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Lo que viene para Venezuela con Biden #Opinión #HumbertoGonzálezBriceño

La política de aplicar sanciones para provocar negociaciones y eventualmente una transición en Venezuela consumirá los próximos cuatro años de la agenda norteamericana para Venezuela

Humberto González Briceño

Con la juramentación de Joe Biden cambia el enfoque de la política de los EEUU hacia Venezuela. De una política donde “todas las opciones están en la mesa (incluyendo la opción militar)” a otra donde se busca “aumentar la presión sobre el régimen…” (Antony Blinken, 21-01-20).

Lo que acaba de anunciar el nuevo Secretario del Departamento de Estado Norteamericano, Anthony Blinken, es tomar uno de los componentes de la política de Donald Trump hacia Venezuela (sanciones al régimen chavista) y convertirlo en la política principal de los EEUU, aderezada con negociaciones directas entre el chavismo y la oposición.

Aquí hay que dejar establecido que la idea inicial de Trump para Venezuela de articular una acción internacional para sacar del poder al régimen chavista por vías policiales y militares encontró resistencia dentro de su propio gobierno. Esto al punto que los encargados de llevar adelante esta política la diluyeron en meras sanciones y un reconocimiento al interinato de Juan Guaidó, bueno para gastarse el dinero de Venezuela en el exterior pero no para reconocerle estatus jurídico en situaciones sensibles como el diferendo entre Venezuela y Guyana donde los propios EEUU siguen reconociendo al gobierno de Maduro, no al de Guaidó, como el gobierno realmente existente.

Esta política de sanciones selectivas seguramente será coordinada con el interinato de Guaidó para ayudar a determinar a cuales chavistas del régimen conviene sancionar»

Así las declaraciones beligerantes de Donald Trump sugiriendo la inminencia de una salida armada para Venezuela contrastaba con la de sus funcionarios (Abrams, Story, Kozak) abogando por vías negociadas con el régimen acordadas con el mismo régimen chavista aunque esto sea evidentemente una contradicción. Esta política ambivalente que dominó los últimos meses de la administración Trump hacia Venezuela recibió, como era lógico, la bendición bipartidista de republicanos y demócratas en el congreso de los EEUU.

Con Joe Biden en la presidencia de los EEUU no habrá contradicciones entre el presidente y sus funcionarios porque el propio Biden ha anunciado que su política hacia Venezuela seguirá más o menos la de Trump. Con esto lo que Biden quiere decir es que esperan aplicar sanciones selectivas a unos chavistas del régimen, pero no a todos, con la esperanza de poder incentivar una crisis interna en el gobierno de Maduro que provoque a su vez una negociación y una transición en los términos que viene proponiendo Leopoldo López como vocero del interinato.

Esta política de sanciones selectivas seguramente será coordinada con el interinato de Guaidó para ayudar a determinar a cuales chavistas del régimen conviene sancionar y a cuales otros incluso levantarles las sanciones para, según aspiran, lograr crear los incentivos para una fractura interna del régimen. El interinato de Guaidó hundido en escándalos de corrupción no será inmune a las gestiones de miembros del régimen chavista dispuestos a pagar para no ser incluidos en esas listas. Tampoco sería la primera vez que se entrelazan las lealtades entre el chavismo y la falsa oposición.

China ejerce una influencia innegable en la política norteamericana y seguramente jugará un papel decisivo para salvaguardar los intereses del régimen chavista»

Esta política de sanciones y negociaciones que será vigorosamente auspiciada por el gobierno de Biden encaja perfectamente en lo que espera el régimen chavista: Nuevas, largas e interminables rondas de negociaciones que siempre terminan diluyéndose en formalismos diplomáticos o estancados por inevitables cambios burocráticos en los países involucrados, tal como acaba de ocurrir en USA.

El régimen chavista siempre estará dispuesto a negociar porque sabe perfectamente que cada día de negociación es un día más en el poder. Y mientras tanto sigue pasando el tiempo y ellos siguen siendo el poder realmente existente en Venezuela. En esto ya han acumulado más de veinte años de experiencia.

A esto hay que sumar la nueva realidad internacional donde China ejerce una influencia innegable en la política norteamericana y seguramente jugará un papel decisivo para salvaguardar los intereses del régimen chavista de Venezuela.

La política de aplicar sanciones para provocar negociaciones y eventualmente una transición en Venezuela consumirá los próximos cuatro años de la agenda norteamericana para Venezuela. Es una política que prolongará el sufrimiento de los venezolanos, le dará por lo menos cuatro años más de vida al régimen chavista y por consiguiente está condenada al más absoluto fracaso.

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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