Restablecer la soberanía es de prioridad absoluta, pero la AN no ha cumplido y si no lo hace tendremos que poner en marcha el Plan B
Jesús Antonio Petit Da Costa
El 6D, día de la elección de la AN, Venezuela ya había perdido su soberanía subordinándose a Cuba llamándosela Cubazuela. 10 meses después de electa la AN, Venezuela sigue sin soberanía, sometida a Cuba.
El solo hecho de no haber restablecido efectivamente la soberanía perdida debería avergonzar a los 115 diputados supuestamente de oposición.
Por la traición a la patria de Chávez y sus sucesores, la soberanía le fue cedida graciosamente a Cuba, subordinándose el gobierno de Caracas al de La Habana, convertido el de aquí en títere.
Esta subordinación fue calificada de “vasallaje contra natura” por Carlos Alberto Montaner, haciéndose eco de la opinión pública mundial.
La misma que, por boca de Andrés Oppenheimer, se asombra del “primer caso en la historia en que un país subsidia a otro y es dominado por el subsidiado”.
Una opinión pública mundial que no le encuentra explicación a la conducta de los venezolanos, sobre todo de los políticos y los militares.
De los políticos porque ni siquiera ahora que la oposición controla la AN hacen nada para restablecer la soberanía perdida y romper con Cuba.
De los militares porque el Alto Mando Militar ha deshonrado el legado de los libertadores al participar de la traición.
Para vergüenza nuestra, que nos manchará para siempre en la historia, somos el único país de América sometido a otro, sin disparar un tiro en defensa de su soberanía y de su honor, la mayor deshonra que pueblo alguno pueda tener (The Economist: “el régimen comunista cubano finalmente ha logrado su objetivo de invadir la Venezuela rica en petróleo, esta vez sin disparar un tiro”).
Emili Blasco dice en su ya famoso libro (BUMERÁN CHÁVEZ) que Chávez estará en los manuales de la historia por su traición a la patria al “haber cedido el control de su propio país a los dirigentes de otro”, agregando: “Es increíble el grado de injerencia de La Habana en los asuntos internos de Venezuela, incluyendo seguridad y defensa, no como resultado de una penetración subrepticia y hostil, a espaldas del Gobierno de Caracas, sino curiosamente a invitación de éste.” Terminaba con esta frase: “El mismo Maduro fue potenciado por ellos (los cubanos) como sucesor (de Chávez). Algo así era impensable en cualquier otro país del mundo.”
Tendría que agregar que, junto con Chávez y Maduro, estaremos todos los venezolanos por haberlo tolerado.
Y, por encima de todos, estarán los 115 diputados de la AN que, teniendo el poder para restablecer la soberanía y devolvernos el honor nacional, han optado por no hacer nada, deshonrándonos aún más a los venezolanos al presentarnos como que nada nos importa estar sometidos a Cuba ni que se nos tenga como cobardes e indignos, que son los calificativos que merecen los que se comportan así.
Usando las palabras de Blasco digamos que es impensable, por inaceptable e inadmisible en cualquier país del mundo, la cesión graciosa de la soberanía a otro país.
Es impensable, por inaceptable e inadmisible, que la sucesión presidencial la haya resuelto Cuba escogiendo a Maduro, un colombiano de las FARC, que oculta su pasado escondiendo las partidas de nacimiento suya y de sus padres y además, junto con Cuba, oculta la prueba de los delitos cometidos durante la enfermedad y muerte del difunto.
Y, por último, es impensable en otro país, por inaceptable e inadmisible, que después de 10 meses de control por la oposición, la AN no haya restablecido la soberanía de Venezuela, por ejemplo de este modo: 1) Con fundamento en el Art. 350 de la CN proclamar el restablecimiento de la independencia y soberanía de la República, expulsando del país a los agentes cubanos, y en consecuencia desconocer la autoridad de Maduro y de su gobierno removiéndolos del cargo por ser títeres de Cuba, a semejanza del 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811; y, 2) Con fundamento en los Arts. 333 y 350, proclamar, a consecuencia de lo anterior, el restablecimiento de la vigencia efectiva de la Constitución, que sólo puede existir cuando hay soberanía.
Sin soberanía no hay Constitución. Y sin soberanía la AN es un órgano de la administración colonial que sirve a Cuba.
Sólo dejará de serlo si, en cumplimiento del mandato popular de ejecutar el PLAN A, proclama el restablecimiento de la soberanía con las consecuencias político-jurídicas correspondientes.
Como venezolano, además de católico, me enorgullece que Mons. Baltazar Porras haya sido elevado a la dignidad de Cardenal y el Padre Arturo Sosa haya sido elegido Superior General de los Jesuitas, al que llaman “Papa Negro”. Estas noticias anuncian la cercanía de la aurora para este pobre país regalado a Cuba por los más grandes traidores de la historia universal.