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Inició la cuenta regresiva del chávezmadurismo

El gobierno manifiesta su pronta salida porque saca a la calle la poca fuerza de masas que todavía le queda y toma medidas políticas y económicas para de hacer creer a sus parciales que seguirá en el poder


Oscar Battaglini

La burocracia chávezmadurista sabe perfectamente que su permanencia en el poder tiene un límite estricto en el corto plazo. Sin embargo actúa como si eso no estuviera ocurriendo.

Esta es la razón por la que con tanta frecuencia 1) saca a la calle la poca fuerza de masas que todavía le queda (milicianos, misioneros, empleados públicos y beneficiarios de su política dadivosa; 2) sigue tomando medidas de tipo económico y político para de hacerles creer a sus parciales que permanecerá en el poder por tiempo indefinido.

La verdad es, tal como lo hemos señalado, que no existe ninguna posibilidad —a menos de que estén pensando en una salida de fuerza o algo por el estilo— de que esa burocracia se mantenga en el poder, sea porque finalmente se realice el referendo revocatorio presidencial promovido por la oposición o porque se llegue a las elecciones del año 2018.

Así lo estiman los resultados de las elecciones parlamentarias del 6D, y las mediciones que vienen haciendo casi todas las encuestas en este sentido.

Esta realidad es una consecuencia fundamentalmente de la crisis general a la que ha sido conducida la sociedad venezolana, debido a la concepción ideológica-política que ha orientado a la burocracia chávezmadurista en su ejercicio del poder por espacio de casi dos décadas.

Son diversas las manifestaciones que esa concepción ha tenido en la práctica: en primer lugar, la visión simplista y elemental de que la estatización de la economía conduce automáticamente a la socialización de la sociedad, de ahí las expropiaciones de empresas, fundos y haciendas agrícolas y ganaderas, que lo que ha hecho es intensificar el proceso de capitalismo de Estado en nuestro país, puesto que la actividad económica de esos bienes expropiados continúa siendo regida por la racionalidad de la salarización y la obtención de un beneficio por parte del Estado propietario de esos medios de producción, todo ello con el agravante de que esas actividades productivas y económicas, en general se han visto disminuidas y seriamente afectadas en su normal funcionamiento por efecto de la incapacidad, la ineptitud y la improvisación demostrada por la burocracia que el Estado propietario colocó al frente de su dirección y administración.

A eso se debe que, en la mayoría de los casos, dichas actividades económicas objeto de expropiación hayan sido conducidas a la quiebra o estén operando muy por debajo de su capacidad.

Eso es lo que ha venido ocurriendo con la empresa Siderúrgica del Orinoco (Sidor), y en general con las empresas básicas de Guayana, con las centrales azucareras, con las empresas productoras de harina de maíz, con las empresas productoras de aceite comestible, de leche, y de muchos otros rubros industriales y agrícolas.

En segundo lugar, la caída descomunal de la capacidad productiva de nuestra economía en general que ya supera el 11 % del PIB, y que para el final de este año, los expertos estiman que se haya alcanzado un nivel muy superior.

En tercer lugar, una inflación anualizada que ya sobrepasa el 400%, y se estima que alcanzará más del 700% para el final del año en curso.

Este problema económico que ha pulverizado el salario de todos cuantos viven de un ingreso fijo, aunado al problema del desabastecimiento y la escasez de alimentos, medicinas y productos de primera necesidad, se ha constituido en la más grave calamidad que abruma la cotidianidad de la inmensa mayoría de los venezolanos.

Se calcula que la escasez de productos, sobre todo de alimentos y medicinas, ya representa un 80%. Esta situación ha generado un grado de descomposición tal, que ha sido caracterizado por distintas entidades nacionales e internacionales —entre ellas la ONU— como una crisis humanitaria que el gobierno madurista se ha negado a reconocer, al tiempo que ha obstruido los ofrecimientos de ayuda humanitaria que varios países le han propuesto, como un intento de contribuir a remediar en parte, la gravedad de la situación.

En cuarto lugar, el desarrollo exponencial que ha venido experimentando la pobreza en nuestro país, como consecuencia precisamente de la crisis humanitaria en la que nos hallamos inmersos.

En relación a esta cuestión, el gobierno sigue hablando falsamente o presentando cifras en las que se registra una significativa disminución de la pobreza, información que pierde toda validez y credibilidad, puesto que nadie puede aceptar que eso esté ocurriendo en medio de la espantosa crisis que padecemos todos los venezolanos.

Lo cierto es que más del 70% de la población venezolana ya ha sido tocada por los males de la pobreza.

Lo cierto es que el índice de desarrollo humano en Venezuela se ha venido reduciendo constante, progresiva y significativamente.

Lo cierto es que hay en nuestro país millones de venezolanos de todas las edades que se acuestan y se levantan con hambre.

Lo cierto es que miles de trabajadores han perdido sus puestos de trabajo, o se han visto suspendidos de los mismos, por la “política económica” (desastre) irracional aplicada por el gobierno chávezmadurista durante los casi 18 años que lleva en el poder.

En quinto lugar, la permanente devaluación a la que ha sido sometido nuestro signo monetario, con el cual ya no se puede adquirir casi nada en el mercado nacional.

En sexto lugar, la inseguridad personal, que no sólo nos ha condenado a vivir con miedo, sino que se ha convertido en una de las primeras causas de muerte en Venezuela.

En séptimo lugar, la corrupción de la justicia, que ha convertido a los organismos encargados de su administración en instrumentos de castigo y de venganza política.

En octavo lugar, la conversión de los poderes públicos, con la excepción de la Asamblea Nacional, en apéndices del poder Ejecutivo.

En particular el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) compuesto por sus operadores políticos, lo cual define a tal instancia como un instrumento puesto al servicio del régimen y a espaldas de la ciudadanía.

En noveno lugar, la represión sistemática que se hace en abierta y flagrante violación de la Constitución y de los derechos humanos de todo aquel que se defina como adversario del gobierno.

Demás está decir que todos los elementos señalados son la causa básica del giro político que se ha producido en la posición de los sectores mayoritarios del pueblo y que han colocado al chávezmadurismo en cuenta regresiva.