores de la misma, de una alimentación suficiente y de buena calidad, etcétera.

Cuando se confronta esta versión de los hechos con lo que verdaderamente está ocurriendo en la realidad del país, uno no puede menos que imaginar la sorpresa y la magnitud del impacto que semejante noticia debe haber causado en el ánimo de los miles y millones de venezolanos que diariamente se ven forzados a hacer interminables colas para adquirir alimentos, medicinas, bienes de consumo general (artículos de higiene personal o del hogar, autorepuestos, baterías etcétera), que por lo general no se consiguen, porque ya casi no se producen en el país debido a la quiebra a la que han sido conducidas las actividades agrícolas, industriales y manufactureras por las malas políticas económicas del gobierno chavista, y cuando se consiguen aparecen con precio de dólar paralelo, lo que imposibilita su adquisición, dado que la inflación galopante y la especulación despiadada que padecemos, así lo han determinado. Las consecuencias inmediatas de esta situación en materia alimentaria ha sido:

1- El repunte en Venezuela del problema crónico del hambre.

2- La puesta en práctica por un grueso sector de la población de algunas estrategias de sobrevivencia, como la de realizar en vez de tres, dos comidas diarias o adaptarse a una ingesta alimentaria relativamente más económica pero de bajo contenido proteico, que ha generado involuntariamente un incremento acelerado de la desnutrición en importantes agrupamientos de la sociedad; sobre todo en la población infantil de los sectores populares (ver nota relacionada con este problema en el diario “El Nacional”, 23/6/15, Sociedad, pag.6).

Ante tales hechos cabe la pregunta: ¿Sobre cuáles elementos (indicadores, información, datos, etcétera) se basa la FAO para conceder la distinción en cuestión: ¿en las estadísticas que le fueron suministradas por el propio galardonado mediante el Instituto Nacional e Estadísticas (INE) del Estado venezolano. Esto es así, porque esta organización de la ONU, ni la CEPAL, ni otras de este mismo tipo, hacen investigaciones directas (in situ) en el momento de emitir sus reconocimientos. A eso se debe, sin más comentarios, las flagrantes inexactitudes, y las manipulaciones estadísticas y de todo tipo que están en la base de este reconocimiento.

Con lo expresado, no se ha querido afirmar que este gobierno no haya adelantado (hablemos en pasado, porque en el presente ya no lo puede hacer) una política que, pese a su carácter abiertamente clientelar-populista, contribuyó quiérase o no, cuantitativa y coyunturalmente, las condiciones las de vida de algunos sectores de la población socialmente excluidos; y en cuya implementación se gastaron, según declaración del ministro de Planificación de entonces Jorge Giordani, más de 550 mil millones de dólares. Pero aparte de que los resultados positivos y perdurables de ese descomunal gasto no se ven por ninguna parte, esa política estaba desde un principio, condenada al fracaso: no sólo por su carácter manifiesto, (demagógico, oportunista, manipulador de la pobreza) sino porque su fuente de financiamiento podría secarse en algún momento, o reducirse significativamente dejándola inconclusa y sin posibilidades de continuidad. Esto es, como sabemos, lo que está ocurriendo en la actualidad como consecuencia directa del desplome de los precios de los hidrocarburos en los mercados internacionales. En estas condiciones, en las que los ingresos fiscales del Estado se han reducido a la mitad, es decir de más de 90, a menos de 50 dólares por barril, al gobierno de Maduro le resulta muy cuesta arriba, mantener y darle continuidad a su política en el interior de los sectores sociales más pobres del país. De ahí el desespero con el que busca incrementar (acrecer) sus recursos financieros (vía préstamos de China, Rusia, irán, venta de parte delas reservas de oro del BCV, y de activos en los Estados Unidos, el retiro de depósitos del FMI, etcétera), con miras a continuar alimentando esa política, sobre todo teniendo en cuenta que nos encontramos ante unas elecciones parlamentarias que son de vida o muerte para su permanencia institucional en el poder.

Voces autorizadas le han estado informando al país que el gobierno requiere de más de 21 mil millones de dólares para tratar de solventar sus urgencias económico-sociales más inmediatas (para el pago de deudas, para cubrir el costo de importaciones masivas, en particular de alimentos, para el financiamiento del gasto clientelar con fines electorales, etcétera), pero no obstante todos sus afanes, apenas si ha logrado reunir 5 mil millones de dólares, lo que hace suponer que vienen días peores para la inmensa mayoría de los venezolanos que viven de un salario fijo, de una pensión, o que simplemente carecen de empleo. Resulta imposible pensar que la FAO desconociera la verdadera situación del país en relación a la pobreza y el rosario de males sociales que esta acarrea tanto como a su evolución futura, en el momento en el que tomó la decisión de premiar por segunda vez al gobierno chavista por sus aparentes éxitos en materia alimentaria. Tenía que saber por ejemplo, que la pobreza venezolana, que en 1998 era de 45,8% de los hogares, hoy afecta nada menos que a 48,4% de los hogares. Esto es a unos 3.340.000 hogares venezolanos que están en la pobreza, de los cuales 1.700.000, está peor, en la categoría de pobreza extrema (en “Análisis de condiciones de Vida de la población Venezolana 2014”, elaborados por investigadores de las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello). Tenía que saber, igualmente, que la pobreza venezolana creció vertiginosamente un alarmante 33, 02% por efecto de la combinación letal de la recesión, la inflación y la severa escasez de bienes que hoy padecemos (ver, Idem).

Sólo la molicie burocrática en la que han caído organizaciones multilaterales como la FAO y sus similares y algunos manejos turbios promovidos por funcionarios brasileños con influencia en dicha organización, puede explicar la emisión de un fallo tan cuestionado como el que nos ocupa, esto, sin embargo no le impidió a la nomenklatura chavista –en medio de su proverbial falta de ética- celebrar y difundir por todos los medios a su disposición “su éxito”, a sabiendas de que se trataba de una farsa que, para su disgusto, ya no tiene la misma capacidad de engaño de antes, y sobre todo que ya no puede engañar a la inmensa mayoría de los venezolanos que a diario viven la tragedia de no saber cómo hacer para alimentar a sus familias y para preservarles la salud cuando les toca afrontar una situación de esta índole, debido a las graves dificultades que hoy existen para adquirir los bienes que se requieren para tales fines.