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Pisando tierra

Revolución y socialismo

Lo que está en proceso es que el pueblo aprendió la lección, que después de diecisiete años de engaños e incoherencias, descubrió que aquí no hubo revolución


Rubén Osorio Canales

Nadie duda que la crisis es insoportable, que el cambio de verdad es urgente, que la renuncia de Maduro y todo su equipo de gobierno incluida la dirección del Psuv sería lo mejor que pudiera ocurrirle a Venezuela y a los socialistas de buena fe, quienes podrían de esa manera reordenar y actualizar sus ideas; que un acuerdo nacional para enfrentar desavenencias y comenzar un nuevo rumbo para la nación sería el máximo de la felicidad ciudadana, que juntos, todos los venezolanos, uniendo propósito y acción podríamos construir un país modelo y sin penurias, que con voluntad lograremos vivir en sana e imperturbable paz, todo eso y mucho más, podría hacer de nuestro país un verdadero paraíso, pero lamentablemente ese panorama, gracias a la criminal intolerancia del régimen, nos está negado y por lo tanto no pasa de ser una quimera

Hay que pisar tierra. Estemos claros en que nuestro hoy enlutado, agredido, saqueado país, está lejos todavía de un viraje que nos aleje de los problemas que asfixian hoy al pueblo, que la crisis seguirá siendo cada vez más insoportable, que las urgencias del cambio no se materializarán como queremos, que Maduro y todo su combo no renunciarán, que un acuerdo nacional se ve tan remoto como remota está la justicia en Venezuela, que el saqueo decretado tendrá un nuevo instrumento en la empresa militar que manejará nuestro negocio petrolero, lo cual no quiere decir que los métodos existentes de corrupción como el contrabando, el bachaqueo, el tráfico de influencias, las empresas de maletín, los pudrevales, los mercales, los bicentenarios, y el cuánto hay para eso, desaparecerán, todo lo contrario, se perfeccionarán.

«las urgencias del cambio no se materializarán como queremos, Maduro y todo su combo no renunciarán, un acuerdo nacional se ve tan remoto como remota está la justicia en Venezuela…»

A estas alturas del artículo, usted querrá preguntarme qué nos espera y yo le diré que lo que nos espera está ya en proceso y de manera irreversible.

Lo que está en proceso es que el pueblo aprendió la lección, que después de diecisiete años de engaños e incoherencias, descubrió que aquí no hubo revolución, que el discurso político del régimen se agotó, que la realidad le está indicando al pueblo que estos diecisiete años fueron perdidos, que el palabrerío pronunciado no sirvió de nada, que el único responsable de la crisis del agua, de la electricidad, de la salud, del desabastecimiento, del costo de la vida y de todas las trágicas calamidades que martirizan al pueblo es el régimen gracias al modelo castro comunista escogido y los altísimos niveles de ineficiencia, improvisación y corrupción en su gestión diaria.

Lo que está pasando en el país es que el pueblo se cansó de la retórica de la mentira y sabe que los anuncios hechos para “palear” la crisis que con urgencia reclama, son más de lo mismo que nos trajo a este desastre. Lo que está pasando comenzó a mostrarse el 6 de diciembre cuando el pueblo se convirtió en oposición y le dijo al régimen basta ya.

En esa oportunidad el pueblo pudo demostrarse a sí mismo que podía ir a unas elecciones y ganar, que el voto era secreto, que no había maquinaria capaz de derrotar una decidida voluntad popular que manifestara sus deseos de cambio, que un pueblo acosado podía quitarse el yugo castrador con el voto.

Eso ocurrió y ya de aquí en adelante ni los escépticos, ni los tarifados encargados de crear esas dudas en el electorado, ni las guerras sucias, podrán cambiar esa realidad. Y es por esa razón que el régimen no se atreve a repetir las elecciones en Amazonas y ve con terror las elecciones para gobernadores y alcaldes en diciembre.

Cuando los pueblos, sorprendidos en su buena fe sufren una decepción tan grande como la sufrida con este régimen y aprenden una lección como la aprendida, no la olvidan nunca más. Y esa opción debe ser desde ya un camino a recorrer con el máximo entusiasmo y esfuerzo por el liderazgo democrático, sin echar por tierra las otras vías previstas en la Constitución, enmienda, revocatorio, ausencia presidencial y por supuesto la renuncia.

El liderazgo democrático tiene que estar alerta porque vienen tiempos de indignación colectiva en los que el pueblo, más temprano que tarde, téngalo el régimen por seguro, pasará a ser de nuevo protagonista.

Posiblemente lo que le está faltando a lo que está pasando es un poquito más de calle, con un objetivo constitucionalmente válido coordinado por las fuerzas democráticas y ejecutado por el pueblo.