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Carlos Marx: discriminador y racista #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Fue evidente y manifiesto el rechazo de Marx hacia su yerno Paul Laforgue, mestizo de origen, aunque francés de formación, como una evidente muestra de su prejuicio racial. Paul y Laura Marx estuvieron casados durante cuarenta años.

Gustavo Luis Carrera                                                        

            Hay personaje que tienen ganado un sitio en la historia; pero, cuya significación se acompaña de fallas sustanciales que ellos mismos, o sus defensores, tratan de ocultar. A veces son excesos manifiestos en su desempeño público; en otras oportunidades son prejuicios y repudios vergonzantes de carácter personal. Veamos que esconde, al respecto, una figura tan conocida como la de Carlos Marx, economista y político alemán, del pleno siglo XIX.                                            

            MARX DISCRIMINADOR DE BOLÍVAR. Donde aflora ostensiblemente la condición discriminadora de Carlos Marx es en su malhadada visión de Simón Bolívar. En 1858, Charles Dana, director del New York Daily Tribune, le encargó a Marx un artículo sobre Simón Bolívar, para la New American Cyclopedia. Y Marx, en vez de reconocer que no estaba en capacidad de cumplir la tarea, por su absoluto desconocimiento del tema, en actitud aventurera, aceptó hacerlo. Buscó, improvisadamente, unas fuentes históricas parcializadas y llenas de infundios, y dio rienda suelta a su acto de tramposa improvisación. El texto está lleno de disparates; es un escrito estólido, que hace poner en duda el nivel intelectual de su autor. Allí, Marx dice cosas como éstas: Cerca de Ocumare, ante el ataque de Morales, según un testigo, Bolívar «perdió toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote y subió a bordo del «Diana», dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire, y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio». De otra parte afirma que «Piar lo amenazó con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía». Y agrega: «Pero, Bolívar, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento, y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar». Va añadiendo dislates: en Bolivia, sometida «a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón»; complementando de este modo: Bolívar se basaba en sublevaciones «como pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura». Para culminar esta idea, Marx sentencia: Bolívar pretendió «unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo». En otro ámbito, expresa su prejuicio racial y cultural, dando a entender la superioridad de las «tropas europeas» que participaron en la Independencia americana; rematando la idea de manera contundente: «los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo del ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos». Para Marx, Bolívar era una especie de petimetre oligarca, galante y aficionado al baile; llegando al extremo de decir que en Pamplona «pasó más de dos meses en festejos y saraos» (sin recapacitar en que ningún ser humano resiste dos meses de fiestas, y sin preguntarse qué pasó militarmente en ese lapso). Pero, no contento con su desaguisado histórico, en carta a Federico Engels, del 14 de febrero de 1858, Marx se refiere a Bolívar como el «canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque» (fue Soulouque un ex-esclavo que se proclamó Emperador de Haití, convirtiéndose en un enloquecido dictador déspota y sanguinario). No cabe duda de que en la brutal discriminación de Marx contra Bolívar, se mezclan el prejuicio histórico, el racismo y la profunda ignorancia.            

            MARX RACISTA CON SU PROPIO YERNO. Fue evidente y manifiesto el rechazo de Marx hacia su yerno, mestizo de origen, aunque francés de formación, como una evidente muestra de su prejuicio racial. Paul Laforgue, estaba casado con una hija de Marx, matrimonio que él nunca aceptó de buen grado. Laforgue, hijo de un francés y de una mestiza cubana de ascendencia haitiana, se hizo, sin embargo, promotor de las ideas de Marx y Engels; pero, esto no atenuó el racismo de Marx, que protestaba con frecuencia contra la conducta y las «maneras» de su yerno. En algunos escritos se refiere a Laforgue como «negro», que en alemán tiene sentido despectivo; y expresa dudas de su capacidad, calificándolo de «agitador» socialista. Marx no concebía la igualdad racial, y es conocido su apego a las buenas costumbres burguesas de su época; y esta carga de prejuicios es la que arroja sobre su yerno mestizo. Esta situación de desajuste y conflicto nunca cesó; quedando como una muestra de la inconsistencia humana y la incoherencia ideológica de Marx.  

            CONCLUSIONES. Fungiendo como falso historiador, con respecto a Bolívar, Marx se revela como el típico y limitado marxista (usando nosotros el término, como dicen los franceses, «avant la lettre», es decir: antes de existir la palabra «marxista»), o sea como un prejuiciado y anacrónico relator que pretende someter el hecho histórico a su dogmática perspectiva ideológica. Por eso, prácticamente establece que un representante de las clases altas no puede ser un «revolucionario», lo cual es propio de los proletarios. Y este prejuicio anticientífico se potencia en la ignorancia del tema de parte de Marx; extendiéndose su rechazo a todo el subcontinente latinoamericano. Es la discriminación histórica y cultural: la primitiva América no podía ser un ejemplo para la culta y desarrollada Europa; y a su vez, personajes de las clases altas no podían ser modelos para los obreros y los trabajadores europeos de los estratos populares. Para Marx, Bolívar es un enemigo de clase. No le reconoce, en absoluto, ningún mérito. Y así mismo, le negaba sentido histórico trascendente a la Independencia de los Estados americanos y a los procesos ideológicos consecuentes. Es el prejuicio embrutecedor, anti histórico, y sobre todo anti científico. Igualmente acontece con su racismo, demostrativo de la estrechez conceptual, en lo social y humano del famoso economista alemán. Algunos panegiristas de Marx, sus defensores incondicionales, alegan que en esa época no estaban definidos los prejuicios raciales; pero esto es falso y cómplice: en aquel tiempo operaba abiertamente el racismo y ya había mentes progresistas que públicamente lo combatían. Lo que sobresale al final son las dudas sobre el nivel intelectual de Carlos Marx; para algunos fue un modesto economista que se adhirió a las ideas del culto y ponderado Federico Engels, su adinerado amigo y protector económico. De allí que haya quien piense que no debería hablarse de marxismo, sino de engelsismo.                                                            

            VÁLVULA: «Fungiendo como historiador, Marx cometió el exabrupto de producir una visión pirata y truculenta de Bolívar, calificándolo de canalla y de tirano cobarde; y menospreciando, desde el prejuicio de la visión europeizante, el valor histórico de la Independencia americana. Por igual, se muestra como empecinado racista en contra de su mestizo yerno. De todo lo cual se justifica poner en duda el verdadero nivel intelectual de Carlos Marx, quien se desarrolló a la sombra de la cultura de su permanente amigo y sostén económico, Federico Engels. Marx sería una creación del engelsismo».

  glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.
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