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Pelosi, Taiwán y China I Opinión I Juan José Monsant

Taiwán fue expulsada de las Naciones Unidas en el año 1971, en tiempos de la Guerra Fría.

Juan José Monsant Aristimuño

      Sí, alguna vez la conocida isla de Taiwán se llamó simplemente Repúblicade China, por allá a finales de la década de los cuarenta cuando los nacionalistas chinos fueron vencidos por las fuerzas comandadas por el Partido Comunista chino dirigido por Mao Tse Zung, y se refugiaron en la isla situada frente al continente, que se conoció como Formosa, y luego China Nacionalista, Taiwán y Taiwan Taipei (aunque oficialmente aún se denomina República de China) para diferenciarse de la República Popular China, actualmente presidida por Xi Jinping.

Parece un juego de galimatías geográficas, pero en realidad es simple; vencidas las fuerzas nacionalistas por las comunistas, huyeron a Taiwán, y el presidente Harry Truman dio la orden de situar a la Séptima flota de los Estados Unidos en el mar de China, con el fin de evitar la invasión de China Popular a la isla, y proteger al líder nacionalista, general Chian Kay-Shek.

Eso, aparentemente es todo, China continental, la comunista, no reconoce la separación de Taiwán, a la cual considera simplemente una provincia alzada. Sin embargo, hay que asumir que Taiwán tiene más de 70 años como unidad nacional independiente, así haya sido expulsada de las Naciones Unidas en 1971 durante la celebración de la XXIV Asamblea General. Es discutible la legitimidad de esta Resolución, pero fue una decisión política y no jurídica contabilizada en votos de los países presentes en dicha Asamblea. Fueron tiempos de la Guerra Fría, a la cual pareciere que estamos regresando.

La China Popular de hoy no es la misma de 1949, ni de los 70. Atrás quedó el Gran Salto y la Revolución Cultural de Mao. Hoy, es la China de Xi Jinping, la China capitalista de partido único y presidente vitalicio, la segunda economía del mundo con aspiraciones imperiales, cuyo modelo socioeconómico es imitado por Vietnam, y ahora con la pretensión de Venezuela de seguir su ejemplo con la creación de Zonas Económicas Exclusivas. Mas no es lo mismo, en realidad es una apertura económica que permite desarrollarse a las cuatro o cinco parcelas delincuenciales que controlan el país, con el fin de garantizar la paz entre ellas y la continuidad en el poder, en detrimento del estado de derecho democrático (pero ese es otro tema).

El tema es el viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, la alharaca que formó China Popular ante este anuncio, y las críticas que se formularon ante una aparente dicotomía en la dirección de la política exterior de la nación del norte.

Lo primero es remontarnos a la Declaración entre la Federación Rusa y la República Popular China sobre relaciones internacionales, firmada por los Presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping el pasado cuatro de febrero de 2022, donde se rediseña y se anuncia al mundo lo que para estas dos superpotencias será en adelante la geopolítica mundial. Veinte días después de esta Declaración, Rusia invadió militarmente a Ucrania sin ninguna explicación conocida hasta el presente, en una guerra de resistencia que va para los seis meses, a un costo económico y de vidas humanas irreparable. Putin en este tiempo, ha amenazado a Europa en general, a Finlandia, Suecia, Noruega, Estonia y Moldavia en particular, por su intensión de afiliarse a la unión Europea y en el caso de Finlandia y Suecia, a la OTAN. Ha insinuado que accionará el botón nuclear en caso de necesidad nacional, tomar el control del Mar Negro y el Báltico, aparte de hablar abiertamente de que “el enemigo” es Occidente y la OTAN. China menos belicosa se refiere a proteger las regiones geopolíticas naturales (Euroasia), (tal como se estipula en la Declaración) entre ellas la recuperación de la provincia de Taiwán.

Ante esta realidad lacerante, es obvio que Estados Unidos tiene que reaccionar, y sobre este país recae ante el actual panorama mundial (nos guste o no, sea cierto o no) la supervivencia de los valores de la civilización Occidental, que pasa por el respeto a los Derechos Humanos, y de la democracia representativa republicana, asentada en la voluntad popular expresada en el voto.

Es obvio que Nancy Pelosi no tomó esa decisión por capricho, sino por unidad de mando político, militar y bipartidista, y hay que cerrar filas en ella y con ella, a menos que el destino de nuestros pueblos sean los regímenes autoritarios sometidos a las pretensiones geopolíticas euroasiáticas.

@jjmonsant

EL AUTOR es abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela, especializado en asuntos y relaciones internacionales. Exembajador de Venezuela en El Salvador.

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