“Se está hablando de una flexibilidad, sobre todo para las importaciones, a través de un sistema alternativo, dejando un tipo de cambio oficial”, estima el economista
Enrique Meléndez
El analista financiero Henkel García cree que vamos a un esquema de política cambiaria parecido al que tuvimos al comienzo del control de cambio, caracterizado por la existencia de un solo tipo de cambio de cambio, y un mercado negro legal.
“Lo que hay es que dejar bien claro que el tipo de cambio a diez genera muchas distorsiones. La mayor parte de las divisas se están entregando de una manera muy oscura, porque no hay cifras publicadas”, agrega el director de Econométrica.
“La mayor parte de las divisas se están entregando de una manera muy oscura”
¿Cómo ve Econométrica la situación de explosión social que se está suscitando a nivel nacional en estos momentos?
Ha habido un incremento importante de las protestas, sobre todo los saqueos a nivel nacional. Cuando uno revisa las estadísticas del Observatorio de Conflictividad Social, respecto al saqueo, se nota que en los primeros meses de este año ha aumentado de manera importante con respecto a 2015.
«el malestar comienza a crecer de manera peligrosa»
Eso es un síntoma también del aumento del malestar social. También a las personas se les está haciendo cada vez más difícil conseguir los productos. Antes hacían tres horas de cola, pero los conseguían; después esas colas fueron cada vez más largas, tenían que pasar mucho tiempo, para poder conseguir los productos. En las últimas semanas lo que ha venido pasando es que la gente hace la cola, y los productos no se consiguen. Cuando tú has estado en una cola unas ocho horas y al final no consigues nada, entonces el malestar comienza a crecer de manera peligrosa y los saqueos son una muestra de eso.
Lo que sí hay que dejar claro es que los saqueos no son la mejor manera de drenar el malestar social. Aquí deben entender los partidos políticos que ese malestar de las personas tiene que ser canalizado como protesta política, con un objetivo específico, para presionar un cambio político o un cambio de Gobierno, dependiendo de cual sea el objetivo de cada uno de los partidos.
Los voceros oficialistas han dicho que los saqueos han sido programados por la oposición, como parte de una estrategia llamada a desestabilizar al Gobierno. ¿Eso tiene una secuencia programada?
Veo difícil lograr esa coordinación, sobre todo a nivel nacional. Lo veo imposible. Eso sí, el saqueo es de todos. Ves allí distintos tipos de personas que están protestando por la falta de comida, pero que tenga una estrategia política es prácticamente imposible.
Se dice en 1989 sí la hubo
Pero en el 89 fue algo que estuvo localizado en un comienzo y luego se fue extendiendo a lo largo de toda la ciudad de Caracas. Hoy, este tipo de fenómenos, que son tan recurrentes y nacen en cualquier parte del país, se están generando de manera espontánea en toda Venezuela. Luce bastante difícil que sean algo coordinado a través de un movimiento político que abrigue esa intención.
Igual responsabilidad tiene el Gobierno, si ese es su punto de vista. Entonces debería investigar por intermedio de los organismos de seguridad del Estado quiénes están detrás de esa estrategia desestabilizadora. Aunque cada vez que el Gobierno lanza acusaciones de ese tipo, nunca se investiga nada. Entonces pareciera que se trata de un discurso político para tratar de trasladar el costo que tiene esa misma situación y no asumir la responsabilidad que, obviamente, la tiene el Gobierno, a partir de su errática política económica.
El Dicom está en 600 bolívares. Se dice que ese sería el nivel que aspira el Gobierno para tratar de aproximarse al paralelo. ¿Cómo ve usted esa situación?
En efecto, el ministro Pérez Abad dejó claro que la tendencia es hacia una convergencia cambiaria; dejar deslizar Dicom hacia el alza para tratar de tener un tipo de cambio que realmente sea atractivo para una supuesta oferta que venga. Eso pareciera que es relativamente sensato desde el punto de vista económico. Es totalmente insuficiente, pero tiene algo de sensatez económica.
«La única manera de que eso tenga un efecto en la economía es que realmente se legalice el paralelo»
Lo que sí es que hay que ver qué va a pasar. La única manera de que eso tenga un efecto en la economía es que realmente se legalice el paralelo o que se inyecten unos recursos importantes a Simadi o a Dicom, cuando la plataforma esté lista. Eso no ha ocurrido. No ha habido una alimentación por parte del gobierno hacia ese sistema.
Esa posible alimentación sí traería algo de alivio. No creo que tampoco sea suficiente, pero sí cambiaría un poco la dinámica. Se está hablando de una legalización del paralelo, es decir de una flexibilidad o una libertad total, sobre todo en la parte de importaciones, a través de un sistema alternativo, dejando un tipo de cambio oficial. Algo parecido a los controles anteriores, y a como comenzó el actual control, donde había un tipo de cambio oficial y un tipo de cambio paralelo, legal.
El problema es que el paralelo actual no es legal. Lo que se estaría gestando sería un sistema con un tipo de cambio protegido o preferencial, que es fijado por el Gobierno, y un tipo de cambio flotante de plena libertad, como funcionaba antes. Pero de eso nada se sabe si eso va a ser así. Eso está por decidirse.
Lo que hay es que dejar bien claro que el tipo de cambio a diez genera muchas distorsiones. La mayor parte de las divisas se están entregando de una manera muy oscura, porque no hay cifras publicadas. Se están entregando a diez, y si vamos a una convergencia cambiaria, esa tasa de diez debería ir en aumento también, como está sucediendo con la tasa Dicom.
Así vemos que la tasa Dicom, mejor dicho, la tasa Simadi, puesto que todavía opera con la plataforma de Simadi, se eleva de manera importante. Pero vemos la tasa Dipro totalmente anclada. Si el objetivo era corregir distorsiones, entonces hay que dejar deslizar también la tasa Dipro, y eso sería una buena señal, porque ahí sí quedaría clara la disposición del Gobierno a ir hacia una convergencia cambiaria.
Pero se dice que a la tasa Dipro casi no se han entregado divisas. ¿Qué saben ustedes?
Sí, son pocas desde el punto de vista del sector privado. No hay estadísticas. Pero nosotros sí tenemos contacto con empresarios, porque son nuestros clientes, y lo que nos han dicho es que las liquidaciones han sido bastante pobres. Ha ido aumentado en las últimas semanas, pero nada significativo.
Habría que ver si esto va a ir cambiando en un futuro. Si esas empresas dejarían, finalmente, de tener las esperanzas puestas en el Dipro y empezar a ir al sistema Simadi o al sistema Dicom. Pero uno pudiera intuir que las pocas divisas que se están entregando a diez están destinadas a las importaciones públicas, y eso me lleva también a pensar que hoy por hoy, cuando se llevan las estadísticas del BCV, las importaciones del Gobierno deben ser superiores a las del sector privado.
«las liquidaciones de divisas han sido bastante pobres»
¿Cómo ven ustedes el comportamiento de las cifras de la escasez?
Para medir los fenómenos de la escasez y de precios, y en vista de que el BCV no está publicando cifras, Econométrica ha decidido levantar precios bajo una metodología parecida a la del BCV, pero bajo los recursos de una compañía privada; es decir, no tenemos los recursos del BCV. Obviamente, la escasez ha aumentado, pero su ritmo de aceleración ha disminuido.
Es decir, llega a un punto en que la escasez no puede ser mayor a la que teníamos. Estamos a un nivel muy preocupante, estamos a un nivel muy dañino de escasez, aunque, repito, su ritmo de crecimiento ha disminuido. La escasez está alrededor de 70%, que es altísima, en alimentos. Hay rubros donde la escasez es total: cien por ciento.
El Fondo Monetario Internacional estima para este año una caída del PIB de -10%. ¿Coincide con sus estimaciones?
Nuestras cifras son similares: están entre -8 y -10 por ciento, con una caída del consumo entre -10 y -11 por ciento. Nosotros estimamos que el consumo privado va a caer mucho más que la economía como tal. Por supuesto, esas son cifras preocupantes, porque no es sólo el decrecimiento del consumo privado y del PIB de este año, sino además, vamos a tener cuatro años continuos de decrecimiento.
Eso constituye una economía con una recesión gravísima, que algunos economistas la consideran una depresión económica, pero es una recesión tremenda que se ha manifestado con mucho más impacto en la oferta global de bienes y servicios, que viene cayendo a doble dígito, a más de diez por ciento, desde hace unos meses. La oferta global también toma en cuenta las importaciones. Entonces, estamos viendo que, junto a una caída de las importaciones, esa oferta global ha sido afectada por la caída de la producción nacional. De modo que eso hace que la situación de la oferta global sea muy grave.
A esto se une también el problema del racionamiento eléctrico. ¿No le parece?
la crisis eléctrica deja un impacto negativo de uno o dos puntos del PIB
Ahí hay un impacto que nosotros pudiéramos estimar entre uno y dos puntos del PIB. Pareciera que la crisis eléctrica ya se va a aliviar. Pero la realidad es que en las diferentes zonas del país, no tanto en Caracas, aunque sí en ciertas zonas, va a continuar un servicio eléctrico irregular; no vamos a ir a la total normalización.
Pero va a ser un racionamiento menos riguroso de lo que vimos en las últimas semanas, que fue tremendo. Estamos hablando de zonas industriales que tenían días seguidos sin electricidad. Eso tiene un impacto en toda la actividad económica, y se va a ver reflejado en los números.
Los números, que se manejan en lo que atañe a la deuda comercial, hablan de la necesidad de una asistencia financiera. ¿Está de acuerdo?
La deuda comercial poco se ha aliviado. Sí entiendo que a los farmacéuticos se les ha liquidado algo, sólo que no han sido liquidaciones frescas, para importaciones nuevas, sino en parte para rebajar el saldo de las liquidaciones pendientes del pasado.
Venezuela sí ha llegado a un punto en el cual va a necesitar ayuda internacional para salir de la crisis. Fíjate que en 1996 tuvimos una situación parecida, no tan agravada como la que tenemos ahora. Pero el plan Agenda Venezuela incluyó, además del desmontaje de los controles y la ayuda financiera de parte del FMI, un plan de apertura petrolera que significó un ingreso importante de divisas al país. También se llevó a adelante un plan de privatizaciones de empresas improductivas que estaban en manos del Estado, pero cuya venta cayó en manos de empresas foráneas, de modo que ese pago se hizo en divisas.
En esa ocasión teníamos una brecha entre egresos e ingresos, parecida a la que tenemos ahora, y se redujo gracias a esas medidas. En esta ocasión vamos a tener que adoptar esas medidas y otras más, porque la brecha de la situación económica es mucho más compleja de la que teníamos en 1996. De manera que tendríamos que diseñar un plan tipo Agenda Venezuela, sólo que repotenciado.
«Venezuela ha llegado a un punto en el cual va a necesitar ayuda internacional para salir de la crisis»
La carga la llevan los ciudadanos
Llama la atención del mundo entero el hecho de que el presente Gobierno descuida el pago de la deuda comercial para honrar la deuda financiera, lo que se traduce en que por esta vía pone al pueblo a pasar hambre. ¿Qué opina usted?
Sí, es un tema muy complejo, porque no pagar la deuda financiera tiene sus consecuencias. El Gobierno, con un plan serio, pudiese propiciar una serie de importaciones, al tiempo que lleva a cabo un proceso de reestructuración de la deuda ordenado, para aliviar la carga de pagos que tiene enfrente, sobre todo en los próximos dos o tres años.
Pero el Gobierno no ha actuado del modo mejor ordenado. Ha sacrificado el pago de una serie de compromisos comerciales y, además, está planteando un recorte de más de 50% de las importaciones. Esa carga, ciertamente, la está asumiendo el ciudadano, pero también lleva un plan de ajuste realmente desordenado, descoordinado y sin claridad de lo que necesita el país.