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El culpable de todo es el imperio… ¿romano? #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Una muletilla banal y tediosa que se repite, una y otra vez, hace recordar la consigna del tristemente célebre Goebbels

Gustavo Luis Carrera

La oportuna búsqueda de un culpable de los males de un país, es afanosa tarea del gobierno de turno. Resulta una vía de escape de la responsabilidad inherente a las obligaciones de la administración pública.

Sobre todo las dictaduras hacen uso de este recurso evasivo. Y con frecuencia se señala al “imperio” a tal fin.

EL MANEJO HABITUAL. De costumbre, es resaltada la existencia de imperialismos, a lo largo de la historia; es decir, de la política dominante y anexionista de imperios constituidos. Y es fácil hacer corresponder lo negativo político y económico con la intervención del “imperio” señalado por el gobierno comprometido.

De hecho, en el lenguaje común se maneja de manera automática la relación entre la acción imperialista y su efecto negativo en el país “dominado”. Pero, la manipulación aplica en el fondo.

Ya cansa oír por todos los medios posibles que la culpa de nuestros males, concitados en una destructiva crisis, corresponde al “imperio”

TERGIVERSACIÓN HISTÓRICA. ¿Qué es un imperio? Es una nación que pone bajo su dependencia a otras. Situación que llevó a su máxima expresión el imperio romano, quizás el más amplio, duradero y homogéneo de la historia mundial.

Pero, la interpretación marxista-leninista incurrió en la falacia de creer -o en la iniquidad de hacer ver- que el imperialismo era una fase superior del capitalismo; cuando la URSS se convertía en un gigantesco sistema imperial, anexándose territorios, sin haber desarrollado la estructura capitalista.

Esta tergiversación fue concebida para condenar a opositores políticos y ocultar los propios vicios.

EXCUSA BANAL Y TEDIOSA. Ya cansa oír por todos los medios posibles que la culpa de nuestros males, concitados en una destructiva crisis, corresponde al “imperio”, al “imperialismo”. Se repite tanto este eslogan, que ya hace sospechar que es prefabricado con propósitos evasionistas: al señalar un culpable, se busca eludir la propia responsabilidad.

En la búsqueda del responsable de los males del país, nada más fácil que atribuir todo al ‘imperio»

Si hay hiperinflación, la culpa es del “imperio”; si hay hambre, la culpa es del “imperio”; si hay escasez de medicamentos, la culpa es del “imperio”; si no hay gasolina, la culpa es del “imperio”; si no hay agua, luz y gas, la culpa es del “imperio”; si la miseria está a la vista, la culpa es del “imperio”.

Es el juego macabro de repetir un eslogan tendencioso hasta convertirlo en frase de uso común; y sobre todo en criterio que resulta convincente para un sector de la población. En la medida en que los convencidos se vayan haciendo más numerosos, la consigna se impone y va adquiriendo la categoría de verdad incuestionable, y sutilmente proyecta una suerte de consuelo atrapabobos.

El hecho cierto es que la responsabilidad gubernamental no puede ser omitida, y debería ser honestamente aceptada y encarada, en busca de soluciones reales, tangibles, convincentes. Ello a buena distancia de una muletilla banal y tediosa que se repite, una y otra vez, haciendo recordar la consigna del tristemente célebre Goebbels: “una mentira, repetida cien veces, termina por convertirse en una verdad”.

VÁLVULA: “En la búsqueda del responsable de los males del país, nada más fácil que atribuir todo al ‘imperio’. Solamente que los imperios se encadenan históricamente; así que cuando ya no se sabe a qué imperio acusar, es necesario ir a la fuente histórica y señalar al… romano. Y así, algún ‘imperio’ tiene la responsabilidad; no el gobierno».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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